sábado, 9 de mayo de 2015

¿Te ofendes?



[De La Caja de Pandora:] “Se hace uso de la ofensa o se sufre. Me cuestiono si la ofensa existe o nos la inventamos. Si se activa como un mecanismo de defensa de causas nobles, o una forma de minar al enemigo. Si la ofensa es desconocimiento o la inteligencia suprema. Si ofenderse es una pose. Si ofender,  una provocación. Si la vemos, o la ven… Ofender, ¿no es buscar notoriedad, una llamada de atención? ¿Jugar con la audiencia? ¿Una trampa? ¿La ofensa como forma de comunicar? Ofendernos ¿no es sentir  lástima por uno mismo? ¿No es ver nuestras restricciones morales reflejadas en un comentario ajeno?” [De Sanación Holística:] “Cuando nacemos, somos auténticos. Pero nuestra verdadera naturaleza, es suprimida y sustituida artificialmente por conceptos que nuestros padres, la sociedad y televisión nos enseñan. Y crean una novela falsa de cómo deberían ser las cosas en todos los aspectos de tu vida y de cómo deben actuar los demás…” [De la Miscelánea de Lolo:] “Entonces, cuando alguien nos dice algo, nuestra mente tiene que filtrarla con los coladores que conoce, aquellos caminos que nuestras neuronas han formado, y entonces la interpretación de las palabras cobra un significado que podemos comprender y nos prepara para reaccionar. Y cuando decimos algo lo hacemos como la expresión de nuestra realidad personal. A veces esa mezcla no resulta compatible con la del otro... Por ejemplo, es tan fácil llenarnos de sentimientos cuando alguien nos dice algo y nosotros nos sentimos ofendidos. Seguramente, porque es lo que nosotros usamos para ofender. Me pasa todo el tiempo con el sarcasmo. Mientras para mi es simplemente una forma humorística de ver lo obvio, para otras personas es un ejemplo de falta de respeto, intolerancia y grosería (…) aunque ambos hablen y escuchen, ninguno de los dos tiene en cuenta a su interlocutor. Y esto ocurre nefastamente con quienes son más cercanos a nosotros…” [De El Don de la Alta Sensibilidad:] “La gran mayoría de la gente dice lo que dice y hace lo que hace desde su propia estructura de miedos, conclusiones, defensas y valores. Hemos aprendido a comportarnos de la manera A, B o C que garantiza nuestra supervivencia y que nos hace sentir más o menos bien y con la conciencia - si la tenemos - tranquila. Y aunque vamos recibiendo críticas, quejas o reproches, muchas veces estos no tienen que ver con nosotros. Casi siempre tienen que ver con las veces en que la persona había vivido una situación similar (…) Casi nada es personal; casi todo es proyección, por  parte de la otra persona, pero también de nuestra parte hacia los otros, incluidas nuestras relaciones cercanas…”

martes, 5 de mayo de 2015

Sin tener la primera línea…


Unas cuantas inquietudes se me desordenan a la vista, no sabiendo qué pensar. Así, creo, es como uno empieza a preocuparse: esa intriga que nos lleva a imaginar… todo se confunde, como un sueño; rostros borrosos atribuidos a nombres mal pronunciados. Nos creamos historias para creernos luego verdades de la intuición; pero, por qué. Por qué ese ejercicio involuntario. Estamos acaso siendo objeto de algún macabro experimento devenido del fulano pasotismo. Será el efecto secundario de una pastilla que nos recetaron; quién sabe. Lo cierto es que está ahí viviendo de nuestra percepción; un parásito al que mantenemos saludable con nuestras intoxicaciones… una pausa y una bocanada… los recuerdos, los recuerdos cambian: quizás por protección o quizás como consecuencia. Empezamos a olvidar, selectivamente, pero sin conciencia, el huésped tiene hambre y ahí va uno y lo alimenta. Pero, sí, hay un pero: no queremos que se den cuenta, lo disimulamos, con silencio, o con rabietas sin sentido… tenemos que distraernos, y volvemos al pasotismo; a decantar el interés como si este último pudiera oxigenarse… una paz falsa, artificial… y entonces se acaba el entretenimiento. Necesitamos dinero, como el drogadicto, para así no sanar jamás. Luego ponemos nuestra fe en la desconfianza, porque algo malo tiene que pasar. Pasa, al final pasa, pero la vista estaba enfocada en el desorden, y sí;  unas cuantas inquietudes siguen sin dejarme qué pensar… 

martes, 3 de marzo de 2015

Gente


…sabemos que no interesamos cuando la emoción que reflejamos en el rostro; producto de lo que estamos por compartir, produce una cierta molestia en quien queríamos como parte de ese momento: de esa anécdota… eso nos lleva a varios puntos. En el caso de este delirio; a dos: si lo vemos desde el emocionado que comparte, pero con algo de empatía en el molesto que percibe; podemos decir que esa intención al compartir no es más que una búsqueda en dónde poder descansar la soberbia, es decir, quizás la alegría, o la tristeza; o lo que sea que el emocionado expresa, no sea del todo verdadera, cosa que al molesto obviamente le molesta,  y no ha de poderlo ocultar…

Ahora bien, la soberbia juega en ambos sentidos; y en una sociedad donde el esfuerzo sufre de cansancio, donde el mérito no se merece; la envidia tiene que regir: la falta de empatía; que más que una patología es quizás una idiosincrasia: no creo porque creas, pero podría creer cuando me convenga… el molesto, molesto está porque la emoción viene del otro, y por supuesto; al oír a éste, en lo absoluto ha de sentirse parte… al final no sabemos de qué lado se pone la soberbia, como tampoco sabemos dónde se encuentra la empatía… es posible, a lo mejor, que cuando el esfuerzo se consiga con el mérito la emoción no moleste y así ése compartir pueda empezar a interesar…