martes, 9 de agosto de 2011

Otra orilla…



Errante por aguas de la vida, y en el medio del mar de las dudas; me vi sin argumentos, sin imaginación. Necesitaba muchas letras; necesitaba palabras que incluso no existieran…

Necesitaba vocales que me ayudaran a respirar. El puerto del descanso eterno se veía muy lejos. Tuve que  usar todas mis palabras; todas las palabras de mis recuerdos…

Me apoyé en las que alguna vez me hicieron reír, y mientras las usaba; me daba cuenta que fueron pocas, por eso tanto valían…

Me ayudaba con cada dolor del pasado; uno por uno: con sus rostros, y sí; aquellos nombres que nunca quise volver a pronunciar ni escribir (esos también los usé) 

Faltaba poco, todavía faltaba un tanto para acariciar la orilla. Me fui a la infancia, tan preciada por jamás volver; me sirvió de mucho: esa, la ilusión (fue tan grato recordar)

Por último y escondido: también me apoyé en el odio, en la ira; en el arrepentimiento. Y con todos logré llevar mis pasos a la arena, a esa arena mojada que anuncia la llegada; la firmeza de volver a vivir…






Nada recuerdo ahora. No tengo palabras; tengo caras sin nombres y nombres sin caras. Me quedé sin risas y también sin lágrimas…

lunes, 8 de agosto de 2011

¡Lo sabías!



¡Lo sabías!

Entregaste la incertidumbre al riesgo; 
pero fue más que eso. 
El ocaso te sabe a consecuencia; 
pero es más que eso…

Se fugaron las palabras que albergabas en la abstención; 
se fugaron sobre gritos de hielo. 
El frio no quiso dejar de ser testigo; 
pero no fue sólo eso…

Sabías que no siempre 
la tinta es sangre 
y las baladas pueden a veces 
no bailarse…

Sabías que 
el papel se rompe, 
que el fuego pasión pasado 
podían ser versos cremados…

Sabías más que eso…

¡Lo sabías!