El sol sale para todos
y el placer también, aunque se vista de sufrir y aunque el sufrir duela. Se
reunieron los amantes para contarse sus problemas y qué mejor que un problema
para tener una razón. Ella, pobre de ella, él; qué broma con él. No hay
lástimas aparentes, la lástima no cae por las cascadas del placer y de colarse
por alguna corriente, se cuela por esas por donde pasan la grandeza y el
narcicismo, que son las mismas que dejan fluir a la arrogancia y que nosotros
navegamos como egos. Pero ese navegar, ahorita, que lo explore otro… Estamos
juntos para sufrir, pero sin verlo como falta de piedad o como cuando la
tiranía nos oprime y nos somete a su voluntad, no; es más bien un… cosquilleo
en la mente… o volvamos mejor al agua, digamos, en lugar de cascada, río. El
río trajo sus piedras y el agua viene revuelta; para andar mojado siempre más
no hundido, porque hundido es como ahogado, y ese es el punto, sufrimos sin
sufrir del todo; sufrimos, pero con una salida de emergencia y sé que a ninguna
parte nos lleva, pero es como un descanso, un alivio efímero que nos prepara
para seguir sufriendo. El agua se alborota y se tranquiliza, como el sol y sus
calores… Dedicamos mucho al sufrimiento: primero creamos la necesidad de sufrir
por algo que no necesitamos, pero ese algo se pone de moda, y esa moda cuesta
más que nuestras manos a la obra, por lo tanto y por ahora, el algo es nada y
por la nada de ese algo deviene algún sufrimiento. Invitamos a la molestia,
convivimos, en este caso por ejemplo.
Si volvemos al río o a
la cascada, bueno, no nos ahogamos, seguimos con la corriente y ésta nos pone
otra vez al principio, tal vez para que en algún momento nos ahoguemos y tal
vez esa sea la salida definitiva, pero no queremos morir, queremos seguir
sufriendo, y no sólo por algo, sino por alguien, porque ese alguien también
sufre y por sufrido decidió oprimir. Porque hacer daño le place tanto como al
primer sufrido estar encadenado a eso; una relación perfecta pues ya que no hay
lástima. Nos acostumbramos, nos mojamos, aprendemos a nadar y chapoteamos entre
risas como si no sufriéramos, pero ese es el punto: sufrir da placer y por ese
placer esbozamos una sonrisa…