miércoles, 17 de julio de 2013

Tenemos suerte, orgullo y delirio...


En mi búsqueda errante y en mi empeño en delirar (más que en deliberar) se me agruparon unas cuantas palabras que por alguna razón han fluido en una idea con música; mientras escuchaba ese coro: we’re up all night to get lucky… pensaba en el orgullo, en sus distintas manifestaciones. Algo encontré por ahí interesante, algo para compartir y quizás por eso algunos desvelos: para tener suerte y para, absorbido en alguna modalidad de orgullo, develar una simple inseguridad…
Traigo a colación:
Conductas que definen un orgullo nocivo para la vida
Luego de tantos Sis, un No igualmente condicionado: cuando no eres ni estás seguro frente a un momento, sea con algo o con alguien. Un orgulloso a veces lo que quiere es no ser descubierto, no siempre se sabe qué hacer al no poder esconderse, la pretensión a rasgos genéricos es un motivo para darle gestos al rostro y ademanes al cuerpo. Ocultar algo nos sirve para exhibir un buen repertorio de ojitos…
Encontré un blog con otra postura: Admiro a la gente que sabe tragarse el orgullo teniendo una serenidad y templanza dignas de admiración… Aquí pues es el orgullo el escondido, entonces como que sí, como siempre vale la pena esconder algo…
Ocultamos mostrando y lo demostramos: en la voz que no dice y en las miradas que no ven; en la sonrisa que no se explica, en la rabia que no solemos contener…

martes, 16 de julio de 2013

Ése se…


Cinco días
sin todas sus horas,
pero con vastos pocos
momentos a solas.
Como reto
o como rito
callábamos a ratos.
Meras moras
y muros en palabras

para mirarnos de lejos,
sin lujos,
pues la distancia no estuvo
sino que estábamos ahí,
o allí;
aquí el haber no debe;
ha debido;
pero nos pagamos,
sin pegarnos,
las bocas en silencio
se fueron calmando,
empezaba a hacer frío
y
necesitábamos abrazarnos.

Luego te soñé y me vi despierto
esperando tu primera mirada,
me viste,
y sonreíste;
ya el discurso fue más de los labios,
de las lenguas,
y de muchas ganas de decir te amo,
con el cuerpo,
con el tacto,
el alivio vino y nos fuimos,
así fue:
regresamos.
Ya para entonces
los cariños fueron invitados;
podíamos decirnos al sentir
así como
sentirnos al decir,
pero no hizo falta seguir hablando,
estabas en mis brazos,
en mi pecho,
dispuestos a seguir callando,
complacidos
y con mucho por hacer…