miércoles, 12 de febrero de 2014

Soñaron los niños con computadoras en sus cabezas…


“La frase 'todo tiempo pasado fue mejor' no indica que antes sucedieran menos cosas malas, sino que -felizmente- la gente las echa en el olvido.”
Ernesto Sábato, El túnel


Fue lo que pensé cuando lo vi pero no porque me produjera burla sino por el posible significado.

El hecho de exhibir lleva implícita cierta carga de orgullo un tanto arrogante y no siempre es seguro; algo así como que lo muestro porque lo he de resaltar, sea por mi voluntad o por su mérito per se… entonces nacen unas pocas preguntas ¿tan bueno como para estar orgulloso? ¿tan orgulloso como para mostrarse arrogante? ¿No será más bien que no están seguros? No se sabe, pero quieren simbolizárnoslo a partir de la exhibición… Lo apresurado da atisbos de improvisación y esto último nos dice que el tiempo no fue aliado de las ganas, puesto que lo previo fue un instante y un instante, en este caso, nace de una ocurrencia, no de un plan…

Decimos esto porque la ocurrencia de mostrar (por orgullo o arrogancia) es – y aquí sí – con seguridad, para ocultar ¿pero por qué? Una verdad es imprudente cuando la conveniencia descansa sobre las mentiras, como cuando se le baja el volumen a la música, sigue ahí, sonando, ávida por descargar pero controlada a silencios de ruido, quizás porque molesta, perturba, pero ahí sigue, melodiosa; oculta. Hasta que alguien le da volumen y se apodera del momento y de las voces, los labios presentes; de no cantar pues: amuecan, y no les queda de otra, el momento fue canción como lo escondido un día será descubierto, revelado, y así por fin entenderemos que la mentira no fue una excusa sino un recurso, y que hizo falta, o no, y que la verdad pesa, como también libera… Nos inconformamos, a partir del delirio, así como unos exhiben para ocultar otros ocultan para exhibir, porque entre el orgullo y la arrogancia pues, la inseguridad es su péndulo, su columpio, o más bien quien da peso a sus balances. Entonces; mentimos con honestidad o, decimos la verdad con hipocresía… Habrá que mediar, acordar y acordarnos cuando nos sintamos distintos. El desfile aun no termina, los problemas tampoco…

Saludos y respetos…



viernes, 7 de febrero de 2014

Apuntes sobre la ilusión




Lo que empezó como una burla se hizo también un juego. Una costumbre que no data de muchísimos años; “la viva esperanza, las expectativas favorables depositadas en personas o cosas.” Los significados cambian con el tiempo y como signo de una conveniente y convenida evolución de las palabras. 

En un intento por delirar, pareciera que la unión de unas cuantas sílabas tiene un valor cual dinero circulante en billetes de baja denominación. Unimos varios para dar con una cantidad mayor, para alcanzar el precio de eso preciado; bueno, así se le toman a las palabras: inflación y devaluación, conversión y control cambiario. Ya Galeano habló una vez de inflación palabraria, yo me refiero a usos alternativos, tipo contrabando, o chanchullo; como decimos aquí… 

Tomemos un papel en blanco, escribamos con tinta, con grafito o con tizas, con un portaminas casi dañado del que sólo se puede esperar rasgaduras para el papel, bueno, con cualquiera de los mencionados, luego tratemos de borrar para escribir de nuevo; una misiva, una confesión de frustración. Enseñémosla a alguien, una, tres, cinco y cualquier impar que se nos ocurra en veces; siempre quedará la curiosidad de qué hubo escrito antes, más aún que el mensaje de ahora, y eso pasa con las palabras, que siempre albergan un par histórico y distinto y cuya carga se deja entrever a causa del tiempo y de las veces (y no debe ser casualidad que para el inglés ambos sean time)

¿Pero cuándo dejó la ilusión de ser burla para ser esperanza? ¿Qué fue ilusionarse?

Para quienes hoy en día respiran, la ilusión es un motor de vida que bajo ningún concepto debe dejar de funcionar, eso hace que entre en el comercio, que se venda, que se rente y que se pague con el fruto del trabajo. 

Lo que le vemos a las celebridades, lo que se pone de moda, lo socialmente admirable, los temas de conversación; el sensacionalismo – y no como vicio periodístico, sino como grandilocuencia de lo vivido – “la vida no es la que uno vivió sino la que uno recuerda…” ¡Y vaya cómo la contamos! 

No en balde la ilusión, que etimológicamente empezó como un juego, sea hoy en día destino de nuestra pasión y despecho; tal como el amor…

¡Salud!