lunes, 1 de octubre de 2012

Una respuesta…




Hazme creer: para poder crear; que al recrearte, el recuerdo se hace arte para en un presente suspirar, porque presuntamente, en donde te toques, mis vocales han de ser consonantes. Ya sabes por qué no te explicas y te acaricias. Por eso sonríes con rabia y te molestas con alegría, con la nostalgia…



Inspirado por los invernaderos…

jueves, 27 de septiembre de 2012

Entonces por qué me mira. Porque tú también has de callar…


La manía de buscar peores, para bien hacer justo a lo malo, suele formarnos conformes. Una bella persona se dice cuando se le ha de ver fea por fuera. Obviamente no refleja su belleza interior. Así dicen y así nos justificamos, el pasado referencial en el que se tabica la conveniencia. Una mujer me miraba y en su mirada me decía tanto, mucho: supe que no era joven ni por dentro, supe que ha pasado tiempo, supe que la consideraban una bella persona. ¡Yo qué podía hacer! Ser testigo y cómplice al callar y sonreír, porque la omisión era la única acción que podía ejecutar, y no por las apariencias, a mí también me dicen bella persona, pero ese no era el tema, ni la voz del mensaje, era la sonrisa respuesta; otros temas se han de reponer y deponer. Un chiste ajeno tomaba el lugar del diálogo, ahora el rictus era por cortesía. Seguimos con el mensaje y sus tantas claves. ¿Le puedo ofrecer algo? Si, pero no tengo hambre, sed, ni ganas. Yo no sé bailar esta tonada. No quiero bailar. Entonces por qué me mira. Porque tú también has de callar. La llamé aparte, pero sin qué decir ni contar. Es muy cómico esto, tan joven y tan cansado. No sé entenderle. Claro, no estamos hablando de lo que nos dijimos callando. Vamos a sonreír entonces. Mejor, vamos a reírnos del chiste, que todavía no ha terminado…

viernes, 21 de septiembre de 2012

Conversatorio de taberna…




Dos birras, por favor. ¡Qué! ¿No quieres? Sólo los tontos vuelven a la oficina un viernes de quincena. Si tú lo dices; me encanta tu epicúreo concepto, este sitio es hasta feo, pensé que nada más comeríamos. Epicúreo será tu madre, por si acaso…


Sin duda, el contendor por excelencia es la pareja. No si son equipo. ¡Equipo! Tu pareja celebra tus triunfos únicamente cuando los suyos están a la par o por encima, o cuando percibe algún beneficio por tu presunta victoria; la derrota ya está declarada, a todos les molesta el logro. A mí no. A ti también, viejo. El hecho que no lo digas no implica que no lo hagas, o peor; que no lo sientas así. El confort del progreso ajeno descansa en el hecho de que tengas logros propios. La comprensión estriba en la competencia. No te molesta que a otros les vaya bien porque no compiten contigo, porque tú compites con otros otros. Basta que hagas un opositor y verás que hasta te harás chismoso, cosa que, según tú, tanto detestas. Ahora que mencionas al chisme, fíjate que mucha gente confunde opuestos, sobre todo eso de peor mejor. Las comparaciones molestan, y molestan por lo que dan a entender. Estamos en lo mismo; otra ronda. ¡No y que no querías! Bueno, ya estamos aquí…


Como te decía, las comparaciones; tengo amigos constantemente emprendedores en la búsqueda de algo peor, es increíble; el hecho de que haya algo más desventurado justifica el infortunio propio. Hasta los políticos caen en eso. Si, compiten por los errores y no por los aciertos. Es que el acierto es encontrar el error. Exacto; tal como los amigos. ¿Dónde y quiénes no son así? No sé, nadie; en ninguna parte, supongo. ¿Qué te dijo tu mujer? A mí, nada, ¿Por qué? Bueno, empezaste diciendo que el contendor, que la pareja. No vale, pensé en voz alta, el resto es sólo un repertorio de pasto y miércoles que me provocó agregar. Por cierto ¿Qué es Epicúreo? Olvídalo. Mira, termínate esa birra que tenemos que regresar a la oficina. Siempre tan tú…