Nos hemos reunido para discutir los espacios que compartimos en este escenario. Felicidad y Yo necesitamos público, necesitamos ser notados para que la obra de la vida tome un lugar en el festival de la sociedad. Tristeza, por el contrario, es la única que puede declamar su guión detrás de puertas cerradas; sin audiencia, sin planes de ver su nombre en alguna programación. No necesita máscaras de sonrisas ni miradas que le sostengan las lágrimas; ella goza del privilegio de la clandestinidad sin caer en ilegalidades. Nadie pregunta dónde está o hacia dónde se dirige, ni siquiera si verdaderamente se dirige o es dirigida; es la más auténtica, la que no necesita recursos de actuación, es libre; sola, a diferencia de nosotros.
Cuando nos escondemos para ensayar nos buscan, nos espían; a Ella, cuando la ven, casi nadie se le acerca. A veces nos toca aceptar en silencio que la envidiamos; ya que no por estar todos en este Teatro, en esta persona que nos usa en mente y acciones; nos logramos exhibir bien todos juntos. Yo ni siquiera sé qué articulo va conmigo; Felicidad y Tristeza se adornan con “La;” a mí tal vez me tendrían que pensar en inglés para vestir un “The…”
¡Ah! Otra muestra para la gente; ¡Felicidad, acompáñame; deja a Tristeza trabajar tranquila!