martes, 7 de mayo de 2013

Sentipensante, tonto, cangufante…


No es fácil ver en qué azul nos mira el cielo cuando el mismo está nublado y arropa al valle en cuyo centro hemos de entendernos, de hecho se torna difícil contemplar las montañas y los cerros. Gris es la vista a punto de llover y a punto de despertar, a punto de dormir quizás, pero le falta color a pesar de que en algún arcoíris se asomen prismas para la percepción. Efímera variedad en una permanente niebla, un firmamento de nubes llenas de argumentos;  se da inicio a los chaparrones: en la cara, en la mente, para no terminar de abrir los ojos. Una galería residente; un concepto de belleza unificado, una semilla de inconformidad para los templos; el éxito, más por astucia que por bondad: queremos estar con los astutos. El grito con razón y la fuerza con brutalidad: “no hay lugar para los débiles”. “El que calla otorga”, y entonces el silencio es débil: yo soy fuerte, quiero ser fuerte. Los personajes y la opinión, creo sentirme a gusto por repetir lo cónsono. El malo, la mala, los malotes: los mejores, proclamados líderes porque configuran la imagen, la astucia. Las reglas son para los tontos y yo no quiero ser un tonto. Se premian las disidencias con popularidad de corto alcance, siempre obedeciendo a las nubes y sus nieblas. Es que ella es tan… es que él es tan… qué locos son estos panas… “el trabajo lo hizo Dios como castigo…” Se alojan cuatro letras gotas alrededor de la mirada: “Geek”, directo desde las nubes y con la apropiada traducción celestial: “Tonto,” la tontería viene empaquetada en la lluvia (también) El nombre animal: gallo, pavo, perro, burro, cuaima. Combinaciones al estilo Moreau: “Paviperro”, “Toripollo”. Este pana es un paviperro y tú tremendo gallo. Le toca al tonto cacarear cuando habla, supongo, no hay gallinas en la granja, la figura de afrodita se reduce a los “culitos”, y los culitos no andan con los gallos. Ahora hablamos de política pero desde los charcos que ha formado el aguacero. Luego vienen los choques de copas, el sobrio también es tonto. Se peca por tonto y no por ebrio. Se forma el arcoíris pero la variedad no parece noticia. Ahí los buenos ven los matices, pero el cielo oscurece sin noches, como siempre. En los tiempos despejados los astutos duermen…

lunes, 6 de mayo de 2013

Libradores…


El pecado, dependiendo quien lo cometiera, era una forma de liberación. Se cuenta por ahí que algunos sacerdotes despojaban a una mujer impura de su maldad practicando con ellas acto sexual el cual, a según,  ellos estaban en capacidad de redimir. El fuego hacía arder a la herejía. El dolor físico depuraba a la contradicción. La humillación creaba conciencias. Y un poco más acá, las disculpas pueden nacer por la vía de la difamación. Anteriormente algunos podían ejercer el oficio de jueces, y eran estos entonces, dependiendo de la corte que los proclamara, los licenciados para juzgar. En algún momento de la historia el veredicto se tornó palabra sagrada y más allá de someterse a legislaturas se sometía a los criterios, lo que trajo como consecuencia la personalización del juicio y por ende su subjetivación. La cultura global nos ha venido diciendo que lo malo en un lugar no tiene porqué ser malo en otro, y que el criterio para juzgar puede variar según la cultura, así que es por la cultura con la que se da con el criterio y el criterio con el que se puede juzgar  y con lo que se juzga conseguir justicia y conseguir justicia para poder llegar a la liberación. En una letra de cambio el librado es quien debe pagarla,  sin embargo el librador es quien la emite. Una relación un tanto lejos pero un poco cercana a la del imputado en un proceso judicial, el cual debe pagar, pero sin ser librado; liberado, en tal caso. La condena es una forma de pago y por supuesto una  también de liberación. Entre librados nos conocemos y entre nuestros libradores nos reconocemos, así parecemos funcionar culturalmente, lo que se traduce a una sociedad muy nuestra. Los libradores imponen sus creencias y los librados nos las creemos, todo para que demos con la liberación. Lo que no nos dicen es cuál es la condena aún cumpliéndola y a veces ni conocemos nuestros libradores…




Nota: la imagen que encabeza este escrito es una fotografía tomada al cuadro que Gregor Grassi pintó para Soraya y para Orlan. Gracias a él por ese regalo. Gracias a ustedes por llegar hasta aquí...