Soñaba que leía, soñaba que leía historias de muñecos que llegan a ser niños. Amanecí con ganas de quejarme, ya no me gusta tener la sonrisa dibujada. Quisiera que me dibujaran el corazón tal vez, que me dibujen una lágrima; que me la borren de vez en cuando, pero eso sí, que no me vuelvan a pintar sonrisas. Nunca me dibujan las venas, así que no puedo sentir que la sangre hierve y que recorre mi cuerpo. Me cansé de esta cuerda, nada parecida a una cuerda vocal, sin embargo por la misma hablo y digo siempre lo mismo; nadie escucha lo que quiero decir…
Ahí viene una mano. Hasta la próxima…