Llegó el insomnio vestido de madrugada a saludar las luces apagadas y a las puertas cerradas. El alma anfitriona esperaba con un par de copas servidas en letras y unos cuantos reclamos de boca llena. Las palabras se alojaban en el texto con muchas ganas de ser corregidas, quizás por el cansancio o quizás por el despecho. Unas pocas afortunadas malas noticias se recordaban, se trajeron a colación. Era hora de reflexionar los absurdos de la cabeza. Vienen importantes fechas; una historia se construye y todavía sus protagonistas no llegan a la escena. Bases presuntas para opinar y bases ciertas para la pena. Un sorbo de resignación; unas dudas con certezas. Bebimos y callamos, no hay ventanas ni luna llena. Una película sin volumen se transmite desde el televisor: puras muecas. Un recuerdo; problemas que se esconden en una letra. No enseñan, se ensañan; amargura, amar cura; los predios, los precios; el gesto, el gasto. Insultos, indultos. El sentir, el mentir. No es casual y sé que todos alguna vez lo hemos vivido: falta de aprendizaje por el ensañamiento, momentos amargos por vacunas contra el amor, poner montos a los límites de nuestros adentros, tener que pagar para ganarse unos pocos besos; aguantar, para ya no ser prisionero; dar lugar a la mentira por puro sentimiento. Así son las palabras del insomnio…
Blog dedicado a la redacción de escritos, en su mayoría originales. /Blog focused on original writings mostly
miércoles, 20 de marzo de 2013
lunes, 18 de marzo de 2013
Odio oído
Existe la creencia de que el odio es un rasgo de la simpatía: tú odias esto y yo también. Se calumnia y se hacen burlas basadas en la aversión, yo te secundo porque coincido. Tal cosa nos pretende amigos, pero no por eso nos ponemos de acuerdo. Así muchos se ganan la gracia: odiando. Lo malo es que tarde o temprano ese sentimiento se va a revertir, y por consiguiente, la simpatía que devino.
Es de cuidado el manejo del odio para hacer amigos; se van con el amor y la tolerancia y sólo les quedará la pena. Aprende a odiar solo, y si así no llegas a saber odiar, entonces no insistas porque sencillamente no es para todo el mundo. No porque el sufrimiento nos una, y no porque el amor nos encuentre; el odio podría hacerlo. Sé firme, pero no busques cómplices a partir del odio…
Es de cuidado el manejo del odio para hacer amigos; se van con el amor y la tolerancia y sólo les quedará la pena. Aprende a odiar solo, y si así no llegas a saber odiar, entonces no insistas porque sencillamente no es para todo el mundo. No porque el sufrimiento nos una, y no porque el amor nos encuentre; el odio podría hacerlo. Sé firme, pero no busques cómplices a partir del odio…
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