miércoles, 2 de abril de 2014

Evolution…




Tomé la imagen de una película noventosa en la que el mundo se salva gracias a un champú, quien la vio sabe qué marca es y de qué película hablo. Es interesante el tema de los nombres, soy de los que cree – porque algunas lecturas me han llevado a creerlo – que los hechizos pues, devienen de alguna metáfora que abraza a la fonética. Puedo permitirme el atrevimiento, puedo decir que un sentimiento – hablando de fonética – es un sentir que miente, o que en un plácido ser, el placer se lee entre dos palabras, al igual que el deseo, que puede evocar al sexo. Una necesidad puede ser una necedad al quitarle el sí, y un también es una forma condicional. Todo eso le da sabor a la ensalada que nos preparamos en el cerebro a la hora de pensar. Entonces, tomando lo último expuesto, puedo también escribir que lo necesario para unos estriba en una condición de necios, por lo que al exigir – producto de la necesidad – puede interpretarse como mera malcriadez de unos cuantos narcisos. Tal delirio puede navegar por las mentes – si no me creen, busquen alguito de numerología, por ejemplo – y, como argumento, funge muy bien de excusa, porque el poder  necesita pretextos vendidos en bolsas de ideología y en cajitas desechables de convicción… 

Quería imaginarme a un personaje ficticio; un hombre sin mujer cuyo empleo consiste en sentarse en un escritorio durante ocho horas y obedecer a ciertas asignaciones razón de su puesto y de su sueldo, este hombre es de esos que se da cuenta del dominio económico, político, comunicacional y armamentista del mundo, él quiere llamarlos cúpulas, y como su delirio son los sonidos, sus cúpulas copulan. Esto le da algunos hijos y algunas víctimas, nace el narcotráfico, el contrabando, la delincuencia y la pobreza, entre otros. Hace unos años este hombre decidió mudarse a un país de una sola cúpula, la política, una matrona cuyos hijos están a su merced. Al hombre siempre le gustó Aristóteles y quizás por eso prefirió estar donde la política controle todo. Pudo corroborar en esta nueva etapa de su vida cómo la propaganda imponía al sugerir y cómo el dinero fluctuaba a razón de las armas. Se dejó seducir por la palabra y empezó a ver necedades en las necesidades. El tiempo pasó y volvimos a su presente. Ahora no le quita los ojos de encima a su compañera de trabajo, un plácido ser que baila en sus ojos con apenas caminar, un deseo de verla más allá de las palabras, quiere piel, quiere cuerpo, se humedece los labios con el simple pensar, un sentir verdadero, así lo llame sentimiento. Esta mañana despertó con su nombre, lo pronunció al viento, lo susurró al humo del café, lo vio en su sonrisa frente al espejo. Le habló al llegar y se derrumbó en gran descontento. Le comentó a modo de iniciar un buen tema: la gente exagera en sus inconformidades, y la mujer lo detuvo, lo calló, y a modo de desahogo dijo: ¿exagera? ¿Acaso crees que las necesidades son una necedad? ¿Crees justo que todo se controle mediante el poder político? ¿Crees que en la actualidad hay algo de Aristóteles en la matrona? ¡Por favor!
 
Y por favor fueron las dos palabras que me recordaron la película del champú…

jueves, 27 de marzo de 2014

La sublime reciclabilidad del pretexto…


Una palabra está mal dicha hasta que es aprobada para que exista, eso nos pone a maldecir mucho últimamente… se dice que el tabique está relacionado a la construcción y que, como muchísimas palabras de la lengua, viene del árabe… y ya para concretar materiales, pues nos sirve de apoyo para dividir espacios, pero sin la misma calidad que un muro real precisa para llamarse como tal. El pretexto sirve para tabicarnos, para crear divisiones débiles entre lo cercano y lo inminente, así va pasando el tiempo, al cual llaman cíclico por poder regresar a un mismo punto; y con un par de vivencias y un poco más de edad; es posible que nos tabiquemos de nuevo. Muy usado por cierto… ¿pero por qué? Será para repetir el ciclo, usando un poco de poesía; para prolongar el tiempo. Hay situaciones con ópticas similares, por ejemplo mientras se espera en una cola, la cual es siempre innecesaria y no obstante conveniente… ¿pero por qué? Porque prolongar el tiempo justifica a los pretextos. Simbióticamente. Mutualmente…  Sabemos que quien espera desespera tanto como con la excusa, que quien explica confunde cuando no convence, que cuando no lo logra ofende… ¿pero por qué? Porque prolongar el tiempo da poder así sea con pretextos, porque pretextar prolonga al tiempo del poder, porque al poder, al poder hay que prolongarlo y pretextarlo también…

lunes, 24 de marzo de 2014

Shukran


Palabra hermosa donde las haya, aquí en nuestro mundo occidental y en todos los rincones del mundo.

Shirán me la nombró hoy, junto a la parada del autobús, sentado como cada día allí estaba él, sobre esa mantita raída que le apartaba del frio y la dureza del suelo, la mirada triste, perdida, con ese cartel gastado por el aire y reseco por el sol, lo mismo que su piel arrugada y curtida.

Hace un tiempo, observé cómo un muchacho pasaba por su lado mientras fumaba un cigarrillo, acababa de encenderlo y Shirán le miró con timidez y deseo, el muchacho entendió que ese cigarro de mañana temprana lo había encendido para aquella persona y eso fue lo que hizo, se lo entregó de su boca a la de él y éste agradeció el gesto con una mirada cansada y al mismo tiempo casi feliz.

Se quedó grabado en mi mente ese instante y hoy al pasar junto a Shirán, el hombre que anuncia su pobreza en un trozo de papel, llamó mi atención, rebusqué en mi bolso y encontré un paquete de tabaco con cuatros cigarrillos y un mechero junto a ellos, me acerqué, estaba sentado sobre su pequeña manta y la cabeza inclinada, sus ojos estaban cerrados, como si durmiese, como si meditara en lo cruel que puede ser la vida en un país extraño, donde nadie te entiende y apenas te miran al pasar… me acerqué y le toqué el brazo, le entregué el paquete con los cuatro cigarrillos y él, mirándome, sonrió… sólo me dijo Shukran y agachó la cabeza levemente como signo de gratitud… vi llegar mi autobús y le eché el alto como cada día, solo que hoy había sido un día diferente, no sé si para Shirán, pero sí para mí.

Shukran es gracias, una de las palabras más bonitas que existen en cualquier idioma, en cualquier país… una de mis palabras favoritas con la que agradezco a la vida el poder estar en ella y sentir.

Hecho real. A las 16.15 de esta tarde de lunes.
V. Jaramillo

lunes, 17 de marzo de 2014

Piece


Paz en inglés también suena a pieza y pieza en español también es una canción, ésta a su vez es parte de un recital y con letras incluso se espera ovación… Queremos paz y queremos aplausos: la paz es el camino, ¿no? Bueno; he ahí la cosa, que no sé si pueda fungir de pieza, ¿hasta qué punto hablamos de paz y no de sumisión? Los organismos se engrasan con estos aceites nuevos que se recitan en fotos y redes sociales, los argumentos se han puesto muy resbalosos, de ahí que los líderes caen, quizás por petróleo; la economía se basa en piedras de aceite, pero como pensamos comestibles, la disidencia se avinagra… vienen tiempos de reciclaje y por lo tanto todo sirve y se rescata, las tres erres para seguir pretextando. Toda confrontación desea a un vencido, pero nadie tiene la valentía de no sentirse ganador… Se pujan lombrices de inconformidad pero que sea otro quien se arriesgue. La lucha se filtra por falta de mantenimiento en las vías, el mensaje medio llega y medio se pierde; la confusión por lo visto convence y muchos regresan a sus butacas a seguir viendo el show… Al final todos comentan, aprueban; desaprueban, los tiempos perfectos incluso condenan: ha pasado, pero había podido no pasar… A nadie le gustó el sumiso, ni el que se rindió, pero la paz eso – leí – aceptar que no se tiene la razón…