lunes, 17 de junio de 2013

El inteligente pobre: Todo fue, una vez más, literatura y facundia…


- Hay ciertos momentos en que tengo presentimientos. Quizá haya algo de locura en esto…  Levantó los ojos vivamente, pero no contestó. Notaba que mi presencia era una tortura para ella y quise ponerle término. Fui hacia la puerta. ¿No quería abrazarme ahora? ¿Ni darme la mano? Me paré, esperando.
 
- ¿Se marcha usted? – dijo, permaneciendo inmóvil junto a la chimenea.
No contesté. La miré sin hablar, humillado, desconcertado. ¡Todo lo había echado a perder! No parecía importarle que yo estuviese dispuesto a marcharme; y, de pronto, la veía por completo perdida para mí. Busqué algo que decirle en despedida, una frase acertada, honda, que la penetrase y pudiera influir en ella un poco. Y contrariamente a mi decisión de ser frío y altivo, empecé sencillamente, agitado, vejado, herido en lo vivo, a hablar de futilidades. No encontraba la frase que quería y hablaba totalmente aturdido. Todo fue, una vez más, literatura y facundia.
 
- ¿Por qué no me decía clara y simplemente que debía marcharme? – pregunté –. Sí, ¿por qué no? No tenía por qué enfadarse. En vez de recordarme que la criada iba a volver en seguida, podía haberme dicho simplemente: Ahora es necesario que se vaya usted, porque tengo que ir a buscar a mi madre y no quiero que me acompañe por la calle. ¿No era esto lo que pensaba? Bastaba muy poco para ponerme en la calle; el solo acto de tomar su abrigo para dejarlo en seguida me habría convencido. Como le he dicho, tengo presentimientos. Y tal vez, en el fondo, no era la locura…
 
(…)
 
Proseguí (…) En el fondo, podía tenerse un alma delicada sin estar loco (…) El inteligente pobre es un observador mucho más fino (…) El pobre mira a su alrededor a cada paso que da, espía suspicazmente cada palabra que oye a las gentes que encuentra; a cada paso que da él mismo impone a sus pensamientos y a sus sentimientos un deber, una norma. Tiene el oído fino, es impresionable (…) su alma tiene quemaduras…
 
- ¡Ahora me voy!

 
Fragmento de Hambre, de Knut Hamsun

martes, 11 de junio de 2013

Picaresco


Bien el entorno ha engrandecido a ciertos géneros literarios. Leía por aquí y por allá en mi empírica búsqueda del saber cotidiano, y lo exclamo: ¡qué más da! El día a día ha hecho pasados presentes de afuera hacia adentro para que así lo representemos al revés.  Llega a mi lectura alguna información de  La Picaresca y se me hace interesante entonces resaltar, quizás porque ya he saltado, o porque a lo mejor es que estoy volviendo a saltar. La sociedad hace del pícaro un héroe moderno, fruto por su puesto de la posmodernidad. Esto sugiere pues que el ideal de la sonrisa devenga en hacerle frente al caos urbano, pero no combatiéndolo, más bien formando parte de él. Para casi todo hay un trámite y quien no espera lo paga, sin embargo el creerse vivo (pícaro) lo lleva a pedir rebaja. Hay – como diría Sábato – tarifas para pagar la cuota de dignidad dando limosna. Sonreímos. En La Guerra de Las Galaxias los Jedi simbolizan a los Caballeros del Romance, pero con un toque Samurai y aparte diplomático, eran vírgenes pues no conocían el amor, salvo y ahora sí; por supuesto, el caso de quien se convertiría en Darth Vader. En mi galáctica rutina los mundos coexisten en el mismo planeta, es más, en la misma ciudad, y bueno, los Caballeros de la Orden de por aquí preservan al entorno así tal cual como está, como seguirá estando, hasta que llegue un Neo para ésta Matrix. Por ahora los garantes celebran sus victorias enseñando sus marcas de guerra y relatando sus épicas batallas; más de una vez me ha llegado alguna fotografía de una botella del algún licor, o de un rayón por conducir ebrio al corcel de cuatro ruedas, o de dos, para ponerlo a dos patas. Cambiando los canales del televisor vi un comercial donde la princesa, una especie de caperucita, prefería más bien al lobo feroz. El lobo en el comercial debe ser un pícaro sin duda. Así pues, la literatura – Star Wars también la hay en libros (que nunca leí, claro) – ha venido contando lo que hoy pasaría, y así pues (otra vez) está pasando pero sin terminar de pasar, como el Reggaeton, todo un cántico para enarbolar las nuevas batallas por venir.  Alguien muy especial me dijo que era un resentido (conversábamos algo por el estilo) y sí, tal vez lo sentí nuevamente cuando me lo dijo. Pero la pretensión de esto no yace en mi yo con ellos, si no en lo curioso por lo profético. Sonreí pero ella aún seguía seria (sería). Creo que me hace falta alistarme para alguna de estas guerras venideras. Creo que en la resignación está la respuesta…