lunes, 30 de abril de 2012

Por aquí por allá…




Cae la tarde bajo edades del Sol, se saludan y se despiden las sombras y los reflejos. Sonríe una luna por verse desde el día y el día todavía no ha sido de la noche. Se anuncian algunas estrellas, el cielo cambia sus azules; nos toca prender las luces. Manos sobre palabras para no perder ideas, para que el orden se mantenga: toca una pausa para asimilar. Planes de hoy para mañana y deseos del mañana para hoy. Se juegan los tiempos mientras se pasa la página: nacen ganas de subrayar. Una cicatriz para el libro: esa necesidad de no olvidar. Las personas también tienen líneas que unos tachan y otros remarcan: algunos cuerpos han sido releídos. El gusto es íntimo y silencioso cuando la música es la única invitada a las ganas de escuchar. Siguen las manos sobre el texto. Un reloj, una hora: volvemos inevitablemente a evocar. Yo por aquí y tú por allá, buscando palabras mismas en libros distintos. Se mueven los labios pero es sólo la música. Deseos de hoy para el ayer y planes del ayer para hoy. La cama, la calma; las palmas: el alma. Nos despedimos sin saludarnos: tú por aquí y yo por allá…


viernes, 27 de abril de 2012

Testigo




Sin fe confesaban al haberse visto caídos: corríamos y resbalamos por no saber frenar. Desconocidas las caras con tanto espejo roto, mucho gesto sin rostro y mucho rastro que nada gustaba. La molestia con el tiempo es indiferencia y así se empiezan a permitir prohibiciones. El vendedor salía de soslayo por el portal del enrejado, para su suerte, a medio cerrar. En un principio, la situación se agravaba, pero nadie tenía qué gravar. Los insultos, que con el ruido se suman a un ruido mayor, usualmente, no definieron reclamos. La sangre suele saber tomar su lugar para gritos y silencios. Llovía, todos los sabían. Cuando el cielo viste gris la gente debería vestir colorida; como aquella mujer de turquesa que llegó a aquel sitio sepia. Caen el vendedor de espejos y la pareja de la moto, todos vestidos de negro…