lunes, 1 de agosto de 2011

Verdades


Considero pertinente opinar, en lo que respecta a este delirio; que las verdades tienen propietario, y como en el Derecho me están enseñando; el propietario y el poseedor, no tienen por qué ser la misma persona siempre…

Me preguntaba si una verdad propia del mundo: es esa en la que quienes proponen y disponen sobre una situación; no suelen ser quienes la viven. Cosa que define muchos pasos callejeros que se enredan entre hilos de dudas. Pero mi delirio, que sigue aprendiendo a coser; lleva a las dudas donde reposan las excusas. Por lo que ya con tela de atrevimiento, expongo: hay gente que posee verdades que no le pertenecen, las cuales usan como excusa para esconderse; para reñir con los demás…

Dos personas fácilmente resbalan en argumentos y contraponen sus verdades ajenas para iniciar una disputa; para crear controversia entre los espectadores (siempre hay espectadores).

Tal vez, y sólo tal vez por eso: suelo ver Gatos contraponiendo verdades propias de los Perros; así como Perros discutiendo verdades de Gatos

domingo, 31 de julio de 2011

Poema cinco de aquellos veinte…




POEMA 5
Pablo Neruda
(12/07/1904 – 23/09/1973)


Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.

Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.

Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.

Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.

Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.

Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.

Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.

El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban.

Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.

Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.

Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.






Para que tú me comprendas, 
me visto de silencio; 
y me llevo las palabras a los bolsillos del pantalón que dejé de usar. 
Ese; 
que más que mío es tuyo. 
Eras tú quien lo alejaba de mi cuerpo…

Allá (con él) ha de estar mi voluntad de hablar…



Por cierto:
En un beso, sabrás todo lo que he callado…