martes, 17 de agosto de 2010

Del beso vivimos


Pocos segundos, transcurren en la lentitud;
nuestras miradas se tornan espejos,
justo donde nos reconocemos.

Se confunden los sentidos
del olfato y el tacto,
ya han sido expuestos demasiado al momento.

Se evidencia en la piel
el tiento del aliento,
para entonces humedecer estos labios hambrientos.

Cerramos los ojos
para ver con el sentimiento,
los brazos al abrazo, y el calor al viento.

Bailamos la canción
cantada en besos;
reincidimos, sonreímos; y una vez más vivimos…

2.0


Hemos agigantado los pasos; sólo una danza de nuestros dedos puede llevarnos a las más lejanas culturas y distintos modos de pensar.

Es permitido alejarnos de la persona cuyo aliento y respiración pueda percibirse con tan solo exponer nuestra piel un poco.

Es permitido enamorarse de una imagen inanimada, de la cual sólo nos llegan palabras de su texto.

Hemos cambiado, a veces para bien, pero hemos cambiado. La rutina solía impregnarnos con el rocío de la infelicidad, ahora podemos escaparnos por la “ventana” que se apellida con números, un par de letras y hasta incluso la redundante palabra “vista” en muchos casos…

Muchas veces me siento agradecido, otras pocas; arrepentido. Me he creado la obligación de compartir, y paradójicamente la disfruto, incluso siento la presión del compromiso y la gloria de sentirme leído.

Me regalo unos minutos para crear senderos con mis dedos sobre letras, y así dar vida al pensamiento que no sabría cómo pronunciar:

¿Podemos sentirnos solos al rodearnos de rostros y hasta de sonrisas que nos involucran?

¿Podemos sentirnos en grata compañía, cuando el único cuerpo que respira en una habitación es el nuestro?

¿Podemos detener el tiempo de la mente al viajar por innumerables recuerdos?

¿Podemos navegar en el océano de perspectivas que llamamos Noticias?



Podemos; o no podemos…

miércoles, 11 de agosto de 2010

Libres de atuendos


Tu calor en mi piel
enaltece mi mirada a ojos cerrados,
por lo que revivo mi más soñado sueño;
no solo en mi mente sino en el cuerpo.


Juego de respiros
dan lugar al diálogo en suspiros;
nuestro lenguaje preciado
con frases hechas instintos.

De repente y sin avisar,
lo supino se hace abismo;
al fondo melodía
como único testigo.

Nos tenemos el uno al otro para no dejarnos caer,
nos tomamos de la sábana,
de la espalda,
del cuello;
y también de los brazos.


Se pasean los labios
sobre el puente
que une lo húmedo con lo frío.



Un par de frases sin palabras
dan entrada a nuestras sonrisas:
la mía en la tuya y la tuya en la mía.