No hace mucho le leí a un ilustre que el odio es un
placer más elevado que el amor, ya que el último se apresura, mientras que el
primero se toma su tiempo; la síntesis de la reflexión era algo como: la gente se toma su tiempo para odiar. Empiezo con esto porque, si bien es cierto que a
muchos venezolanos nos desespera el acontecer de estos días, no es menos cierto
que hay un cierto placer en que las cosas, estas pésimas noticias, se sigan
dando. Hay muchos, incluso, que ganan dinero compilando lo que muchísimos
dicen, pero no se toman el tiempo de escribirlo; ni tampoco se lo toman de esa
manera. Es más, los opinadores de oficio se presumen a sí mismos críticos, y
así los ve la gente, pero no es suficiente, no puede ser suficiente una crítica
acompañada de una publicidad que anuncia un buen vivir. No me resulta muy
efectivo que primero se compile un descontento bajo una frase como: ya no aguantamos más, para luego escuchar una publicidad de lo
deliciosas que son las hamburguesas en equis sitio. Hablamos de escases en
horario laboral y luego recibes un panfleto de una feria de comida el fin de
semana. Bueno. A mi entender, la publicidad paga la protesta, digámoslo así,
pero la verdad, no moviliza a las masas, a las masas, al parecer, las moviliza
el dinero, entonces, si es dinero lo que hace falta, o publicidad, a ojos
internacionales pues: no parece ser tan grave la cosa; al menos eso recogen los
medios y las redes sociales. Por otro lado, y posiblemente más sincero; tenemos
a nuestros embajadores: todo nacido en la tierra de Bolívar que a falta de
oportunidad ha decidido marcharse, buscar la esperanza en un pueblo hermano.
Esos, esos llevan a cuestas el peso de la crisis, porque no había sido
costumbre marcharse... y ahora, ahora parece la única solución considerable.
Más que esa de escuchar voceros del odio con cuñas y promociones...
Esta
entrada es muy parecida a otra, a otra
muy reciente: parten de la misma cita solo que pensé que ésta iba a ser
aceptada en cierto portal y no, no lo fue, pero como toda madre el que su hijo
sea feo ante otros no significa que no sea el más hermoso para ella, o como lo
dijo Martí (creo que fue Martí, ahorita improviso, no creo que vaya a
averiguarlo precisamente ahorita) “hay un solo niño bello y cada madre lo sabe,”
sé que es algo por estilo. Bueno. Este es un hijo, y aquí lo dejo para sus
ojos, para sus comentarios, para sus críticas. No duden en comentar: no hay
filtros en ello, son todos bienvenidos y sin moderación alguna…