¿Cuáles
son las probabilidades de la minoría?
El
hábito de cuantificar opciones, en el caso de las oportunidades y del tiempo
es, sin duda, una siniestra casualidad; ¿pero por qué siniestra? Digamos,
porque era la poco probable, entonces comienzan los prejuicios, pero al parecer
todo prejuicio supone tener una explicación…
“Autocompasión
es el sentimiento de pena hacía uno mismo que experimenta un individuo en
situaciones percibidas como adversas cuando dicha situación no ha sido aceptada
y no se tiene la confianza o la habilidad para adaptarse a ella. El individuo
autocompasivo cree ser víctima de una situación negativa y por tanto merecer
condolencia. La autocompasión es, de forma general, un sentir negativo que no
sirve de ayuda para tratar las adversidades
del día a día.”
¿Y
será que lo menos probable es una adversidad? ¿De ser así, por qué?
“Muchas
son las personas que cargan con este sentimiento dentro de sí, tratando de
conformarse con las situaciones, las adversidades. Es el camino más fácil para
quien quiere huir de retos y responsabilidades…”
Entonces
negamos de antemano basándonos en probabilidades, creándonos esa expectativa
que según nuestros supuestos cálculos no habría de ocurrir. Pero ocurre, ése es
el punto…
“La
lástima por uno mismo es uno de los narcóticos no farmacéuticos más
destructivos. Es adictiva; da placer al momento y separa a la victima de la
realidad”. John W. Gardner
Llega
lo adverso, qué mal, qué mala suerte la nuestra…
Una
persona así podría manifestar varias de las siguientes situaciones:
-
No dice directamente lo que se desea, sino que se expresa en forma de queja o
sufrimiento.
-
Cuando no logra alcanzar su objetivo se desespera, se lamenta y se queja de
manera excesiva. En vez de luchar por cambiar las cosas, se regocija y exhibe
sus desgracias describiendo a todos sus desdichas.
-
Busca protagonismo, con la pretensión de ser el centro de atención trasmitiendo
pena y forzando la compasión de los demás mediante lamentos y quejas. Al
victimista le gusta mostrarse como una persona a quien le suceden muchas
desgracias e injusticias.
-
Cualquier hecho negativo que le suceda lo exagera hasta el punto de que, en la
mayoría de las ocasiones, deforme la realidad; de forma que sobredimensiona lo
negativo y llega a perder la perspectiva real de las consecuencias de ese hecho.
-
Cualquier mínima ofensa es exagerada para mostrar que se siente discriminado y
manifestar que están en su contra. Suele pensar mal de los demás.
-
Suele acometer y criticar a aquellos que no le dan la razón o que no son como
desearía que fuesen, de forma que quien recibe la queja, lo percibe como una
exigencia, no pudiendo elegir con libertad.
-
Ante una discusión o crítica, adquiere una actitud defensiva, ya que considera
que la intención de su adversario es ir más allá de una simple discusión o
desacuerdo. Considera que le están atacando y que van contra él.
-
Si alguien accede al argumento de una persona así, podría; el autocompasivo:
renunciar a sus deseos o necesidades en vista de que su voluntad ya se ha
consumado.
-
No sabe asumir las críticas, se ofende y se enoja ante ellas, y sólo ve mala
intención en quien se las hace o cuando tratan de hacerle una corrección.
-
Se justifica la propia actitud agresiva como una defensa a los anteriores
ataques recibidos.
-
Ante un fracaso suele justificar su actitud y culpar a quien le rodea de sus
propios errores.
En
este caso; y en líneas generales:
“Si
no estás conforme con tu vida no busques culpables. El problema es que esta
actitud te impedirá darte cuenta que el único responsable de cómo vives eres
tú. Por lo tanto ha llegado el momento de cambiar, de escucharte. Si algo no te
gusta, inténtalo cambiar. Al final la actitud será lo que cuente… Con
frecuencia, el culpar a otros por nuestros problemas debilita nuestras fuerzas
y creatividad. No te dejes llevar a ese extremo, mírate y encuentra las fuerzas
necesarias; seguro las hay…”
No
es pretensión del delirio el dar recomendaciones cuando ésta autocompasión, a
mí criterio, es así como un mal colectivo, un virus, le está dando a todo el
mundo de alguna manera. Pero por no dejar, tampoco está de más tomar en cuenta
las citas…
“Valorar
los aspectos positivos en los procesos de vida depende de tus interpretaciones
de los hechos y de las decisiones que tomas con base en esa manera de ver la
realidad. La meta no es ser feliz; la felicidad es una consecuencia. La meta es
vivir los procesos con emoción positiva y entusiasmo…”
“Hay
que considerar que todas las personas nos movemos sobre la base de determinadas
creencias positivas que tenemos acerca de nosotros mismos, de los demás y del
entorno. El hecho de carecer de estas creencias nos paraliza y por tanto nos
impide la acción. En otras palabras, si no creemos que podemos ser capaces de
conseguir “algo”, ya ni nos lo planteamos de forma seria…”