No hay que menospreciar a las malaventuranzas, no se trata del caer
para levantarse, ni del tocar fondo para ir arriba, es otra cosa; tópico al
fin, un concurso de reacciones para recordar y olvidar. Elegimos con “ge” y yo
elijo con “jota.”
Encuentro la pérdida de algunas preciadas cosas, producto del hurto
y del descuido; una vez más se me enseña a no confiar, la desconfianza es una
molestia que busca tranquilidad. La ayuda, nada nuevo, nunca viene de quien se
espera bien. Lo que me llama la atención, y motiva estas ganas de escribir, es
la reacción; lo que se puede llegar a decir cuando sólo importa imponerte.
Quien juega al jefe se molesta por el inconveniente que podría
producirse en el trabajo, no por la desventura de quien se toma en serio el
papel de empleado, ese no es el caso, porque de por medio hay salario; pero
prefiero este ejemplo que está mucho más trillado.
Por qué suele ser conferido el poder de aceptar decepciones, por qué
hay que escuchar a alguien especial
especializarse en defraudar. La realidad otorga poderes extraños, como aceptar
y desconfiar…