viernes, 31 de agosto de 2012

De mis absurdos y abstractos…



Hay una actividad un tanto recurrente en aquellos que ven televisión, y es la de cambiar canales una y otra vez sin búsqueda específica aparente: más canales, más cambios. No me excluyo, y a eso vengo; suelo detenerme un rato en los de cocina, platillos; su elaboración. No cocino en lo absoluto, pero hay algo que me hace dejar el control remoto y mis dedos en reposo. Veo…


Pienso, imagino. La mente debe ser una especie de cocina y los argumentos, como resultado del ejercicio de pensar, una especie de platillos logrados a base de palabras, hechos, cocción y aderezos. Uno es el chef de sus ideas frente a una transmisión y algún medio (de comunicación, claro)


Como persona dada al arte culinario del pensamiento, uno va explicando lo que va haciendo con sus palabras, con sus recuerdos, lo que se tiene previamente listo por falta de tiempo. Sal y pimienta, aceite de oliva; hervir, freír, cortar y picar mientras se habla, un paréntesis para evocar. Oler y explicar. Describir, adornar. Pensar tiene su arte: hay palabras que dan alergia, no toda idea buena puede ser probada por todos. Siempre habrá preferencias. Un chef no llora al picar la cebolla, hay quienes logran armar sus frases sin lágrimas. Más de uno no soporta la cebolla. Muchos prefieren la comida rápida, no todos queremos pensar bien lo que vamos a decir al final. La satisfacción no es absoluta, habrá que tener un postre a la mano: frases dulces para el previo picante. Un buen vino, el maridaje. Marinado todo es muy rico, a veces con cremas y otras con vinagre. Buena comida y buen pensar; relativo, como todo…


martes, 28 de agosto de 2012

De importancia, de importación…



Suelen verse los pliegues del tiempo. Digamos que, el paredón de la vida alberga grietas para las hormigas. La gente comenta a voces y ecos, venían dos personas que se reían; yo les sonreía para que se pusieran serias, es una reacción normal cuando no eres parte de su alegría. Algo parecido pasa con las frases; con los pasos: se camina de rodillas teniendo buenos zapatos, te levantas porque no quieres una mano sino un cuerpo, ese cuerpo; esa voz que no te habla ni alguna mueca te regala. Para ti y para mí ya no hay nosotros: nos conjugamos en destiempos y en distintas personas. Yo sigo de rodillas y tú no has podido levantarte; no es así este arte. El silencio ya ha hecho mucho ruido, son profundas nuestras superficies y nos sabemos saberlo. Nadie sabe, nada sabe, urgen nuevos paladares cuando no hay culpa qué evocar. ¡Cómo nos importan soledades!




“La importancia es el respeto de los necios, el asombro de los niños, la envidia de los ricos y el desprecio del sabio…” Barnave