En
un intento un tanto fallido por darle sentido a algunas palabras, entiendo que
cuando nos dirigimos trazamos una ruta, una ruta que ha de tener un destino. Para el Teatro
alguna vez la omisión fue algo obsceno, pues lo que no se hacía sobre las
tablas se escondía en el pensamiento, en el pensamiento de cada uno de los
presentes en la obra, en cada uno de los espectadores… Quizás por eso ese silencio se reviste con una
caja negra. Eso es lo que ven los actores y ese su empeño por que así se
mantenga, hasta que se prendan las luces y llegue esa gloria que llaman aplauso
y que luego se bañen todos de ese frenesí cuando el público se ponga de pie.
Pero no siempre ocurre, como no siempre hay orgasmo en el sexo, como no siempre
hay goles en un partido de fútbol ni jonrones en uno de béisbol. Pero pasa, y
cuando pasa, es increíble, así dure un par de minutos, pero son ese par de
minutos por lo que la eternidad es relativa y el recuerdo absolutamente
inolvidable: volvamos al silencio y del teatro a la vida, lo que no se actúa,
porque se omite, se pasea por la obscenidad: el amor es obsceno por sincero; leí por ahí, o porque no se actúa,
supongo yo… entonces viene el aporte con el tiempo, lo callado o sincero que no
se pone sobre las tablas; sino que reposa en el pensamiento, ataca a la moral, moral
que resulta ser del teatro, y el teatro es arte y el arte es una forma de decir
la verdad, pero entonces la verdad es obscena porque no toma lugar en las
palabras sino en el silencio; y aquí es cuando nos confundimos y el tiempo
vuelve a aportar… Hoy en día, obsceno, en silencio o no, actuado o no, es
contrario a la moral. Una moral impuesta por convenciones en las que no
participamos pero que debemos porque sí
acatarla. Entonces, más o menos, según la región, tenemos todos un
concepto parecido sobre lo que podría ser un acto obsceno… Pasa algo afín con
la pornografía. Según su origen, tiene que ver con prostitución y comercio (aquí podríamos delirar juntos, comercio con prostitución
fuera del teatro, pues es obsceno, pero quien impulsa esto no lo ve así; cada
quien ve qué hace con su cuerpo, no me corresponde juzgarlo) Entonces:
cuando el comercio entra en lo obsceno caemos en lo pornográfico y sin meter a
la prostitución, porque la moral se nos tambalea y las costumbres se nos rebelan
(con b de rebelde, aquí no hay revelación
alguna): vemos el precio actual del dólar, lo que cuesta la mercancía que
en otros países es de segunda, el precio de lo que no producimos (y por qué no lo producimos) el discurso político,
las medidas económicas, las crónicas policiales y la salud pública entre otros;
otros muchos más... No sé para ustedes, pero para mi moral, esto está fuera de
escena, es decir, bastante obsceno… y pornográfico… y hay quienes les gusta esa
pornografía…
Blog dedicado a la redacción de escritos, en su mayoría originales. /Blog focused on original writings mostly
lunes, 1 de junio de 2015
jueves, 21 de mayo de 2015
Una necedad necesaria o una necia necesidad…
Del
gesto como gusto paso al gasto como vicio, por supuesto; no me gusta. Paso horas
valiosísimas (al menos para mí) frente a una computadora, parpadeándole a las
frases que van abriéndose camino: hechos noticiosos en su mayoría. Espero,
ávido, la gran noticia; quiero ser el primero, quiero ser uno de los que se
entera que en un día como hoy y a una hora como ésta; se acaba de divulgar el
hecho que cambiará nuestra historia. Lo que no sabría explicar es por qué
quiero ser el primero. Se me ocurren algunas excusas: vanidad, la vanidad suele
ser siempre la razón de mucho, pero qué tanto, al fin y al cabo haría falta el
reconocimiento; el mérito. Una dupla interesante ésta que les acabo de
mencionar. Diría que por ego, pero qué va, el ego es lo que resulta de la dupla
con mi primera excusa. Por moda, y por tanto: inducida; tenemos ésta cuestión
no se qué no se cómo por la que hay que decirlo todo y de todo, pero no me
convence; la moda es más el repetir sin verificar, al final esto es una simple
fórmula: ego es igual a moda por la suma entre vanidad más mérito. Pudiera
mencionar más, pero entrarían fácilmente en la fórmula. No es descabellado
escribirles que también puede ser por fe, esperanza; esa necesidad de creer que
las cosas van a mejorar, que este esfuerzo cotidiano no es en vano, que sí, que
sí hay una recompensa por la que vale la pena el cansancio. Fe ésta que nos
lleva a desesperarnos. Creer se nos vuelve un vicio, entonces se confunden el raciocinio
y el lapsus (ya no sé cuál es cual) y viene el delirio: por qué coño los verbos
en las noticias se escriben en futuro. Fulano de tal hará, Zutano investigará,
Mengano discutirá… para bien y para mal el futuro no es un hecho, así que
tampoco puede ser noticia. Quizás por eso la desesperanza… porque los verbos
del futuro deben hacerse presente…
Cantó
Cerati: el tiempo es arena en mis manos…
miércoles, 13 de mayo de 2015
Imaginemos a tres personas…
Estaba
leyendo y como suele ocurrir, tuve que detenerme. No fueron las obligaciones,
bueno, sí, pero no por eso voy escribir ahora; tampoco fueron las
preocupaciones: esas las dejo para otra entrada. Se me han combinado ciertos
pensares, Pamuk tuvo la culpa. Sus citas serán en otra entrada, pero quizás no,
o bueno; quizás no acerca de lo que tengo en mente…
Imaginemos
a tres personas: Leo, Tina y Pablo, tres personas que se relacionan; tienen
algo en común que las ubica juntas en un momento determinado y que, dada cierta
frecuencia que les incluyo, puedo decir que están dentro de un círculo: amigos,
conocidos, compañeros de trabajo, de estudio; algo de eso... Es de suponer que
cada uno tiene características propias que lo definen, pero ahí es adonde llega
esto, y la lectura; y las ganas de escribir… no son tres personas, no, son tres
cuerpos, de los cuales al que llamo Tina, tiene, digamos, otra Tina dentro de
sí que piensa, siente, calla y grita según lo que vive. A ella quiero llamarla
la Tina de Tina: un ser que no sólo habita ese cuerpo sino que tiene la
facultad de crearse otros seres, a partir (del delirio, no, no es el caso) de
la interacción, luego, con algo de constancia y, por supuesto, sentires y
pensares y todo aquello; tenemos, dentro de su mente: a un Leo de Tina y a un
Pablo de Tina también. Claro; cada persona con la que se topa habrá de hacerse
un espacio en su ser, pero intento que esto sea breve, y ya creo que está lo bastante
enrevesado; como he escrito al principio: imaginemos a tres personas…
Pasa
lo mismo con Pablo y con Leo, en ambos yace una Tina, muy diferente en cada
uno, y es obvio, por eso no siempre pensamos lo mismo de alguien: no creo que
el hijo del presidente tenga el mismo concepto de su padre que tiene el pueblo
al cual gobierna, por ejemplo… En Pablo hay un Leo, y viceversa, y bueno: ahora
las circunstancias…
Pablo
presenta atisbos de malcriadez, de niño le faltó atención de sus padres y éstos
la compensaban con complacencias nocivas a beneficio de no ser molestados (un
punto delicado; cuando los hijos molestan) Pablo aprendió a hacer del berrinche
un medio para un fin, y así creció, y bueno, bajo parámetros como el mencionado
es como Pablo crea a sus seres, un Leo y una Tina que no son un fin, sino un
medio. Pablo se enamoró de Tina…
Leo.
Leo fue novio de Tina durante cierto tiempo mientras estudiaban en la
universidad. Años más tarde conocieron a Pablo, cuando los mandaron a hacer las
pasantías. Pablo ya trabajaba para ese entonces, pero el flechazo no nació ahí,
ni tampoco la ruptura, para ese momento eran sólo tres personas…
Tina,
bella, mujer, emprendedora; muestra ese leve complejo que muchas personas de
origen humilde no logran superar. De ahí le nace la muy conocida vanidad
simulada, una cosa que los hombres atribuyen al género, pero que el que teclea
éstas palabras no lo cree así. Impecablemente vestida, siempre, y siempre
acorde a los designios de la moda. Se conocen, y la convivencia les dio la
oportunidad…
Pablo
y Tina hoy son novios, pero la Tina de Pablo siempre suele diferir con la Tina
de Tina, sin embargo; ésta última siempre termina inmolándose para que el
complejo se mantenga, pero cuando la Tina de Tina está a solas, se refugia en Leo. Pero no en el Leo de Leo, sino en el Leo de Tina, ese caballero al
que sólo le faltó dinero para verse como un príncipe. Cosa distinta al Leo de Leo que más bien tiende a la anarquía, y que cuya Tina, es, nada más que un
consuelo del pasado…
A
pesar de las diferencias, los cuerpos responden a sus memorias. Algo que Pablo
aún no sabe, porque su Leo es sólo un adulador, un compañero de trabajo al que
él, por lástima, lo llama amigo. Lo que no sabe el Pablo de Pablo es que el
Pablo de Leo es un imbécil, y cornudo; pero el silencio hace que las muecas
tomen el lugar de los seres de cada uno. De ésta forma, cada mañana, tres
personas que imaginamos se dan la oportunidad de sonreír y tomarse un café…
sábado, 9 de mayo de 2015
¿Te ofendes?
[De La Caja de Pandora:] “Se hace
uso de la ofensa o se sufre. Me cuestiono si la ofensa existe o nos la
inventamos. Si se activa como un mecanismo de defensa de causas nobles, o una
forma de minar al enemigo. Si la ofensa es desconocimiento o la inteligencia
suprema. Si ofenderse es una pose. Si ofender,
una provocación. Si la vemos, o la ven… Ofender, ¿no es buscar
notoriedad, una llamada de atención? ¿Jugar con la audiencia? ¿Una trampa? ¿La
ofensa como forma de comunicar? Ofendernos ¿no es sentir lástima por uno mismo? ¿No es ver nuestras
restricciones morales reflejadas en un comentario ajeno?” [De Sanación
Holística:] “Cuando nacemos, somos auténticos. Pero nuestra
verdadera naturaleza, es suprimida y sustituida artificialmente por conceptos
que nuestros padres, la sociedad y televisión nos enseñan. Y crean una novela
falsa de cómo deberían ser las cosas en todos los aspectos de tu vida y de cómo
deben actuar los demás…” [De la Miscelánea de Lolo:] “Entonces,
cuando alguien nos dice algo, nuestra mente tiene que filtrarla con los
coladores que conoce, aquellos caminos que nuestras neuronas han formado, y
entonces la interpretación de las palabras cobra un significado que podemos
comprender y nos prepara para reaccionar. Y cuando decimos algo lo hacemos como
la expresión de nuestra realidad personal. A veces esa mezcla no resulta compatible con la del
otro... Por ejemplo, es tan fácil llenarnos de sentimientos cuando
alguien nos dice algo y nosotros nos sentimos ofendidos. Seguramente, porque es
lo que nosotros usamos para ofender. Me pasa todo el tiempo con el sarcasmo.
Mientras para mi es simplemente una forma humorística de ver lo obvio, para
otras personas es un ejemplo de falta de respeto, intolerancia y grosería (…) aunque
ambos hablen y escuchen, ninguno de los dos tiene en cuenta a su interlocutor.
Y esto ocurre nefastamente con quienes son más cercanos a nosotros…” [De El
Don de la Alta Sensibilidad:] “La gran mayoría de la gente dice
lo que dice y hace lo que hace desde su propia estructura de miedos,
conclusiones, defensas y valores. Hemos aprendido a comportarnos de la manera
A, B o C que garantiza nuestra supervivencia y que nos hace sentir más o menos
bien y con la conciencia - si la tenemos - tranquila. Y aunque vamos recibiendo
críticas, quejas o reproches, muchas veces estos no tienen que ver con
nosotros. Casi siempre tienen que ver con las veces en que la persona había
vivido una situación similar (…) Casi nada es personal; casi todo es
proyección, por parte de la otra
persona, pero también de nuestra parte hacia los otros, incluidas nuestras
relaciones cercanas…”
martes, 5 de mayo de 2015
Sin tener la primera línea…
Unas cuantas
inquietudes se me desordenan a la vista, no sabiendo qué pensar. Así, creo, es
como uno empieza a preocuparse: esa intriga que nos lleva a imaginar… todo se
confunde, como un sueño; rostros borrosos atribuidos a nombres mal pronunciados.
Nos creamos historias para creernos luego verdades de la intuición; pero, por
qué. Por qué ese ejercicio involuntario. Estamos acaso siendo objeto de algún
macabro experimento devenido del fulano pasotismo. Será el efecto secundario de
una pastilla que nos recetaron; quién sabe. Lo cierto es que está ahí viviendo de
nuestra percepción; un parásito al que mantenemos saludable con nuestras
intoxicaciones… una pausa y una bocanada… los recuerdos, los recuerdos cambian:
quizás por protección o quizás como consecuencia. Empezamos a olvidar,
selectivamente, pero sin conciencia, el huésped tiene hambre y ahí va uno y lo
alimenta. Pero, sí, hay un pero: no queremos que se den cuenta, lo disimulamos,
con silencio, o con rabietas sin sentido… tenemos que distraernos, y volvemos
al pasotismo; a decantar el interés como si este último pudiera oxigenarse… una
paz falsa, artificial… y entonces se acaba el entretenimiento. Necesitamos
dinero, como el drogadicto, para así no sanar jamás. Luego ponemos nuestra fe
en la desconfianza, porque algo malo tiene que pasar. Pasa, al final pasa, pero
la vista estaba enfocada en el desorden, y sí; unas cuantas inquietudes siguen sin dejarme
qué pensar…
martes, 3 de marzo de 2015
Gente
…sabemos
que no interesamos cuando la emoción que reflejamos en el rostro; producto de
lo que estamos por compartir, produce una cierta molestia en quien queríamos como
parte de ese momento: de esa anécdota… eso nos lleva a varios puntos. En el
caso de este delirio; a dos: si lo vemos desde el emocionado que comparte, pero
con algo de empatía en el molesto que percibe; podemos decir que esa intención
al compartir no es más que una búsqueda en dónde poder descansar la soberbia,
es decir, quizás la alegría, o la tristeza; o lo que sea que el emocionado
expresa, no sea del todo verdadera, cosa que al molesto obviamente le molesta, y no ha de poderlo ocultar…
Ahora
bien, la soberbia juega en ambos sentidos; y en una sociedad donde el esfuerzo
sufre de cansancio, donde el mérito no se merece; la envidia tiene que regir: la
falta de empatía; que más que una patología es quizás una idiosincrasia: no creo porque creas, pero podría creer
cuando me convenga… el molesto, molesto está porque la emoción viene del
otro, y por supuesto; al oír a éste, en lo absoluto ha de sentirse parte… al
final no sabemos de qué lado se pone la soberbia, como tampoco sabemos dónde se
encuentra la empatía… es posible, a lo mejor, que cuando el esfuerzo se consiga
con el mérito la emoción no moleste y así ése compartir pueda empezar a
interesar…
jueves, 12 de febrero de 2015
pseudocrítico
Y
es que la historia de ti que tú no sabes se va paginando en los ojos de quienes
te han venido conociendo, con sus silencios, con la forma en que te miran y lo
sabes, lo sabes bien porque las palabras no se escuchan. Cuestionas el sentido
del oído, pero no, no es que no escuches, es que lo que callan cuando te hablan
habla más duro, sólo que no lo entiendes, pero sí lo sientes y tu rostro se
arruga, se recoge como las patas de la araña… luego te preguntan qué tienes y
no sabes qué responder. Eres tú ahora el que grita y que nadie escucha,
entonces dices cualquier estupidez; cualquier cosa, algo que acalle lo que te
gritabas hace poco, porque quizás alguien podría escucharte, porque algo tienes
e intuyes que deberías acallarlo. Te abstraes, te distraes, te aferras a un
falso positivo o a una miseria ajena, mejor, te aferras al pronunciamiento en
contra de las tendencias, de la moda; finalmente caes en su dominio y, como
todo el mundo, te la tiras de diferente sólo porque ese clamor ahogado de tu
ser ha de volcarse en alguna clase de indiferencia intelectual propia de un pseudocrítico. Pero te envicias, te lo
crees, y ahora tu creencia habla más duro que tu carencia… atrincheras ése
arquetipo… hasta que eres engullido en una especie de dilema, una parábola sin
fin y te vuelves visceral. Entonces, con unos zapatos de marca, o con un trago
muy trendy en la mano; te quejas de
los ignorantes que no ven lo que se supone que tu sí… ¡y pensar que sólo tenías
que desahogarte!
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