Se reclaman sin clamor los mundos del mundo.
La mala costumbre de soñar sin invitados
y el vicio de imaginar a personas que no existen en esta vida;
una vida que se comparte en la conciencia de quien te observa:
de quien nos ve cuando no hemos de estar juntos;
cuando cada uno caminamos tomados de la mano,
separados;
pero juntos…
pero juntos…