Suelo pagarle al terapeuta para que me ilumine
con mentiras nuevas. Hoy me decía, decía;
la verdad. Discutíamos sobre lo bueno que no está bien y sobre lo malo;
por qué peor pudiera ser. El discernimiento, dijo, está condicionado por pasiones, y las pasiones, por razones;
éstas, las últimas, son impuestas por condiciones: así creemos terminar lo que
no sabemos dónde empieza. ¿Quién impone
las condiciones? El clamor, por colectivo y por popular, este endulza a las
ganas para las tortas que nos ponen; bien sea con cifras no concisas o con
argumentos de mentira. Es un tema de
esperanzas secas, como el papel mojado, que igual poco queda. Se consumen
las críticas por repetidas y por estar en venta: hay que ocupar la mente en lo que los demás quieran; por eso caemos
en hablar de lo mismo, como lo mismo nos vemos con cada ropa nueva. Yo veo que
te gusta la moda, como a mi; y a
todos, pero no está de más darse cuenta; no es tan malo saber que pagas mucho
por lo que vale poco, y ni siquiera poco;
tú no sabes cuánto cuesta: tú eres público, como
todos los perfiles restringidos. Nos ilusionan y por eso pagamos, pero hay
paganos que no rinden cuentas, claro;
por eso esos no cuentan. ¿Tú sí cuentas?
Depende de cómo seguimos la cadena. Yo sólo
quiero ver caderas. Esa ha de ser tu condena. ¿Cuál? Seguir, más no alcanzar. Pero
me puedo alzar. Ni que fueras precio, ni que fueras preso; yo aprecio el contexto, pero ya es hora
de terminar…
Blog dedicado a la redacción de escritos, en su mayoría originales. /Blog focused on original writings mostly
jueves, 26 de julio de 2012
miércoles, 18 de julio de 2012
Poderes extraños…
No hay que menospreciar a las malaventuranzas, no se trata del caer
para levantarse, ni del tocar fondo para ir arriba, es otra cosa; tópico al
fin, un concurso de reacciones para recordar y olvidar. Elegimos con “ge” y yo
elijo con “jota.”
Encuentro la pérdida de algunas preciadas cosas, producto del hurto
y del descuido; una vez más se me enseña a no confiar, la desconfianza es una
molestia que busca tranquilidad. La ayuda, nada nuevo, nunca viene de quien se
espera bien. Lo que me llama la atención, y motiva estas ganas de escribir, es
la reacción; lo que se puede llegar a decir cuando sólo importa imponerte.
Quien juega al jefe se molesta por el inconveniente que podría
producirse en el trabajo, no por la desventura de quien se toma en serio el
papel de empleado, ese no es el caso, porque de por medio hay salario; pero
prefiero este ejemplo que está mucho más trillado.
Por qué suele ser conferido el poder de aceptar decepciones, por qué
hay que escuchar a alguien especial
especializarse en defraudar. La realidad otorga poderes extraños, como aceptar
y desconfiar…
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