Venus es la diosa del deseo; por eso es posible que el origen de este nombre esté en la raíz sánscrita “van,” que significa precisamente deseo. Es inevitable llevar al sentir todo lo que evoca la palabra deseo a través del pensar en Venus. En la cotidianidad, la diosa se ve representada en cada mujer del día a día, haciendo arte de su ser y siendo razón de admiración a través de los sentidos. De empezar sería interminable lo sublime y lo artístico que podría emanar del solo ejercicio de contemplar a una mujer: a la que espera en una mesa, a la que viene bajando las escaleras, la que se arregla el cabello al verse en algún reflejo, la que sonríe con el cuerpo y con los labios; la que habla, la que calla. Tanto arte nos da el momento al que le exponemos los sentidos, las obligaciones y los pensamientos…
La Venus romana tuvo que mirarse en la Afrodita de los griegos. Antes había sido Feronia y Flora en sus manifestaciones itálicas como diosa de la naturaleza. Pero la fuerza de Venus era imparable. Así lo es en la actualidad; el regalo de la vida del hombre es precisamente hacer vida con la mujer. Páginas enteras y llenas de imágenes nacen a cada rato a razón de sus pies, de sus labios, especialmente de su sonrisa, esa que siembra el sueño del progreso. Basta ver a una mujer sonreír para sentir que las cosas van a mejorar…
Saludos en letras…