jueves, 1 de noviembre de 2012

A&E




Buscar el entretenimiento en la usurpación no es un acto conmutativo por muy diverso y común que parezca. Es distinto buscar la usurpación en el entretenimiento, lo último emana como precepto y así se consuma cada vez que lo consumimos. Lo primero, lo primero se asume costumbre y le agarramos el gusto a acostumbrarnos. El goce de una clase está en jugar a ser parte de una clase ajena. El rico se divierte pensando y obrando en las metas del pobre. Un pobre calma sus ansiedades cuando juega a ser rico. Hoy en día hay escalas de pobres y pobres a escalas también. Lo mismo pasa con los ricos, pero en menor proporción, de ahí nacen los mandatos, como en las leyes, y se revocan o se extienden según sea el caso. Por un lado la quincena no alcanza y por otro el problema no es pagarlo. La verdadera rebeldía es obedecerse (a muchos se les dice que son únicos) no en agruparse para alguien o algo, eso es otra forma de obedecer…

"Todo lo viviente es obediente... 
se manda al que no sabe obedecerse a sí mismo.
Tal es la condición natural de lo vivo"
Nietzsche

miércoles, 24 de octubre de 2012

El sobador y el dilema (La Sobación)


El consenso no precisa, si quien soba lo es por sobón, por sobador, por sobante, o por sobista; pero para intentar todas las intenciones, lo dejaremos en sobador. Sin importar lo que piense, quien soba es sobador. De ahí se desprende un principio, un culto, un ritual, una pretensión; todo junto: la sobación. – que no es sobadera, la sobadera es el vicio de la sobación – Expuesto esto, analizamos…

La sobación es ese estado de inspiración por medio del cual, una persona, – si, de una vez – por lo general hombre, acerca sus pensamientos y canaliza sus ilusiones, tabicándose en la percepción sensorial que se produce al pasarle la mano a alguien (mujer, por lo general, pero sin discriminaciones). El sobador hace del tacto un lenguaje, un medio de comunicación emisor – ojo – pero no igual a la caricia, ésta última no es propia de un sobador. Para ésta reflexión hemos de centrarnos en el puro acto de sobar, de pasar la mano…

El sobador es un creyente, una persona de Fe; y ahora que lo recuerdo, Nietzsche dice, dijo, escribió que, la Fe era el nombre que los cristianos le daban al instinto. Pero no se trata de presuntos nihilismos, ni mucho menos de religión, sin embargo, es interesante encontrar un tanto de filosofía en el acto de sobar. Tal vez nuestro sabio sajón no sabía que sobar es instinto y Fe; ambos encontrados por separado en una sola acción…

Quien soba piensa – luego cree que existe – que el hecho de sobar, lo aproxima a la provocación de a quien está sobando; tiene Fe en que su mano es portadora de un irresistible verso de cortejo, es pues: Don Juan De Marco y también Marcel Marceau.
Quien es objeto de la sobación, quien percibe esas manos sagradas: ¿Será que entiende el mensaje? ¿Será que, como dicen en otros idiomas, cae de rodillas en el amor; en el sexo? No sabemos si el sobador convence, o si a quien soba se deja vencer; pero este acto no es de conquistadores, y quien quiere reclamar terreno lo hace a caricias: sobar no es, pues, un modo de seducción…

Cuando todavía crecía – Yo – me percaté de ello, pero los entiendo (a los aun sobadores,) sobar es un noble vicio: no importa el aroma del fracaso cuando se cree que se está en el camino del triunfo. El sobador (con Fe e instinto) que siga, pero sería bueno – y a esto al fin vengo – que quien es sobado haga entender a su sobador cuán lejos está de consumarse, pero que si quiere, puede seguir consumiéndose. El sobador también sueña, y, sobretodo: siente…