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jueves, 15 de agosto de 2013

Amor amenaza y amenazo amar…


"Los valores amados por un individuo le parecen a éste que están amenazados…" Ahí es cuando empieza a gustarte ese opuesto complementario que sale a flote cuando viven nombrando al otro...

"La imaginación sociológica permite tener en cuenta cómo los individuos, en el tumulto de su experiencia cotidiana, son con frecuencia falsamente conscientes de sus posiciones sociales." Por lo que siempre hay algo de moda que enmudece una sensación de pertenencia, eso explica cómo algo que no existía ahora determina tu felicidad, es como un amante ideal, tu pareja, una persona que ha entrado a tu vida y la conviertes en una necesidad...

"Supongamos, en fin, que (el individuo) no sienta estimación por ningún valor, pero que, no obstante, perciba agudamente una amenaza. Ésta es la experiencia del malestar de la ansiedad, la cual, si es suficientemente total, se convierte en una indisposición mortal no específica." Esto otorga un valor catártico a la crítica y a su descendencia, que son esas ganas de despotricar...

"Los fines de los hombres muchas veces son meras esperanzas, pero los medios son realidades controladas por algunos hombres." A ello, un tema de conjugación: el "yo quiero" abraza en silencio al "lo que ellos quieran."

Nos permutamos: cuando ellos dicen, yo hago, cuando yo digo, ellos hicieron...

 

Citas de CHARLES W. MILLS, “Las fuentes del poder en la sociedad”

lunes, 29 de julio de 2013

el castillo de nuestra conciencia…


A mi entender, la locura como la describe Foucault, fue tal vez el inicio de la exclusión como medida de saneamiento:
"Desaparecida la lepra, olvidado el leproso, o casi, estas estructuras permanecerán. A menudo en los mismos lugares, los juegos de exclusión se repetirán, en forma extrañamente parecida, dos o tres siglos más tarde. Los pobres, los vagabundos, los muchachos de correccional, y las "cabezas alienadas", tomarán nuevamente el papel abandonado por el ladrón, y veremos qué salvación se espera de esta exclusión, tanto para aquellos que la sufren como para quienes los excluyen. Con un sentido completamente nuevo, y en una cultura muy distinta, las formas subsistirán, esencialmente esta forma considerable de separación rigurosa, que es exclusión social, pero reintegración espiritual"
Podríamos presumir que el exilio se constituyó en una institución liberadora para la gente sana, y a lo sano le agregamos obedientes:
“En ocasiones, algunos locos eran azotados públicamente, y como una especie de juego, los ciudadanos los perseguían simulando una carrera, y los expulsaban de la ciudad golpeándolos con varas. Señales, todas éstas, de que la partida de los locos era uno de tantos exilios rituales. Así se comprende mejor el curioso sentido que tiene la navegación de los locos y que le da sin duda su prestigio. Por una parte, prácticamente posee una eficacia indiscutible; confiar el loco a los marineros es evitar, seguramente, que el insensato merodee indefinidamente bajo los muros de la ciudad, asegurarse de que irá lejos y volverlo prisionero de su misma partida. Pero a todo esto, el agua agrega la masa oscura de sus propios valores; ella lo lleva”
Y más adelante el mar parece pues purificar:
“pero hace algo más, lo purifica; además, la navegación libra al hombre a la incertidumbre de su suerte; cada uno queda entregado a su propio destino, pues cada viaje es, potencialmente, el último. Hacia el otro mundo es adonde parte el loco en su loca barquilla; es del otro mundo de donde viene cuando desembarca.”
Me conseguí ésta frase dentro del texto:
“admitamos que la fortaleza de antaño se ha convertido en el castillo de nuestra conciencia…”
Y ahora nos preguntamos dónde fueron a parar esos locos, que no solamente fueron los alienados, sino todo aquel que no convenía en un lugar dentro de la sociedad de entonces. Quizás hubo un mundo nuevo para ellos, para establecerse en pensamientos, palabras, obras y omisiones…
“Para la locura, las cosas son distintas; si sus peligros no comprometen el avance ni lo esencial de la verdad, no es porque tal cosa, ni aun el pensamiento de un loco, no pueda ser falsa, sino porque yo, que pienso, no puedo estar loco. Cuando yo creo tener un cuerpo, ¿estoy seguro de sostener una verdad más firme que quien imagina tener un cuerpo de vidrio? Seguramente, pues "son locos, y yo no sería menos extravagante si me guiara por su ejemplo". No es la permanencia de una verdad la que asegura al pensamiento contra la locura, como le permitiría librarse de un error o salir de un sueño; es una imposibilidad de estar loco, esencial no al objeto del pensamiento, sino al sujeto pensante. Puede suponerse que se está soñando, e identificarse con el sujeto soñante para encontrar "alguna razón de dudar": la verdad aparece aún, como condición de posibilidad del sueño.”
¿Qué pasa si ellos fundan una nueva ciudad, o se establecen en una nueva comunidad?
 

martes, 23 de julio de 2013

Pedir demasiado


Hay: “dos tipos de hombres mórbidos, los que vivían hacia atrás a fin de esquivar el presente con el que no podían, no sabían ni tenían la fuerza de lidiar, y aquellos que para no dejarse arrastrar por la dinámica incoercible del pasado, al que a su vez no podían, no sabían afrontar, se volcaban al futuro, pero no al futuro señalado por las vísperas y las brasas vivas del día siguiente al día después, que estando, lo que se dice, a la vuelta de la esquina, requería ser atajado con mayor presteza y denuedo, sino a ese largo corredor de utopías y ensueños por el que se colaba de todo: mitos, desvaríos, supersticiones, despropósitos, engaños, lo improbable y lo increíble de un poso de quimeras en el que ni uno solo de sus componentes hacía pie en el sufrido cuerpo del presente (…) El futuro no era más que un comienzo sin fin: pasado, presente y las liebres de la vida que por cualquier lado podían saltar (…) El pasado era largo y más que largo pesado, mientras el presente, del cual dependía todo futuro y sobre el que gravitaba todo pasado, era un entretanto de apelmazados instantes pronto difuntos: fechas, lugares, nombres dando vueltas en redondo (…) A cuántos, creyendo siempre que, por más que se tomara su tiempo, el futuro era progreso hacia una meta, no les sucedía despertar justo cuando pensaban que se había completado la órbita en que tendría que haberse realizado lo que se prometían (…) Lo que sucedía no se asemejaba nunca a lo que se tenía previsto. El futuro no tenía más punto de apoyo que el pasado (…) Como la vida misma, el futuro no se cuidaba de ofrecer garantías…”
 
Victoria de Stefano
Fragmento de Pedir demasiado…

lunes, 8 de julio de 2013

Sea la música entonces el camino…

Toda energía tiene que usarse prudentemente. Nada que descartar.
Esta es una de las cosas básicas que les enseño, que no hay que descartar nada – en lo absoluto.
 
Somos nosotros quienes cambiaremos las energías, quienes cambiaremos su disposición.
Haremos nuevos arreglos, nuevas armonías. Se crearán nuevas sinfonías, pero nada será descartado.
 
Ahora mismo ustedes son un rompecabezas: fragmentos sin coherencia, sin unidad interior alguna. Y cada fragmento está luchando con otro. Pues son una multitud – ustedes – una multitud con muchas notas pero sin melodía.
Estas notas pueden organizarse en una melodía – y a menos que lo hagan, seguirán estando en la miseria…

 


 Eso dice Osho en su Tantra, y en alguna entrada anterior de este blog se habló – o se mencionó más bien – a la miseria musical (Mi sería)
 
Acorde es un aporte de la música a las letras, por eso entenderse tiene mucho que ver con notas, escalas y melodías.
 
Alguien dijo que de ir presos por descargar música ilegalmente, deberían encerrarnos por géneros musicales; quién sabe, pero hay algo interesante en el escuchar una canción cuando otros oyen bulla. 

Donde percibimos ruido percibimos muy poca música: sea la música entonces el camino…

miércoles, 19 de junio de 2013

James Gatz


Quería de Daisy nada más y nada menos que fuera a donde Tom y le dijera: “jamás te he amado.”
Borrando cuatro años con aquella frase, podrían ellos después, decidir sobre las medidas prácticas que se deberían tomar. Una de ellas era que, al recuperar Daisy su libertad, regresarían a Lousville y se casaran saliendo de su casa, como si esto sucediera hace cinco años.
- Pero ella no entiende – dijo él – Antes ella era capaz de entender. Nos sentábamos horas y horas…
Se derrumbó y comenzó a caminar por el desolado sendero lleno de cáscaras de frutas y favores descartados y de flores aplastadas.
- Yo no le pediría tanto – aventuré yo – uno no puede repetir el pasado.
- ¿No se puede repetir el pasado? – exclamó él, no muy convencido de ello. ¡Pero claro que se puede!
(…)
Habló largo sobre el pasado y colegí que deseaba recuperar algo, alguna imagen de sí mismo quizás, que se había ido en amar a Daisy. Había llevado una vida desordenada y confusa desde aquella época, pero si alguna vez pudiera regresar a un punto de partida y volver a vivirla con lentitud, podría encontrar qué era la cosa…
(…)
En medio de todo lo que dijo, aun en medio de su apabullante sentimentalismo, yo recordaba algo, un ritmo esquivo, el fragmento de palabras perdidas que había escuchado hacía largo tiempo. Durante un instante una frase trató de formarse en mi boca y mis labios se separaron como los de un mudo, como si hubiera más batallas en ellos que el mero jirón de aire asombrado. Pero no emitieron sonido alguno, y aquello que estuve a punto de recordar quedó incomunicado por siempre jamás…


Cuando sientas la inclinación de criticar a alguien ten en cuenta que no todo el mundo ha gozado de tus ventajas…

Fragmento de El Gran Gatsby, de Francis Scott Fitzgerald

lunes, 17 de junio de 2013

El inteligente pobre: Todo fue, una vez más, literatura y facundia…


- Hay ciertos momentos en que tengo presentimientos. Quizá haya algo de locura en esto…  Levantó los ojos vivamente, pero no contestó. Notaba que mi presencia era una tortura para ella y quise ponerle término. Fui hacia la puerta. ¿No quería abrazarme ahora? ¿Ni darme la mano? Me paré, esperando.
 
- ¿Se marcha usted? – dijo, permaneciendo inmóvil junto a la chimenea.
No contesté. La miré sin hablar, humillado, desconcertado. ¡Todo lo había echado a perder! No parecía importarle que yo estuviese dispuesto a marcharme; y, de pronto, la veía por completo perdida para mí. Busqué algo que decirle en despedida, una frase acertada, honda, que la penetrase y pudiera influir en ella un poco. Y contrariamente a mi decisión de ser frío y altivo, empecé sencillamente, agitado, vejado, herido en lo vivo, a hablar de futilidades. No encontraba la frase que quería y hablaba totalmente aturdido. Todo fue, una vez más, literatura y facundia.
 
- ¿Por qué no me decía clara y simplemente que debía marcharme? – pregunté –. Sí, ¿por qué no? No tenía por qué enfadarse. En vez de recordarme que la criada iba a volver en seguida, podía haberme dicho simplemente: Ahora es necesario que se vaya usted, porque tengo que ir a buscar a mi madre y no quiero que me acompañe por la calle. ¿No era esto lo que pensaba? Bastaba muy poco para ponerme en la calle; el solo acto de tomar su abrigo para dejarlo en seguida me habría convencido. Como le he dicho, tengo presentimientos. Y tal vez, en el fondo, no era la locura…
 
(…)
 
Proseguí (…) En el fondo, podía tenerse un alma delicada sin estar loco (…) El inteligente pobre es un observador mucho más fino (…) El pobre mira a su alrededor a cada paso que da, espía suspicazmente cada palabra que oye a las gentes que encuentra; a cada paso que da él mismo impone a sus pensamientos y a sus sentimientos un deber, una norma. Tiene el oído fino, es impresionable (…) su alma tiene quemaduras…
 
- ¡Ahora me voy!

 
Fragmento de Hambre, de Knut Hamsun

lunes, 10 de junio de 2013

La mejor manera de explicarlo es hacerlo...

--¿Quién eres tú? --dijo la Oruga.
No era una forma demasiado alentadora de empezar una conversación. Alicia contestó un poco intimidada:
--Apenas sé, señora, lo que soy en este momento... Sí sé quién era al levantarme esta mañana, pero creo que he cambiado varias veces desde entonces.
--¿Qué quieres decir con eso? --preguntó la Oruga con severidad--. ¡A ver si te aclaras contigo misma!
--Temo que no puedo aclarar nada connnigo misma, señora --dijo Alicia--, porque yo no soy yo misma, ya lo ve.
--No veo nada --protestó la Oruga.
--Temo que no podré explicarlo con más claridad --insistió Alicia con voz amable--, porque para empezar ni siquíera lo entiendo yo misma, y eso de cambiar tantas veces de estatura en un solo día resulta bastante desconcertante.
 
--No resulta nada --replicó la Oruga.
--Bueno, quizás usled no haya sentido hasta ahora nada parecido --dijo Alicia--, pero cuando se convierta en crisálida, cosa que ocurrirá cualquier día, y después en mariposa, me parece que todo le parecerá un poco raro, ¿no cree?
--Ni pizca --declaró la Oruga.
--Bueno, quizá los sentimientos de usted sean distintos a los míos, porque le aseguro que a mi me parecería muy raro.
--¡A ti! --dijo la Oruga con desprecio--. ¿Quién eres tú?
Con lo cual volvían al principio de la conversación. 
(...)
--Así que tú crees haber cambiado, ¿no?
(...)
¿Qué tamaño te gustaría tener? --le preguntó.
--No soy difícil en asunto de tamaños --se apresuró a contestar Alicia--. Sólo que no es agradable estar cambiando tan a menudo, sabe.
--No sé nada --dijo la Oruga. Alicia no contestó. Nunca en toda su vida le habían llevado tanto la contraria, y sintió que se le estaba acabando la paciencia.
--¿Estás contenta con tu tamaño actual? --preguntó la Oruga.
--Bueno, me gustaria ser un poco más alta, si a usted no le importa. ¡Siete centímetros es una estatura tan insignificante!
¡Es una estatura perfecta! --dijo la Oruga muy enfadada, irguiéndose cuan larga era (medía exactamente siete centímetros).

(...)

--Soy... soy una niñita --dijo Alicia, llena de dudas, pues tenía muy presentes todos los cambios que había sufrido a lo largo del día.
--¡A otro con este cuento! --respondió la Paloma, en tono del más profundo desprecio--. He visto montones de niñitas a lo largo de mi vida, ¡pero ninguna que tuviera un cuello como el tuyo! ¡No, no! Eres una serpiente, y de nada sirve negarlo. ¡Supongo que ahora me dirás que en tu vida te has zampado un huevo!
--Bueno, huevos si he comido --reconoció Alicia, que siempre decía la verdad--. Pero es que las niñas también comen huevos, igual que las serpientes, sabe.
--No lo creo --dijo la Paloma--, pero, si es verdad que comen huevos, entonces no son más que una variedad de serpientes, y eso es todo.



Fragmentos del capítulo V de Alicia en el país de las maravillas; Consejos de una oruga
Lewis Carroll 
(Su foto es un montaje, en ella podrán acceder a algunos datos biográficos de intererés)

viernes, 24 de mayo de 2013

Malbondad


Hay cuatro amplias raíces del mal.  Una es que la agresión a menudo es útil: es un modo de reducir conflicto y conseguir lo que uno quiere. Otra es el egotismo amenazado: las personas tienen opiniones favorables de sí mismas y buscan mantenerlas. Cuando alguien desafía estas opiniones favorables, las personas se revuelven contra quien lo hace. Esto, por supuesto, es contrario a la sabiduría convencional de que la baja autoestima causa la agresión, pero creo que es mucho más compatible con la gran cantidad de evidencia empírica.

La tercera raíz del mal es el idealismo.  Tristemente, muchas personas recurren a medios violentos para conseguir lo que consideran objetivos positivos, deseables, como hacer del mundo un lugar mejor, defender sus ideales políticos o religiosos, o deshacerse de personas que consideran malvadas.  Esto es generalmente colectivo, pero ha traído algunos de los mayores baños de sangre de la historia del mundo. Después de todo, los nazis y los soviéticos y los comunistas chinos estaban motivados todos por ideales positivos y una visión del maravilloso mundo que iban a construir.  Las guerras de religión, asimismo, han sido a menudo brutales a pesar de sus muy idealistas motivos.

La última raíz es el sadismo.  Es mucho menos prevalente que las otras tres, creo, pero puede ser enormemente cruel.  Algunas personas aprenden a disfrutar infligiendo dolor y sufrimiento a otras y lo hacen por la satisfacción que les procura.

Esas son las causas profundas.  Es difícil cambiarlas.  Por otra parte la causa próxima de mucha violencia es un fallo de los frenos y del autocontrol.  La mayoría de las personas refrenan la mayoría de sus impulsos agresivos y violentos.
 
¿Por qué hay mal?, una vez vistas todas las causas que incrementan la violencia hubo de formularse una segunda pregunta a saber: ¿Por qué no hay más mal que el que hay?  Y la respuesta es que por la mayor parte, las personas refrenan e inhiben sus impulsos violentos.  Cuando fallan esos frenos, la violencia aumenta.  La violencia empieza cuando cesa el autocontrol.  Mejorar el autocontrol parece un modo mucho más viable de reducir la violencia que eliminar las causas profundas.



El hombre como medida del hombre (entrevista a Roy Baumeister)


miércoles, 1 de mayo de 2013

La Fábrica de Gente



¿Existen los Gólem? Kafka y Capek los identifican y los describen en sus obras. Los fabrican las academias, las universidades y las usinas del Occidente: caminan sobre dos pies, redactan expedientes e informes, eluden toda pregunta con vagas alusiones a la disciplina y la autoridad. Comienzan por obedecer: a la larga quieren ser obedecidos.

Para Kafka el Gólem  se llama funcionario. Impersonal, conformista y pasivo, pulula por todos los pasillos del laberinto, retardando nuestro tránsito. Su mera presencia degrada a los restantes seres a autómatas – como en ciertas pesadillas, como en la Alicia de Carroll, en este mundo la angustia brota de la unánime aceptación de la insensatez por todos los personajes salvo el protagonista –. El rasgo más cenagoso de esta inundación de Gólem es su anonimato: Max Weber ya había incluido entre las características de la denominación burocrática la pretensión de impersonalidad. Sentimos que, en el fondo, son intercambiables los atormentadores de los señores Kafka y Capek y del reo de la Colonia Penitenciaria; que son sustituibles por dueñas de pensiones, amantes y padres: todos participan de la grisácea complicidad del respeto al poder. Y ésta maciza vacuidad triunfa siempre – desvía del recto camino hacia el Castillo, priva a la víctima de toda defensa, aplasta con su capacidad de obstaculizar.

Si los Gólem de Kafka son seres humanos en tránsito hacia la condición de autómatas, los de Karel Capek son, por el contrario, autómatas en tortuoso camino hacia la hominización. Karel Capek en su pieza de teatro R.U.R. (Robots Universales Rossum: la alusión al complejo industrial del Ruhr es transparente), presentó en 1921 al público de Praga una alegoría sobre hombres fabricados con tejido biológico artificial que terminan sublevándose contra sus inventores y aniquilándolos. Para crear sus abominaciones el profesor Rossum “rechazó todo aquello que no contribuía al progreso del trabajo (…) De ésta forma rechazó todo aquello que hace al hombre más caro (…) En realidad lo que hizo fue rechazar al hombre y hacer el robot”. (Robot, en checo, quiere decir trabajador, ganapán; Rossum significa cerebro.) La parábola es clara: así como la palabra muerta del expediente fabrica al funcionario, la maquinaria industrial no factura mercancía, sino robots. Gracias a la uniformidad, la baratura y la intercambiabilidad del nuevo producto, éste acabará por sustituir al hombre, ese objeto impredecible y artesanal. Añadamos que Capek introduce un nuevo terror en la ya clásica estructura del mito: sus robots son proliferantes, autónomos y dominadores. Más que el peso muerto del burócrata, simbolizan el poder de una tecnología que multiplica su potencia, su complejidad y su diversidad sin que ninguna fuerza humana pueda detenerla.

Al añadir ésta vuelta de la tuerca al tema golémico, Capek lo lleva al agotamiento y a la vez a la redención. Así como la tecnología, en una primera etapa, produce hombres maquinales, en una segunda etapa debe generar inevitablemente mecanismos humanos. En la fábrica R.U.R. un científico dota a unos cuantos robots de superior inteligencia, de capacidad para el dolor y en consecuencia para el amor y la duda. Liquidarán a la humanidad, es cierto, pero al precio de convertirse ellos mismos en predecesores de una nueva humanidad. Primus y Helena, los robots capaces de error, serán un nuevo Adán y una nueva Eva porque albergan la incertidumbre y la incoherencia en sus cuerpos artificiales – así como la cucaracha continuó alojando la aterida ternura de Gregorio Samsa…


Por los signos de los signos
Luis Britto García

viernes, 5 de abril de 2013

De lo mejor que he leído…



Como teníamos miedo, nos veíamos cada día. Comíamos juntos, pero el miedo permanecía a solas en cada mente, como antes de encontrarnos. Pero el miedo se escapa. Si controlas la expresión, se te cuela en la voz. Si consigues controlar la expresión y la voz como si de un pedazo de carne muerta se tratara, se te cuela en los dedos. Se te adhiere a la piel. Se escapa y lo ves en todos los objetos a tu alrededor.
Sabíamos dónde estaba el miedo de cada uno, porque hacía tiempo que nos conocíamos. Con frecuencia no nos soportábamos, porque nos necesitábamos. No nos quedaba más remedio que herirnos mutuamente.
Tú con tu mala memoria. Tú con tus prisas y tus tardanzas. Tú con tu tacañería. Con tu grosería. Tú con tu hipo y tus estornudos, tus camisas, tus calcetines, decíamos.

Necesitábamos la rabia de palabras largas que nos separasen. Las inventábamos como maldiciones para crear distancias. Nuestra risa era dura, nos clavábamos el dolor los unos en los otros. Tardábamos poco, porque nos conocíamos a fondo. Sabíamos a la perfección qué dolía al otro. Nos excitaba que el otro sufriera. Queríamos que se desmoronara por el peso del amor en estado puro y percibiera su escaso aguante. Cada insulto era el preludio del siguiente, hasta que por fin el insultado callaba…

El miedo nos había permitido penetrar en los otros más de lo que está permitido. En aquella confianza tan profunda necesitábamos el cambio que se produjo de improviso. El odio podía pisotear y destruir. Segar el amor en la intimidad, porque el amor volvía a crecer como la hierba alta. Las disculpas borraban los impulsos con la rapidez con que se contiene el aliento…

domingo, 31 de marzo de 2013

Las buenas y malas cualidades del carácter


En los designios del Destino, Schopenhauer nos da a entender, entre otras cosas, dos puntos interesantes; uno sobre los dones (o aptitudes) vistas como privilegios generadores de envidia; y otro sobre el ejemplo, como premisa, o como guía. Citamos:

“La inteligencia, e incluso el genio, deben mendigar perdón al mundo siempre que no se hallen en situación de permitirse el menosprecio orgullosa e intrépidamente. En efecto, cuando la envidia queda suscitada tan sólo por la riqueza, el rango o el poder, a menudo se ve amortiguada por el egoísmo al enjuiciarse, que llegado el caso podría esperarse de quien envidia cosas tales como auxilio, deleite, apoyo, protección, mecenazgo u otras por el estilo; o incluso al aproximarse, y pueda saborear la gloria en base al mero destello de su prestigio; por supuesto, siempre queda la esperanza de alcanzar para sí mismo todas esas gracias algún día. En otro orden de ideas, para la envidia concentrada en los dones naturales y personales, como pudieran ser la belleza entre mujeres, y el ingenio entre los hombres, no hay espacio para esa esperanza o consuelo de tipo alguno; no quedando más que el odio amargo e implacable a tales privilegios…”

En cuanto al ejemplo, extraemos:

“…por lo común, las personas poseen poco discernimiento y harto escaso conocimiento para explorar por sí mismos su camino. Por eso uno se hallará tanto más abierto al influjo del ejemplo, cuanto más adolezca de ambas aptitudes…” (discernimiento y conocimiento)
Más adelante: “…desde un punto de vista moral, el ejemplo, como forma de instrucción, puede propiciar una mejora civil o legal, más nunca una mejora interior, que es la única específicamente moral… el ejemplo actúa como un instrumento propiciador de que se pongan en relieve las buenas y malas cualidades del carácter, pero no crea éstas de modo alguno…”

Hay tomarse buenos sorbos de tiempo para probar un nuevo orden de pensamientos, pues seguir ejemplos creyéndolos aptitudes y envidiar aptitudes creyéndolas privilegios; nos alejan de ese ser que somos y que a veces no sabemos ser…

Saludos en letras…

viernes, 29 de marzo de 2013

Gozar intensamente de sus triunfos...



"Eres un hombre muy apasionado, un hombre hambriento que no sabe dónde saciar su apetito, un hombre profundamente frustrado que lucha por proyectar su individualidad contra un fondo de rígido conformismo. Existes en un mundo pendiente entre dos superestructuras, una de autoexpresión y la otra de autodestrucción. Eres fuerte pero en tu fuerza hay una grieta y a menos que aprendas a controlarla, esa grieta demostrará ser más poderosa que tu fuerza y te vencerá. ¿La grieta? Explosión de la reacción emocional totalmente desproporcionada a los hechos. ¿Por qué? ¿Por qué esa irrazonable ira cuando ves a otros contentos, felices y satisfechos? ¿Por qué ese creciente desprecio por la gente y esas ganas de herirla? Muy bien: crees que son necios y los desprecias porque su moral, su felicidad son el origen de tu frustración, y tu resentimiento. Pero esas ideas son terribles enemigos que llevas dentro de ti... y a la larga serán mortíferos; como las bacterias que resisten al tiempo, no matan al individuo sino que dejan en su modo de ser el estigma de una criatura desgarrada y retorcida; dejan fuego en su interior avivado por astillas de desprecio y odio. Podrá prosperar pero no dará fruto porque él es su propio enemigo y le estará vedado gozar intensamente de sus triunfos".


Fragmento de "A Sangre Fría"
Agradecimientos:

lunes, 11 de marzo de 2013

El Artista y el Mundo externo


[Uno dice "silla" o "ventana" o "reloj", palabras que designan meros objetos de ese rígido e indiferente mundo que nos rodea, y sin embargo de pronto transmitimos con esas palabras algo misterioso e indefinible, algo que es como una clave, como un patético mensaje de una profunda región de nuestro ser. Decimos "silla" pero no queremos decir "silla", y nos entienden. O por lo menos nos entienden aquellos a quienes está secretamente destinado el mensaje críptico, pasando indemne a través de las multitudes indiferentes u hostiles. Así que ese par de zuecos, esa vela, esa silla, no quieren decir ni esos zuecos, ni esa vela macilenta ni aquella silla de paja, sino yo Van Gogh, Vincent (sobre todo Vincent): mi ansiedad, mi angustia, mi soledad; de modo que son más bien mi autorretrato, la descripción de mis ansiedades más profundas y dolorosas. Sirviéndose de aquellos objetos externos e indiferentes, esos objetos de ese mundo rígido y frío que está fuera de nosotros, que acaso estaba antes de nosotros y que muy probablemente seguirá permaneciendo cuando hayamos muerto, como si esos objetos no fueran más que transitorios y temblorosos puentes (como las palabras para el poeta) para salvar el abismo que se abre entre uno y el universo; como si fueran símbolos de aquello profundo y recóndito que reflejan; indiferentes y objetivos y grises para los que no son capaces de entender la clave, pero cálidos y tensos y llenos de intención secreta para los que la conocen...]

Ernesto Sábato
Fragmento de "El escritor y sus fantasmas"

martes, 5 de febrero de 2013

Como fue prometido a nuestro primer Padre…




“Si el oro es la primera potencia de este mundo, la segunda es la prensa. Es necesario que los nuestros se encarguen de la dirección de todos los periódicos diarios de cada país. Una vez seamos los dueños absolutos de la prensa, podremos cambiar las opiniones públicas sobre el honor, sobre la virtud, sobre la rectitud de conciencia, y ganar el primer asalto contra la institución familiar.

Simulemos el celo por las cuestiones sociales que están a la orden del día, hay que controlar al proletariado, introducir a nuestros agitadores en los movimientos sociales y hacer que podamos sublevarlo cuando queramos, empujar al obrero a las barricadas, a las revoluciones; y cada una de estas catástrofes nos acercará a nuestro único fin: reinar sobre la tierra, como fue prometido a nuestro primer Padre…

Así acababa, si bien recuerdo, el informe del Cementerio de Praga…”

Umberto Eco

lunes, 28 de enero de 2013

Falsas certidumbres para certezas de falsedad…




En el juego infantil de la verdad, se establece la confianza a través del riesgo compartido. Tú me cuentas, yo te cuento. Tú me muestras lo tuyo, yo te muestro lo mío. El psicoanálisis desnivela esta relación y la convierte en totalmente unilateral…

Vivimos en una sociedad que ha cambiado el concepto de la negación. La negación va acompañada ahora de la suposición de que es sólo una mentira de conveniencia para ser adaptada en algún momento posterior, cuando se ha negociado una verdad aceptable…

El Psicoanalista
John Katzenbach

Colaboraciones:


... 

domingo, 13 de enero de 2013

El arte de abstraerte…




Sólo a través de la razón, los sentimientos pueden convertirse en comprensión, es decir, que no se pierden, si no que se transforman en sustancias y empiezan a derramar su contenido… El sentido y la realidad no se encuentran detrás de las cosas, – ni de las palabras – están dentro de ellas, dentro de todo…




Siddharta estudió mucho con los samanas. Aprendió a andar por diversos caminos para alejarse del yo. Anduvo por el camino de la despersonalización a través del dolor, a través del sufrimiento voluntario y del vencimiento del dolor, del hambre, de la sed, del cansancio. Caminó por la despersonalización a través del pensamiento, de vaciar la mente de toda imaginación. Se enteró de estos y otros métodos, mil veces abandonó su yo…

-¿Qué significa el arte de ensimismarse? ¿Qué es el abandono del cuerpo? ¿Qué representa el ayuno? ¿Qué se pretende al detener la respiración? Se trata sólo de huir del yo. Es un breve escaparse del dolor del ser, una breve narcosis contra el dolor y lo absurdo de la vida. La misma huida, la misma breve narcosis encuentra el arriero en el albergue cuando bebe algunas copas de aguardiente de arroz o de leche de coco fermentada. Entonces ya no siente su yo, ya no experimenta los dolores de la vida; en aquel momento ha encontrado una breve narcosis. Dormido sobre su copa de aguardiente de arroz alcanza lo mismo que Siddharta y Govinda después de largos ejercicios: escapar de su cuerpo y permanecer en el no ser. Así sucede…




Si alguien lee un escrito para buscarle sentido, no desprecia los signos ni las letras, ni los llama engaño, casualidad o cáscara inútil; al contrario, los lee, los estudia, los ama letra por letra…




Siddharta
Hermann Hesse

lunes, 7 de enero de 2013

Mientras se (nos) consumen…


Si uno apremia demasiado al propio cerebro, es capaz de saltar como un tablero eléctrico sobrecargado, o de empezar a hacer sabotaje…

El escritor sólo puede escribir de una cosa: lo que tiene frente a sus sentidos en el momento de escribir… Soy un instrumento que graba… no pretendo imponer un “relato”, un “argumento” o cierta “continuidad”… En la medida que logro el registro directo de ciertas áreas del proceso psíquico, es posible que desempeñe una función limitada… No pretendo entretener…



Por una Interzona: 
 
Me dormí leyendo, y las palabras adquirieron un significado en código… obsesionado con los códigos… el hombre contrae una serie de enfermedades que implican un mensaje en código… Es dudoso que pueda haber vergüenza en la ausencia de la libido sexual… Una dosis nunca repite el vicio, chico. – Sé lo que hago. – Todos lo saben, siempre… “Sea justo, y si no puede ser justo, sea arbitrario.” Pictografías telepáticas (…) Podrán conocer mejor la personalidad de cualquiera hablando que escuchando… El sistema nervioso humano puede ser reducido a una columna vertebral compacta y abreviada…


En una Interzona cualquiera:
 
El resultado final de la respiración celular completa es el cáncer. La democracia es cancerosa, y las oficinas son su cáncer. Una oficina echa raíces en todas partes en el Estado, se hace malévola como la Oficina Narcótica, y crece y crece, siempre reproduciendo más de su propia clase, hasta que esto ahoga al huésped si no es controlado o extirpado. Las oficinas no pueden vivir sin un huésped, son organismos parásitos verdaderos…


Naked Lunch
William Burroughs
 

lunes, 10 de diciembre de 2012

Sentí un funeral en mi cerebro...


Sentí un funeral en mi cerebro,
los deudos iban y venían
arrastrándose -arrastrándose -hasta que pareció
que el sentido se quebraba totalmente -

y cuando todos estuvieron sentados,
una liturgia, como un tambor -
comenzó a batir -a batir -hasta que pensé
que mi mente se volvía muda -

y luego los oí levantar el cajón
y crujió a través de mi alma
con los mismos botines de plomo, de nuevo,
el espacio -comenzó a repicar,

como si todos los cielos fueran campanas
y existir, sólo una oreja,
y yo, y el silencio, alguna extraña raza
naufragada, solitaria, aquí -

y luego un vacío en la razón, se quebró,
caí, y caí -
y di con un mundo, en cada zambullida,
y terminé sabiendo -entonces -


Emily Dickinson 

Versión de Silvina Ocampo


Fuente: http://www.amediavoz.com

domingo, 18 de noviembre de 2012

Un consejo de Fyodor…


La palabra escrita tiene algo de impresionante; resulta más conducente al autoanálisis, y mi confesión tendrá más estilo. Por otra parte, es posible que el proceso mismo de escribir me alivie un tanto. Hoy, por ejemplo, me oprime en forma especial un viejo recuerdo. Me volvió con claridad hace unos días, y desde entonces ha sido como una melodía exasperante, que no puedo sacarme de la cabeza. Pero debo liberarme de él. Tengo centenares de recuerdos por el estilo, y de vez en cuando uno de ellos se destaca de la masa y empieza a atormentarme. Siento que si lo escribo, lo eliminaré. ¿Por qué no intentarlo?




Fragmento de Memorias del hombre del subsuelo
Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky