Recién
nos enteramos del fallecimiento, por fin descansó. Siempre lo recordaremos, al
menos yo siempre lo recordaré; un lago en
el cielo donde el tiempo es arena en
mis manos, pues, no se olvida, ni siquiera con el bombardeo de noticias…
una vez dos agonizaban, quizá por la misma razón, pero lo que me contó el
primero fue algo más o menos así: hay personas que sin haber pedido una obligación,
la asumen, la cumplen; yo soy una de esas, dijo. Vivía con mis tíos, y mi primo
era la prioridad, todo lo que él inventó yo lo asumí, obviamente lo malo,
porque lo bueno no era objeto de regaño… y yo no objetaba, yo lo asumía, era mi
responsabilidad y así crecí, responsable, responsable por lo que no debí haber
sido y por eso no fui feliz, ¿pero quién lo es? De eso me di cuenta con el
cuento de mi enfermedad. Sí, fui más cansado, claro, pero no más infeliz que el
resto, tal vez me perdí cosas a lo largo de mi vida, pero siempre me sentí
útil, lo útil me hizo sentir maduro, y lo maduro sabio, y eso era lo que veían
en mí aunque para mi mujer siempre fui un tonto, ¡pero qué más da ahora! Ahora
me muero y ella, con el otro, no es feliz tampoco… Hizo una pausa, yo realmente
no entendía nada, pero le escuché en silencio, atento, puesto que nadie venía a
verlo, luego siguió: durante un buen tiempo estudié mi situación, me hice
adicto al deber ajeno y mientras más me molestaba, mientras más me cansaba, más
importante me sentía, y se notaba, no lo importante, lo cansado, y me decían
que no lo hiciera más, que otro lo haría y yo sentía terror, porque yo era el
que podía, yo era el que lo hacía, entonces entendí que no se me debía ver el
cansancio, y así pasó mi enfermedad, ahora; estoy solo: inútil, inmaduro, y sin
juventud… Pero esa no era la única historia triste del día, también estaba el
otro que agonizaba; el otro infeliz. A diferencia del primero éste no hablaba
conmigo, de paso lo visitaba un gentío, pero los escuchaba, escuchaba a sus
allegados hablar: nunca asumió nada, si, tanto ruido que hizo cuando se casó y al
final, nunca fue fiel, ¡cómo presionaba! Para esto, para aquello, luego se
cansaba y eso que hizo lo que quiso, siempre le tuvo fobia al deber… Debió
haber sido feliz (intervine en la conversa) No, para nada, nunca supo cómo se
llenaban sus vacíos, pero sí aprendió como hacerse ver, y aunque nosotros lo
sabíamos, éramos complacientes con tal de no escucharle la lengua… Habría
jurado que los dos que agonizaban eran primos pero no fue así… terminé mi
jornada y pensaba para conmigo: cómo alguien asume la responsabilidad de otro y
el otro no la asume para sí… el equilibrio suele ser tan desproporcionado a
veces…
Blog dedicado a la redacción de escritos, en su mayoría originales. /Blog focused on original writings mostly
jueves, 4 de septiembre de 2014
lunes, 18 de agosto de 2014
Vi decir o alguien dijo
Alguien dijo que las
palabras escritas fueron suspiros que se tuvieron que ahogar en el silencio.
Claro que no debe aplicar para todo, pero sí, es posible; es posible que un
deseo sin confesar haya yacido entre unas cuantas letras: no quisimos decirlo,
nos grita y nos grita desde el pensamiento, nos enfermamos (de una u otra
forma) hasta que lo plasmamos y, digamos, logramos mitigar el motivo: el mar y
tú cuando no hablas (el maremoto y tú cuando no callas)
Alguien dijo también
que el exceso de sinceridad era otra forma de hipocresía: lo digo porque puedo,
porque no tengo pelos en la lengua… yo tampoco los tengo, en otros lugares sí; por
supuesto. Pero cuando sabemos que tenemos dagas, en lugar de palabras, sabemos
también que no podemos decir lo que no podrá revertirse, entonces nos ahogamos…
pero… nademos un poco: a ver, el abuso de la palabra para decir lo que no
quiere ser escuchado responde, y aquí viene el delirio, a un tema de consumo, y
de oportunidades, por el mero hecho de que nos sentimos atacados…
Vi decir a alguien que
estaba enfermo, vi también que no tenía ganas de sanar, vi cómo emitía juicios,
y todos partían de su falta para consumir… así pues, ésta persona que ve a
otros comprar puede bifurcarse en un obvio par de situaciones: progresar para
también consumir o, envidiar a través del descrédito, para poder criticar al
que progresa… puede resultar lamentable, sí, (alguien lo dijo y también lo vi)
que el progreso se base en el consumo, y entiendo que si esto es una premisa va
devengar múltiples vicios (vicios que se creerán virtudes) Pero quien no está acostumbrado a producir
difícilmente entenderá la diferencia entre invertir y gastar… juzguemos al
gasto entonces, y entonces nos dirán envidiosos… progresemos, ¿gastando mejor?
¿Y entonces? Bueno, entonces seguimos escribiendo…
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