“El fuego del amor y el fuego de la cólera arden bajo el nombre de
todas las virtudes” Friedrich Nietzsche (Así hablaba Zaratustra)
En el amor se leen muchas palabras; y basta sumarle un adjetivo para
que se desplace lo que estaba. Es difícil ponerle ápices: es abstracto y
concreto – dogmático – y libre de ser interpretado. Amor Propio, que casi nunca se lleva con Amor al Prójimo; ni con la ayuda, la caridad, ni con las cuerdas de
la cordura; no, nada se ata cuando el acto a consumarse es un acto por amor. El
respeto es una liebre que propios y prójimos quieren cazar – pero ese es el
problema – cuando la tienen no se la comen, no la devoran, ni siquiera la
conservan para domarla; por eso siempre se les suelta. Cuando se ama demasiado
demasiado poco se respeta. – Ah sí – los pactos: nacen de los amores que viven
en cada uno; la tregua de poder decirse mi
amor propio y mi amor al prójimo.
Una dualidad muy dura, por contrapuesta, pero con el tiempo – y los errores –
se acostumbran a tolerarse y cederse en el mismo ser. Los amores no se explican;
están – sea uno o el otro – Se leen muchas palabras en el gesto de amor…