jueves, 4 de octubre de 2012

Por qué no hay debate…

 
En el edificio El Placer, ubicado en una parroquia sobrepoblada, como ya varias hay en la ciudad; se postula un nuevo vecino para presidir la junta de condominio durante el nuevo período. Ramón ha venido siendo el presidente desde prácticamente su construcción, de hecho, con el paso de los años, ya muchos propietarios han vendido y revendido algunos apartamentos. Pocos preguntan sobre los oficios de Ramón, algunos ni saben quién es él. Nace el auge de renovar a los miembros debido a lo que algunos han acusado como una mala gestión: ya estamos cansados; el primo es plomero y viene siempre a “parapetear” las tuberías, las cuotas están muy caras, la mujer no trabaja y lo que se la pasa es de chisme en chisme, y claro, como la hija mayor es abogado, y de paso tiene un buen puesto en el gobierno; este cree que es el dueño de El Placer…


El virus del cambio se esparce y afecta incluso a los recién llegados, se han animado hasta los pernoctas; y eso que sólo se les ve por la entrada cuando llegan a dormir. Todos quieren un cambio, pero nadie le pone una cara al puesto de opositor. Llega Douglas, arrendatario por algo más siete años, uno de esos casos de los que alquilan un apartamento, su propietario se va del país; pagan las cuotas por tribunales y ya lleva más de cinco años. Se postula y enseguida todos lo aceptan. Ramón, por supuesto y por su parte, empieza, como dicen, a sacar los trapitos al sol, a develar el curso de la vida de Douglas, a acertar en dar con sus desaciertos, con su vida privada que ahora es pública. Se da oficialmente inicio a la contienda…


Como es inevitable para la contraposición de argumentos en una sociedad, no hay acuerdo, todo se limita a un bueno y un malo, ahora Ramón no es tan malo para algunos pero para otros llegó la hora de que se le remueva de la administración. Empiezan los fervores de la pelea de gallos, cada quien con su Pataruco (y no uso Coliseo ni Gladiadores, porque la historia trae consigo alguna honorabilidad que en la política, simplemente no existe) La mujer de Ramón, por ahí abren la llave de paso y la alta corriente de calumnias y certezas desventuradas, y la hija, la hija resultó, por verdad o por veredicto, haber tenido algo, o no haber tenido mucho, con Douglas. Resulta que el aspirante fue también pretendiente. Nada de otro mundo, pero es tiempo de elecciones y el escándalo es una grieta en la que se alojan los bichos del juicio y por donde más se nota el sucio de una fachada…


Decide Ramón recuperar su poder y visita a cada vecino, y como cosa rara, nadie lo rechaza, quien está lo recibe y quien no quiere recibirlo se esconde, y esos justamente son los que más opinan. Douglas, ávido de nuevas ideas, hace una fiesta en el gran salón, muchos contribuyeron, y bueno, los que no van a votar fueron los que más la disfrutaron: los chamos de los propietarios, así se unen las familias en una familia mayor (dicen por ahí)


Nada cambiaba y la fecha se acercaba, Douglas, finalmente, le propone un duelo intelectual y administrativo a Ramón, una asamblea extraordinaria para derogar procedimientos de antaño y proponer, con la participación de los vecinos (como siempre) nuevas fórmulas que serán la solución y el encuentro de una mejor gestión. El vigente rechaza y los adeptos del aspirante se enervan, con los acostumbrados al actual y con todo lo relacionado al mismo. Los copropietarios empiezan a odiarse, sus hijos a amarse, Douglas vuelve a salir con la hija del presidente y Ramón vuelve a ganar porque los que más opinaban, no votaron. Se oía mucho: es que la gente no es seria, una junta seria hace debates…

miércoles, 3 de octubre de 2012

Un poco de Sinestesia por favor…


Más disposición al gusto de percibir letras impresas. ¿A qué les sabe desear? A sueño, a recuerdo ¿Saben? ¿Sabe? Se necesita probar más riesgos para contar contrastes nuevos. ¿Cuál es la textura del Rock al acariciar melodías? Todavía algunos lloran por los colores que no están a la vista. El hambre nace de una ansiedad no saciada que al saciarse demasiado se le llama adicción. ¿Hay balance? Inafirmable. Pero a veces sirven los excesos cuando se calman con arte. Hace tiempo que no comemos versos caseros y se ha dejado de sentir mucha música, porque no mucho se escucha en los alrededores; las calles callan con sus bullas una ciudad y sus atardeceres… Unas cuantas bocanadas de piano pueden servir de ánimo, así como una historia de amor del siglo diecinueve bajo párrafos de alguna buena novela… Huele a olvido, pero la mayoría carga su atomizador obligado. A trabajar y a obedecer en masas, para sentir no se nos paga. Muchas percepciones se han pasado al bando de las patologías, ahora todo parece enfermedad. No sanen, no ha llegado el día de la quincena tampoco…






Nota y note: los puntos suspensivos son para suspirar. Suspire y evoque…

"Flores amarillas constelan un círculo de tierra azul. El agua tiembla llena de viento" Alejandra Pizarnik (25/SEP)