lunes, 24 de marzo de 2014

Shukran


Palabra hermosa donde las haya, aquí en nuestro mundo occidental y en todos los rincones del mundo.

Shirán me la nombró hoy, junto a la parada del autobús, sentado como cada día allí estaba él, sobre esa mantita raída que le apartaba del frio y la dureza del suelo, la mirada triste, perdida, con ese cartel gastado por el aire y reseco por el sol, lo mismo que su piel arrugada y curtida.

Hace un tiempo, observé cómo un muchacho pasaba por su lado mientras fumaba un cigarrillo, acababa de encenderlo y Shirán le miró con timidez y deseo, el muchacho entendió que ese cigarro de mañana temprana lo había encendido para aquella persona y eso fue lo que hizo, se lo entregó de su boca a la de él y éste agradeció el gesto con una mirada cansada y al mismo tiempo casi feliz.

Se quedó grabado en mi mente ese instante y hoy al pasar junto a Shirán, el hombre que anuncia su pobreza en un trozo de papel, llamó mi atención, rebusqué en mi bolso y encontré un paquete de tabaco con cuatros cigarrillos y un mechero junto a ellos, me acerqué, estaba sentado sobre su pequeña manta y la cabeza inclinada, sus ojos estaban cerrados, como si durmiese, como si meditara en lo cruel que puede ser la vida en un país extraño, donde nadie te entiende y apenas te miran al pasar… me acerqué y le toqué el brazo, le entregué el paquete con los cuatro cigarrillos y él, mirándome, sonrió… sólo me dijo Shukran y agachó la cabeza levemente como signo de gratitud… vi llegar mi autobús y le eché el alto como cada día, solo que hoy había sido un día diferente, no sé si para Shirán, pero sí para mí.

Shukran es gracias, una de las palabras más bonitas que existen en cualquier idioma, en cualquier país… una de mis palabras favoritas con la que agradezco a la vida el poder estar en ella y sentir.

Hecho real. A las 16.15 de esta tarde de lunes.
V. Jaramillo

lunes, 17 de marzo de 2014

Piece


Paz en inglés también suena a pieza y pieza en español también es una canción, ésta a su vez es parte de un recital y con letras incluso se espera ovación… Queremos paz y queremos aplausos: la paz es el camino, ¿no? Bueno; he ahí la cosa, que no sé si pueda fungir de pieza, ¿hasta qué punto hablamos de paz y no de sumisión? Los organismos se engrasan con estos aceites nuevos que se recitan en fotos y redes sociales, los argumentos se han puesto muy resbalosos, de ahí que los líderes caen, quizás por petróleo; la economía se basa en piedras de aceite, pero como pensamos comestibles, la disidencia se avinagra… vienen tiempos de reciclaje y por lo tanto todo sirve y se rescata, las tres erres para seguir pretextando. Toda confrontación desea a un vencido, pero nadie tiene la valentía de no sentirse ganador… Se pujan lombrices de inconformidad pero que sea otro quien se arriesgue. La lucha se filtra por falta de mantenimiento en las vías, el mensaje medio llega y medio se pierde; la confusión por lo visto convence y muchos regresan a sus butacas a seguir viendo el show… Al final todos comentan, aprueban; desaprueban, los tiempos perfectos incluso condenan: ha pasado, pero había podido no pasar… A nadie le gustó el sumiso, ni el que se rindió, pero la paz eso – leí – aceptar que no se tiene la razón…