jueves, 5 de febrero de 2015

«pero podemos creer que sí…»


Me gustó lo del espacio pensado. Eso de que el intelecto ve, se nos hace interesantemente borroso. Muchos puntos de vista, mucha miopía que ya los lentes ideológicos no pueden controlar…
El escrito que leía hablaba de los espacios: percibido, concebido y vivido, pero era un tema un tanto mucho algo como para gente más estudiosa y con más ganas de leer que de escribir, así sea que escriban mal; como quien les sirve éstas líneas y les agradece de antemano la paciencia y el decoro de poner sus ojos aquí. Dicho esto, prosigo: El ojo conoce, y cito: “es la principal vía por donde el intelecto puede apreciar plena y magníficamente la obra de la naturaleza” (…) “La alianza entre el ojo y el intelecto ha sido lo determinante entre nosotros, sin ignorar la concomitancia subversiva de [la] hipótesis, de prácticas y de búsquedas que, desde siempre, cuestionaron [esta suerte de] estructuración, aunque nunca lograrán reemplazarla como tendencia hegemónica «pero podemos creer que sí…» que hubo de marcar todos los condicionamientos culturales del espacio, desde las teorías más abstractas hasta las conductas cotidianas menos trascendentes. Nuestra visión nos ha abierto un universo geométricamente construido, y, a la inversa, la geometría ha ordenado nuestra visión y nuestro espacio…”
A propósito del espacio vivido extraigo que “El espacio habitado por el cuerpo propio es un espacio geométrico, abstracto, pensado por la conciencia…” además hay una frase interesante: “la perspectiva de la verosimilitud permanece felizmente bañada por el recuerdo de las perspectivas imaginarias…” y partimos al delirio: vivimos en una permanente dualidad que nos bifurca la percepción, dado el concepto de espacio que nos hace pensar y concebir según lo que nos dicen;  por ende, condicionamos la vista de nuestro intelecto, así como el conocimiento de nuestros ojos. Finalmente nos volvemos pasionales con el criterio y, compramos al mejor postor, unos buenos lentes que nos hagan ver el hábitat según la ideología de turno. «pero podemos creer que sí…»

martes, 3 de febrero de 2015

Miami Inc.




Nos mandaron a desalojar, sí, justamente cuando estaba comentando lo del papel higiénico y lo poético que era todo el asunto… no creo a estas alturas que alguien dude de ésta orquesta: estamos en el gran crescendo…  Lo poético, bien: el papel con el que nos limpiamos, luego de hacer lo que todo el mundo hace; nos llega del mismo sitio al que nos dijeron que no debíamos volver, ah, y si volvíamos, pues nos darían menos recursos…  Estamos en la calle, suponiendo, oyendo lo que otro dice para hacer nuestra propia versión de la historia: hay una amenaza, y una amenaza será un motivo, y un motivo servirá de pretexto. La orquesta ha de prolongar su crescendo y; esta noche, quizás mañana, volveremos a saber lo que ya sabíamos pero sin terminar de querer saberlo. Cómo, bueno: todos escuchamos a algún experto diciendo, luego de lo ocurrido, que se sabía que iba a ocurrir… regresan los resentimientos investidos de causas nobles para lucha por la justicia, y justicia ahora es que todos paguemos. Entonces la justicia tiene un precio. Pero no importa, porque ahora el precio es justo; y he ahí otro poema: una ley que justifica un precio, por cierto, para pagar el papel higiénico del que justamente estaba comentando cuando nos mandaron a desalojar…

viernes, 30 de enero de 2015

¿Queríamos equivocarnos?


Es curioso que para llegar a intuir, hayamos pasado por contemplar y por proteger, al menos eso se dice de su origen, pero, la verdad; tiene mucho sentido. Si nos ponemos a ver, la intuición no nos nace de cualquier cosa; suele haber un sentimiento en el asunto, probablemente en algunos casos, se trate de curiosidad, pero en general intuimos a propósito de alguien, o algo, de lo que sentimentalmente no nos apartamos… Sí. Tal vez ese algo alguien alberga en nosotros alguna suerte de atesoramiento, y de éste último la contemplación, quién sabe. O quizás sea al revés y de tanto mirar y sentir, nos da por proteger. ¿Proteger de qué? ¿De quién? De lo que nos dice en silencio esa intuición… Ahora bien, por lo general los orígenes en las palabras nos relatan sus sonidos y sus significados previos (a la gente le da por asignar nuevos significados a palabras viejas, aunque estoy convencido que eso no es casual)  y bueno, da la casualidad que sospechar, también fue mirar, contemplar; entonces nos confundimos un poco: intuyo, luego sospecho o, sospecho, luego intuyo. Deliremos: queremos proteger, protegernos, quizás porque conocemos del posible daño, por lo general un daño perpetrado por nosotros, o un trauma, porque alguna vez fuimos víctima, entonces intuimos, sospechamos y corroboramos… y no nos equivocamos; ¿por qué? ¿Queríamos equivocarnos? Creo que no, pero sin duda es curiosa esa forma de mirar y de proteger…