Se paseaban algunas rutinas como sí lo rutinario se pudiera pasear, algo así como una obligación por gusto, que es muy distinto al gusto por la obligación; de lo último se habla como problema y no como virtud, siendo así entonces: la rutina encontró una rutina de distracción sin mucha abstracción. Un poco de música para aislarse de ruido que acompaña la diaria caminata hacia el lugar de trabajo; ya se sabe que hay un empleo. Un saludo inconscientemente acartonado; se pregunta por el ánimo pero sin ánimo alguno de escuchar una respuesta distinta a la de siempre, siempre se está bien, “aquí,” o “Chévere;” que ayuda a presumir dónde queda el lugar de trabajo. Un encuentro a media mañana con amigos o compañeros de trabajo; después de ocho horas, cinco días y un poco más de diez años; un jefe es como un padre cuando dobla la edad y cuando no, es más bien un hermano. Así también son los compañeros de trabajo, que incluso van a la casa el domingo y el viernes por la noche a los tragos. Se dice alguna pequeña mentira que haga la conversación interesante, la verdad siempre aburre, está comprobado, basta con ver las noticias y los noticieros. Un sorbo de tiempo para ir al baño a una cabina, donde no puede haber más uno si se ha de usar el equipo completo; ahí se puede invitar a la abstracción con un poco de imaginación, ignorando por supuesto al olor distractor. Sin espejos, pero conversando con el alma: si cambiara esta vida…
Blog dedicado a la redacción de escritos, en su mayoría originales. /Blog focused on original writings mostly
martes, 28 de febrero de 2012
lunes, 27 de febrero de 2012
Momento recurrente…
La disección en la decepción no acerca respuestas sin herirse con tantos filos de preguntas. Reflexionar un poco obstina mucho para la voluntad de la negación. Muchos gritos se citan pero no se escuchan, las lágrimas ya pasaron de la pena a la alergia; cuesta un poco respirar. Los soplos de aliento ya no buscan besos ni nombres sino aire anónimo en un cuarto gris de tos y de humo. Las manos insisten con fracaso el cubrir un rostro desenmascarado, las palabras no se ordenaron y las letras se hicieron garabatos. No hay última carta que pueda proclamar un adiós mientras el pasado no abandona y el olvido olvida olvidar. Por eso y por ahora, nunca sobra una más de las faltas…
Suscribirse a:
Entradas (Atom)