lunes, 16 de junio de 2014

el vidrio nos juzga


Uno intenta sostener las palabras que reposan en los libros, una sincronía entre la mente y el cuerpo, como callar diciendo y decir callando, como muchas otras; como el reiterado cuestionamiento… "El vidrio lleva al cristal y el cristal al hielo," asumiendo así que el calor del momento al principio puede empañar; producto de lo que se devela, y luego al regresar al cristal que, como muro entre la vista y el tacto, deja ver más no deja tocar, nos toparemos con el vidrio para el cual habrá que apretar los puños y ofrecer un poco de dolor y sangre; y así tocar lo que primero vimos... Pero no siempre llegamos a la sangre. A veces sólo nos queda el contemplar y, como única cercanía, preguntar si aceptan tarjeta de crédito... (Vale para todo, especialmente para los sobregirados) "Tú crees que todas las mentiras son iguales y parece como si tuvieras razón. Pero no la tienes..." y visto desde la pluma de Kundera (y antes de Nabokov) pues, podemos hablar de un mentir sincero y un mentir fingiendo, al menos eso es lo que tomo de lo que voy leyendo. Somos sinceros al mentir cuando exageramos la realidad, cuando nos hacemos los ofendidos por algo que, a pesar que estuvo mal, tampoco fue que nos inundó el sentir de molestias. El mentir fingiendo es otra cosa, es negación de lo que está ahí, y si vamos a sentir, es una falsedad ulterior. Entonces, aquí más bien es un recurso, y como recurso lleva implícito lo premeditado y por lo tanto es malévolo, siniestro más bien: la falsedad es siniestra y puede hacer de un recurso como la mentira un arma para causar daño incluso cuando lo que se quiere es defender y defenderse… Bueno. Contemplamos un imposible y nos defendemos mintiendo, porque el no acceso nos juzga (el vidrio nos juzga) especialmente cuando el peso de lo exhibido no puede sentirse con las manos…

viernes, 13 de junio de 2014

Golpear y batir el campo enemigo…


Buscando por encimita o más bien de manera superficial, una batería es un conjunto de enseres, o fue eso, y de ahí que varias ollas tengan el mismo nombre, pero la palabra sugiere más el golpear y el batir: la pegada pues para ya irnos centrando en que esto se trata es del instrumento musical y no de las cacerolas… 

Se dice que los instrumentos de percusión son los más antiguos del mundo y la batería es un grupo de ellos,  se dice también que llegó a verse como un solo instrumento por un tema económico fruto de la gran guerra, puesto que era mejor pagarle a cada vez menos músicos, ahí vemos que desde hace bastante ya la música era vista como un gasto, pero bueno, esto no trata de eso… 

Soy de los que piensa que incursionar en la música desde la adolescencia, al menos en esta generación que hoy todos pasan de treinta, fue un gesto de inconformidad con la época, conocí pocos a quienes le aplaudieron eso de querer ser músico, y entendamos esto, querer ser músico a principio de los noventa era como decir no quiero seguir estudiando, entonces la música, además de gasto, también se le vio como una pérdida de tiempo. Décadas anteriores fue vista como arte, como lenguaje que se rebelaba y que los jóvenes traducían en protestas, citemos al punk, y aprovecho el punk para acotar: hablamos de música aquí en este texto cuando nos referimos al rock, porque para cualquier padre de los noventa era encantador si su hijo incursionaba en la música folclórica, y aquí quizás me estoy poniendo regional, pero sigamos… una decisión así no se toma solo, también es el momento de los deportes, entonces, por lo general, esa era una decisión que se tomaba entre los cuatro cinco que, inconformes con lo que eran, decidieron convertirse en una banda y vamos a detenernos: ¿por qué? ¿Por qué la música fluía y fluctuaba en nuestros seres? Hay autores que nos dicen la generación MTV, pudo haber sido inducido, incluso en Caracas había un canal de televisión exclusivo para videos musicales. Tampoco trata de eso esto. Prefiero seguir. Cada uno se pensó como estrella y como estrella se fueron todos por la guitarra (eléctrica) y pero hubo que conformar la banda y siempre quedan esos dos últimos a los que les toca el bajo y la batería… 

El amor nace de la convivencia, se profesa en otras culturas, y vale para la música. Llegamos al punto en el que hasta un antojo requiere disciplina, aquí es cuando la mitad abandona y la otra mitad se apasiona. Descubren que la música sí es un arte y hasta una ciencia, se adentran, investigan, y poco a poco se convierten en la banda que ya puede tocar canciones y presentarse frente a terceros. Volvemos con el baterista. Los contratiempos (nada musicales sino de la vida) No cabe en un cuarto (no de alguien clase media baja) No puede tenerla en la sala (molesta) No puede tocarla cuando todos se van porque perturba a los vecinos. ¿Cuándo se descarga? Cuando se va con el resto de los compañeros a las llamadas salas de ensayo (cuartos acondicionados para tocar que se alquilan por horas) Es ahí donde se pone un poquito en práctica la teoría, entonces también molesta, porque el resto de la banda quiere una disciplina ulterior. Así llegan los BDA (Bateristas De Apartamento) a la adultez… 

La batería es un símbolo, y eso es a lo que viene esto, al menos un símbolo que evoca una época, un pensar actuando o un actuando para pensar, porque sin estar prohibido puede causar adicción, y dicha adicción molesta al vecino, que primero fueron los padres y que luego fueron las parejas, pero es así y se tendrá que vivir con eso, a tal punto que se transforme en un sentir y como sentir invade a otros momentos, por eso tal vez quien es baterista (y reúne lo expuesto en párrafos anteriores) Asume con dignidad el rechazo y sigue, hasta para cumplir con las obligaciones de su vida madura, bien por los bateristas. Salud…

martes, 10 de junio de 2014

El precio (aprecio)


Ni despacio ni de prisa aprendo, no tengo igual lenguaje, no merezco la chispa del glamour y no hay hechos para esperar ni abrazo que dar para quien sobran hombros que apretar. No hay necesidad si no se cree que hay un lazo de respeto infinito; uno que no se atreven a romper cuando no habría otra felicidad más que la semilla que dibuja la pureza de elegir cuidar y que no crece por tanta piedra que el muro derribó. Un lujo el construir en senderos lejos de nuestros testigos del infierno que aun sueñan cabalgando en el cielo. No hay vinos ni melodías del cielo, hay aire y brisa al respirar con aliento. Una y mil veces es atrapado por colectivos recuerdos, recuerda con nostalgia y no con la semilla que se ahoga sin brisa ni viento, adora encontrar más talento, no se puede pregonar la facultad de fecundar y toda tierra se puede anhelar y alentar para cultivar. Perspectivas en líneas, en cuentos, en poesía, en imagen, en pasión y lírica, no detenga la sonrisa si así es que siente bien estar. Volverse Benedetti o ser poseídos por algún otro Cortázar que se hacen detestables por el uso del público lector, en forma marchita de toda fama que en vida construyen para parecer cada vez ser más sensibles que otros que también poseen corazón… ¿Y el mejor gesto? Ver con los ojos del corazón, pero primero los besos y la pasión a tantos recuerdos y a lo tanto que queremos… Para cuando las tierras tienen obreros sin corderos cultivan con sistemas de riego, dirigir, ser capataz es trabajo de orientar, inútil para quien ve al obrero como un inútil y sucio con el deber de la tierra. Labrar que anda sudoroso, asqueroso para aquel que se baña más. Pero más importante es saber que de la semilla comerá para alimentar y no dar de comer tan sólo al alma, que aun ha de conservar algo de bondad… Porque el cuerpo se jacta con tanta personalidad al follar y follar que hasta se cree bello por saber follar y quizás, quizás es tan bello si es toda la verdad que se necesitase para vivir en gozo como esa felicidad que se ven en personas celebrando la fama de paz y solidaridad. Al abismo caía el abono que regalaban con la semilla y cabalgando lo vi pasar con riendas bien puestas y sin titubear volteó la cara y me dijo qué pensar pero yo debo continuar mi camino, no es un cuento es una realidad. El precio que se paga por vivir momentos inolvidables es extrañar y el precio que se paga por vivir momentos detestables es saber vivir como un ser extraño. El precio de la felicidad es ser importante para la vida de otros y ya el tiempo pudo ayudar a decir lo que con palabras se arriesgaba a sentir el aliento del fracasado, porque a sufrir no se viene, se viene a gozar de caricias tiernas y sonrisas que la semilla inocente que no se pudo dar por el abono que se perdió al caminar con tanta seguridad y poca; muy poca bondad por su tierra, que solo sirve para aparentar ser más, más que sólo un príncipe con el poder de concursar como justo y noble de la verdad. Madres pasaban pero no posaban, preguntaban, reían y sonreían; de cuando en cuando y ni un gracias recibían; cada día una lágrima caía. Día a día y a su concurrencia de rutinas…