Cuando la brisa
modera no molesta,
y las hojas que
deciden caer se toman su tiempo,
sea para
asimilar el abandono del árbol o sea para saber que ahora son del viento.
Llegan al concreto
para,
más tarde que
temprano,
agruparse con
otras de otros árboles;
ser bulto:
y aguardar
dentro de la bolsa plástica a la que fueron a parar por la pala y la escoba.
Así debe ser:
ser barrido;
y como las hojas,
pudiéramos
presumir,
más no lo sabemos,
quiénes son en
nosotros esa escoba y esa pala…
El árbol no
abandona sino que deja ir,
quizás por algún
acuerdo con el viento,
quizás porque le
expropiaron el bosque,
quizás;
quizás porque
ahora es el intruso de su propio terreno…
Árboles somos tomos
de vez en cuando,
porque de vez en
cuando nos toca dejar ir y pactar con ese viento;
aunque su brisa
nos disguste,
aunque no guste
la canción que cantan nuestras ramas…
Sí…
Hay cada vez más
días árboles y días hojas.
Hoy nos barren
más y más dejamos ir…