lunes, 1 de junio de 2015

Fuera de escena




En un intento un tanto fallido por darle sentido a algunas palabras, entiendo que cuando nos dirigimos trazamos una ruta,  una ruta que ha de tener un destino. Para el Teatro alguna vez la omisión fue algo obsceno, pues lo que no se hacía sobre las tablas se escondía en el pensamiento, en el pensamiento de cada uno de los presentes en la obra, en cada uno de los espectadores…  Quizás por eso ese silencio se reviste con una caja negra. Eso es lo que ven los actores y ese su empeño por que así se mantenga, hasta que se prendan las luces y llegue esa gloria que llaman aplauso y que luego se bañen todos de ese frenesí cuando el público se ponga de pie. Pero no siempre ocurre, como no siempre hay orgasmo en el sexo, como no siempre hay goles en un partido de fútbol ni jonrones en uno de béisbol. Pero pasa, y cuando pasa, es increíble, así dure un par de minutos, pero son ese par de minutos por lo que la eternidad es relativa y el recuerdo absolutamente inolvidable: volvamos al silencio y del teatro a la vida, lo que no se actúa, porque se omite, se pasea por la obscenidad: el amor es obsceno por sincero; leí por ahí, o porque no se actúa, supongo yo… entonces viene el aporte con el tiempo, lo callado o sincero que no se pone sobre las tablas; sino que reposa en el pensamiento, ataca a la moral, moral que resulta ser del teatro, y el teatro es arte y el arte es una forma de decir la verdad, pero entonces la verdad es obscena porque no toma lugar en las palabras sino en el silencio; y aquí es cuando nos confundimos y el tiempo vuelve a aportar… Hoy en día, obsceno, en silencio o no, actuado o no, es contrario a la moral. Una moral impuesta por convenciones en las que no participamos pero que debemos porque sí  acatarla. Entonces, más o menos, según la región, tenemos todos un concepto parecido sobre lo que podría ser un acto obsceno… Pasa algo afín con la pornografía. Según su origen, tiene que ver con prostitución y comercio (aquí podríamos delirar juntos, comercio con prostitución fuera del teatro, pues es obsceno, pero quien impulsa esto no lo ve así; cada quien ve qué hace con su cuerpo, no me corresponde juzgarlo) Entonces: cuando el comercio entra en lo obsceno caemos en lo pornográfico y sin meter a la prostitución, porque la moral se nos tambalea y las costumbres se nos rebelan (con b de rebelde, aquí no hay revelación alguna): vemos el precio actual del dólar, lo que cuesta la mercancía que en otros países es de segunda, el precio de lo que no producimos (y por qué no lo producimos) el discurso político, las medidas económicas, las crónicas policiales y la salud pública entre otros; otros muchos más... No sé para ustedes, pero para mi moral, esto está fuera de escena, es decir, bastante obsceno… y pornográfico… y hay quienes les gusta esa pornografía…


jueves, 21 de mayo de 2015

Una necedad necesaria o una necia necesidad…


Del gesto como gusto paso al gasto como vicio, por supuesto; no me gusta. Paso horas valiosísimas (al menos para mí) frente a una computadora, parpadeándole a las frases que van abriéndose camino: hechos noticiosos en su mayoría. Espero, ávido, la gran noticia; quiero ser el primero, quiero ser uno de los que se entera que en un día como hoy y a una hora como ésta; se acaba de divulgar el hecho que cambiará nuestra historia. Lo que no sabría explicar es por qué quiero ser el primero. Se me ocurren algunas excusas: vanidad, la vanidad suele ser siempre la razón de mucho, pero qué tanto, al fin y al cabo haría falta el reconocimiento; el mérito. Una dupla interesante ésta que les acabo de mencionar. Diría que por ego, pero qué va, el ego es lo que resulta de la dupla con mi primera excusa. Por moda, y por tanto: inducida; tenemos ésta cuestión no se qué no se cómo por la que hay que decirlo todo y de todo, pero no me convence; la moda es más el repetir sin verificar, al final esto es una simple fórmula: ego es igual a moda por la suma entre vanidad más mérito. Pudiera mencionar más, pero entrarían fácilmente en la fórmula. No es descabellado escribirles que también puede ser por fe, esperanza; esa necesidad de creer que las cosas van a mejorar, que este esfuerzo cotidiano no es en vano, que sí, que sí hay una recompensa por la que vale la pena el cansancio. Fe ésta que nos lleva a desesperarnos. Creer se nos vuelve un vicio, entonces se confunden el raciocinio y el lapsus (ya no sé cuál es cual) y viene el delirio: por qué coño los verbos en las noticias se escriben en futuro. Fulano de tal hará, Zutano investigará, Mengano discutirá… para bien y para mal el futuro no es un hecho, así que tampoco puede ser noticia. Quizás por eso la desesperanza… porque los verbos del futuro deben hacerse presente…

Cantó Cerati: el tiempo es arena en mis manos…







miércoles, 13 de mayo de 2015

Imaginemos a tres personas…




Estaba leyendo y como suele ocurrir, tuve que detenerme. No fueron las obligaciones, bueno, sí, pero no por eso voy escribir ahora; tampoco fueron las preocupaciones: esas las dejo para otra entrada. Se me han combinado ciertos pensares, Pamuk tuvo la culpa. Sus citas serán en otra entrada, pero quizás no, o bueno; quizás no acerca de lo que tengo en mente… 

Imaginemos a tres personas: Leo, Tina y Pablo, tres personas que se relacionan; tienen algo en común que las ubica juntas en un momento determinado y que, dada cierta frecuencia que les incluyo, puedo decir que están dentro de un círculo: amigos, conocidos, compañeros de trabajo, de estudio; algo de eso... Es de suponer que cada uno tiene características propias que lo definen, pero ahí es adonde llega esto, y la lectura; y las ganas de escribir… no son tres personas, no, son tres cuerpos, de los cuales al que llamo Tina, tiene, digamos, otra Tina dentro de sí que piensa, siente, calla y grita según lo que vive. A ella quiero llamarla la Tina de Tina: un ser que no sólo habita ese cuerpo sino que tiene la facultad de crearse otros seres, a partir (del delirio, no, no es el caso) de la interacción, luego, con algo de constancia y, por supuesto, sentires y pensares y todo aquello; tenemos, dentro de su mente: a un Leo de Tina y a un Pablo de Tina también. Claro; cada persona con la que se topa habrá de hacerse un espacio en su ser, pero intento que esto sea breve, y ya creo que está lo bastante enrevesado; como he escrito al principio: imaginemos a tres personas… 

Pasa lo mismo con Pablo y con Leo, en ambos yace una Tina, muy diferente en cada uno, y es obvio, por eso no siempre pensamos lo mismo de alguien: no creo que el hijo del presidente tenga el mismo concepto de su padre que tiene el pueblo al cual gobierna, por ejemplo… En Pablo hay un Leo, y viceversa, y bueno: ahora las circunstancias… 

Pablo presenta atisbos de malcriadez, de niño le faltó atención de sus padres y éstos la compensaban con complacencias nocivas a beneficio de no ser molestados (un punto delicado; cuando los hijos molestan) Pablo aprendió a hacer del berrinche un medio para un fin, y así creció, y bueno, bajo parámetros como el mencionado es como Pablo crea a sus seres, un Leo y una Tina que no son un fin, sino un medio. Pablo se enamoró de Tina… 

Leo. Leo fue novio de Tina durante cierto tiempo mientras estudiaban en la universidad. Años más tarde conocieron a Pablo, cuando los mandaron a hacer las pasantías. Pablo ya trabajaba para ese entonces, pero el flechazo no nació ahí, ni tampoco la ruptura, para ese momento eran sólo tres personas… 

Tina, bella, mujer, emprendedora; muestra ese leve complejo que muchas personas de origen humilde no logran superar. De ahí le nace la muy conocida vanidad simulada, una cosa que los hombres atribuyen al género, pero que el que teclea éstas palabras no lo cree así. Impecablemente vestida, siempre, y siempre acorde a los designios de la moda. Se conocen, y la convivencia les dio la oportunidad… 

Pablo y Tina hoy son novios, pero la Tina de Pablo siempre suele diferir con la Tina de Tina, sin embargo; ésta última siempre termina inmolándose para que el complejo se mantenga, pero cuando la Tina de Tina está a solas, se refugia en Leo. Pero no en el Leo de Leo, sino en el Leo de Tina, ese caballero al que sólo le faltó dinero para verse como un príncipe. Cosa distinta al Leo de Leo que más bien tiende a la anarquía, y que cuya Tina, es, nada más que un consuelo del pasado… 

A pesar de las diferencias, los cuerpos responden a sus memorias. Algo que Pablo aún no sabe, porque su Leo es sólo un adulador, un compañero de trabajo al que él, por lástima, lo llama amigo. Lo que no sabe el Pablo de Pablo es que el Pablo de Leo es un imbécil, y cornudo; pero el silencio hace que las muecas tomen el lugar de los seres de cada uno. De ésta forma, cada mañana, tres personas que imaginamos se dan la oportunidad de sonreír y tomarse un café…