La contraposición de argumentos sale a flote como restos de barco hundido, casi precisamente en las orillas de la percepción…
No cabe duda que tienen que existir sentimientos históricos no aprendidos, deben haberlos; así no tenga sentido sentirlos. Hay quienes estudian complejos en la sociedad y hay quienes sostienen que el comportamiento, o las reacciones del pensamiento; van ligadas al lugar y al momento, incluso más que la sangre y los estudios genéticos. Creo que es más que eso y todo eso…
Quien antes optaba por la sumisión y el silencio al verse desprovisto de conocimientos, ahora replica, debate, complica; subsumiéndose a un simple precepto mayor que tal vez ataca más al corazón que a la economía…
Objetar como vicio, para la ilusión de la inclusión sin linajes ni incremento dinero. Tal vez una droga nueva, gratuita, apta para todo público. No todo humo gris a puerta cerrada nace de cigarrillos fumados y olvidados, no siempre es eso lo que pone los ojos rojos. Algunas adicciones se han descubierto apartando récipes, prescripciones y leyes, pero al menos se nos advierte. En cambio ésta: ese deseo de replicar, de objetar, de estar preparado para atacar sin escuchar ni razonar previamente; ésta nueva adicción del mundo, sin advertencia, sin efectos secundarios aparentes; ésta nueva droga nos confunde el odio, el amor y la indiferencia: para todo ahora hay una extraña pasión que no es pasión, algo parecido a la obsesión sin ser obsesión. Vale la pena pensar al respecto. Es como si nos obligaran pero sin estar obligados; así se han conseguido pasados alternativos sin tiempo, los poderosos no se equivocan sino hasta que admiten estar equivocados. Mientras tanto: debatimos supuestamente y nos informamos aparentemente…