“Según
los estudios antropológicos, ha existido desde épocas primitivas una
solidaridad entre los varones de un clan que los ha llevado a utilizar a las
mujeres de su clan como el don que les permitía entrar en contacto con otros
clanes. Esta necesidad social, una vez instituida, necesitaba de regulaciones y
prohibiciones que mantuvieran la circulación así diseñada.
Dos
han sido, pues, los tabúes que ese dispositivo puso en marcha: el del incesto y
el del acto sexual intermasculino, de modo que uno fuera la contracara del
otro. La prohibición del incesto obligaba a las mujeres a salir del clan; pero
este tabú no hubiera sido efectivo en toda su dimensión si, al mismo tiempo,
los hombres restantes de un mismo clan no hubieran aceptado la prohibición de
acercamiento sexual entre sí, que los forzaba a aceptar mujeres de otros
clanes. El tabú que pesaba sobre las relaciones sexuales intermasculinas venía
a reforzar, entonces, el principio de lo genital para centralizar su objetivo
en la procreación (con mujeres de otros clanes) y la difusión de la especie.
Esta explicación de los dos tabúes universales se apoya en lo que se conoce
como el sistema del don… ”
Del
libro Camp y posvanguardia, de José Amícola
…Y luego de unas cuantas, muchas, muchísimas cosas;
vino la religión como forma de hacer política, o quizás al revés, más actual:
vino la política como forma de hacer religión.