miércoles, 13 de abril de 2011

El Poema; o el intento de uno. (Capítulos 4, 5 y 6)



CUARTO

Sabana Grande es un boulevard que posee la particularidad de permitirnos ver como el sol nace y cae sin salir del lugar. Si pasáramos todo el día aquí podríamos ver al astro vernos desde todos sus ángulos.
¿Cómo sabes eso?
Me lo dijo un profesor. Quisiera algún día pasar todo el día aquí a ver si es cierto.
No hace falta. Las palabras de tu profesor se hacen ciertas desde el momento en que contemplas la luz del sol con la esperanza; con la ilusión.
Siempre Poético.
Para nada…

A veces me produce cierta tristeza que lugares como este lleguen a ser no apreciables por la inseguridad que se está desatando. La maldad crece por todas partes y en mucha gente.
Volvemos a la pequeña planta de Los Caobos. Para bien o para mal, para nobleza o vanidad; los preceptos se hacen necesarios.
Pero alguien podría ser honesto y honradamente caer en sus preceptos solo. No tiene que caer en el daño a los terceros.
Ciertamente. La maldad es tan humana como la escritura y tan antigua como el papel. Así que aprovechemos la oportunidad de disfrutar y alegrar a los ojos con nuestro sentimiento. En mi mundo de escritorios y oficinas; contemplar es un lujo y además un desafío para el tiempo.
Ya que lo mencionas; mi mundo también huele a paredes sin ventanas y a café con aire acondicionado. Hay momentos en los que urge buscar al viento hasta para poder contaminarlo.
Vida de ciudad. Otro precepto necesario.
Así es; y somos parte del mismo.
Con cada célula…



QUINTO

Escribí estas palabras el día que consumamos por primera vez en nuestras pieles lo que ya nuestros corazones se decían. Ese día había roto este papel en tres partes: una por ti, una por mí y una por lo que nos unía. Al llegar a nuestro tercer aniversario las tres partes volverían a ser una carta; una carta con un manifiesto.
Ahora que te siento sé que te presentía; te presentía sin rostro pero reconocí tu aliento cuando nuestros labios se conocieron…
¿Me presentías?
Si. Sabía que iba a conocerte algún día.
Déjame seguir leyendo.
Encontré la explicación de la búsqueda de la alegría al verte sonreír; al ver como me veías y como me veía en el reflejo de tus ojos. Hablaste; hablaste y le pusiste música al momento. Un momento que no cabe en las palabras, un momento que sólo puede llevarse en un alma esperanzada: en un alma enamorada…
Mis suspiros aprendieron a decir tu nombre desde que empezamos a salir.
Los míos siempre te invocaban, sólo que no me había percatado.
¡Somos muy cursis!
Demasiado; demasiado. No los soporto.
Saludos al Cuñado que ahora nos anda por ahí enamorado.
Si pero sin sellar suspiros y sin presentir sintiendo.
¿Cómo lo sabes?
Deja el fastidio.
Porque no he roto todavía primera carta alguna.
¿Ya la escribiste?
No te va a tomar en serio.
Estoy en eso. Tengo que, como diría mi hermana; plasmar un poco de mí en el texto.
Así es.
No lo escuches.
Claro, serán declaraciones de mucho deseo de sexo.
Te dije que no lo escucharas.
Es que el sexo forma parte de la declaración. Por supuesto que sí; sólo que, en este caso, permite; permítete que sea el sentimiento que te lleve al sexo y no el sexo al sentimiento. Tal vez te vaya mejor así.
Yo le he dicho a él más de una vez que no siempre el sexo nace de un beso y no siempre el amor nace del sexo; pero un beso siempre empieza todo sexo con amor…
Si, si, si. “El poema no es de quien lo escribe, sino de quien lo necesita…” Hablamos luego Cuñado…



SEXTO

Saludos en letras que se hacen voz para llegar a tus oídos. Saludos de buenos días y sonrisas.
Sonrisas que dicen saludos y que mis labios te envían. Sonrisas para mis oídos por concederme tu voz.
¿Qué tal el trabajo?
Rutinario para variar. ¿Tú?
Dándome tiempo para pensarte y preguntarte si conseguiste los días libres.
Si; listo. Ya me dieron el viernes y la mañana del lunes. Esta noche dejo las maletas hechas.
Debemos estar de vuelta para el domingo en la tarde. Por fin volvemos a Margarita.
Si; ya hace más de un año de aquellos momentos en La Restinga.
Ahora tengo una mejor cámara; así le pondremos nuestros rostros a las letras.
Tus letras ya llevan tu rostro y no sólo tu rostro; sino tu voz pronunciándome cada palabra.
Recuerda estar lista en la madrugada.
Seguro. Ahorita llamo a mi hermano y le recuerdo para que nos lleve.

Aló.
¿Recuerdas que mañana nos vas a llevar al aeropuerto?
Si señora jefa.
Tonto. ¿Qué haces?
No lo vas a creer. Estoy revisando algunos escritos que tienes aquí de Julián. Sabes, para ver si logro entender eso de dejar algo de mí.
Te burlas.
No; es en serio. Nancy nombró a un tal Girondo, y recordé aquella vez que Julián decía algo de unos senos pequeños y de hacer el amor volando.
Así no es.
Bueno pero es de ese poeta.
Viniendo de ti es un buen paso.
Tengo mis momentos.
Nos vemos a la noche. Chao.
Chao…


martes, 12 de abril de 2011

El Poema; o el intento de uno. (Capítulos 1, 2 y 3)



PRIMERO

Iba borroneando frases sobre frases mientras te leía en los capítulos de mis sentimientos.
Iba imaginando la llegada de tus palabras sobre mi cuerpo a través del aliento que me arrebatas.
Cada día, como aquel día; los muros de mi silencio fueron testigos de la expresión de mis manos.
En mi ser aguardan las ganas de tu aliento, del clima que se entromete pero nos pertenece.
Hoy quiero celebrarte y brindarte en mis labios con el sabor del deseo.
Hoy quiero esperarte con el sol y su partida, hoy quiero esperarte con las prendas desprendidas.
Hoy quiero verte.
Hoy quiero verte. Pero hoy. ¿Sabes qué día es hoy?
Si, ya sé. Hoy las palabras quedarán palabras y el deseo aguardará entre textos y pensamientos…
Es sólo hoy. Ya lo habíamos hablado.
Ya lo sé, ya lo sé. Te llamo mañana, tengo ya mucha gente a mis espaldas esperando por este teléfono.
Está bien. Tranquilo; me quedo con nuestros suspiros en palabras. Chao.
Chao.
¿Ya el poeta hizo su declamación de la tarde?
No te burles. Si fueras un poco así con Nancy tal vez; tal vez te mirara por lo menos.
A Nancy no la enamoran las palabras, la enamora el dinero. Un dinero del que carezco.
Si no le puedes decir algo bonito, mucho menos le comprarás algo bonito. ¿Sabías que cuando damos un presente también damos un poquito de nosotros para que esa persona lo conserve?
Eso es ridículo.
No. No lo es. Obviamente, si no estás dispuesto a dar un poco de ti, tienes que perderte entre costos y precios. Por eso es que Nancy se te muestra materialista; porque sabe que no hay nada de ti en lo que puedas darle. Por eso le pone monto a tus pretensiones.
Ella no es de las que se enternece con palabras bonitas.
No son las palabras las que son bonitas; es el alma que se deja en ellas cuando se escriben. A mí me enamoran las palabras de Julián porque él plasma su sentir ellas, no porque se crea poeta. Si su versar fuera tan sólo una virtud de su intelecto, seguramente no las sintiera mías al leerlas.
Pero no todas son escritas por él.
Exactamente. Pero al dedicármelas pone su alma en los versos. ¿Recuerdas cuando vimos Il Postino?
Si, si, si. “El poema no es de quien lo escribe, sino de quien lo necesita…” con eso siempre me ganas.




SEGUNDO

¿Me tardé mucho?
Lo que tarda un suspiro en evocar un nombre.
Eso podría ser mucho o poco dependiendo de cuántos nombres reposan entre los sentimientos sentidos.
Asume que nos referimos al tiempo de tus suspiros.
Está bien…

¿Te gusta mucho Los Caobos, cierto?
La llegada del sol al parque, en particular.
Me gusta ser testigo del juego del sol y los árboles más adultos. Es algo así como cuando tu cabello se desliza entre mis dedos. Además; es uno de esos espacios donde aun los árboles pueden verse sin edificios de por medio.
Cierto. Sin embargo hay una cierta tristeza de color descuido y de color concreto.
Es inevitable. Muchos de los que habitamos el mundo nos esforzamos en no dejarnos seducir con lo que está a la vista. Fíjate allá, en aquel lugar que parece no ser atendido en cierto tiempo. Si ves de cerca puedes ver como hay una pequeña planta desafiando la falta de atención de nuestros ojos. ¿Te das cuenta cómo una planta nos puede enseñar?
Si, me doy cuenta…

Deberías conversar con mi hermano más seguido, me gustaría que tuviera ese valor por cosas así.
Estoy seguro que lo tiene, lo que pasa con él y con muchos de nosotros es que nos dejamos envolver por los parámetros, por las sugerencias de quienes no quieren conocernos. Se ha convertido en necesidad que las personas busquemos preceptos para encajar en ellos.
Esa misma sabiduría que una planta nos puede dar, otros la buscan en un programa de moda, en un ícono internacional, incluso: la compran; y la compran porque alguien la vende; y alguien la vende porque sabe nos gustan los parámetros. Nadie escapa de eso; incluso negarse a un precepto equivale a aceptar que existe y que envuelve. Sólo tenemos que recordar que podemos venir a ver la planta que crece en las grietas del descuido, eso es todo…

¿Entonces el sol acaricia a los árboles como tú a mi cabello?
Además del brillo, de la luz.
No es sólo la imagen sino la forma en que se ilumina esa imagen y se aloja en la memoria.
¿El sol y los árboles?
Tu cabello entre mis dedos…



TERCERO

Después de la luz en el parque, vino la luz en la intimidad. Nuestro acto, nuestro culto. El tributo que le rendimos a la piel y a la devoción por devorarnos. Nos prometimos y nos cumplimos con la más verdadera de las verdades: con nuestros cuerpos al desnudo. Ayer sellamos con suspiros y vivimos de nuevo…
Mira, ¿Y cuando sellan con suspiros también sellan caballos, o son sólo sellos de caucho?
No te burles. No puedo evitar leer sus líneas en voz alta.
Está bien. Ya me acostumbré a lo edulcorante de esa relación.
Sería más dulce si dijeras dulce.
Bueno; dulce…
¿Hablaste con Nancy?
Si, pero no sellé suspiro alguno.
No te burles.
Está bien no te molestes…

¿Te regaló ese cuaderno con sus letras?
No, el cuaderno es mío. Aquí copio lo que él me dice cuando hablamos por teléfono, o cuando caminamos por lugares como La Candelaria y dice cosas como: puede sentirse el sonido del tranvía al pisar estas marcas que dejaron para que lo recordemos…
El tranvía de La Candelaria dejó de pasar hace años. Si acaso nuestros padres de niños lo llegaron a ver.
Yo sé; pero él insiste que la ciudad siente, recuerda y nos recuerda para crearnos la identidad.
La identidad está en la cédula.
Tonto…

También pego sus poemas. Me gusta conservarlos de su puño y letra; así como también me gusta dormir cerca de ellos. Es como si estuviera conmigo, como si me acompañara.
Deberías copiarlos, se te podrían perder.
No será necesario. Un poema escrito en un papel nunca se pierde. ¿Sabías?
Yo podría tomar uno de sus escritos y tirarlo junto con la basura.
Alguien lo encontraría, y junto con este; el sentimiento y la historia que motivó sus versos. Es más; si otra persona lo leyera podría evocarse hasta el momento en que fue escrito, podría vivirse el cuento de nuevo.
Pero con otros personajes.
¿Y? Lo importante no está en los nombres de los personajes sino en quien quiere estar en la historia, o mejor aún; quien pueda hacer de la historia su propia anécdota…
Lo que tú digas…