miércoles, 8 de agosto de 2012

Género’s



El suelo pisa la suela y la cuenta no acepta el cuento. El marco no tiene la marca por la raya que dejó el rayo. No usan la plata para el plato principal. El costo en la costa es tan vulnerable como sacarle la talla al tallo entre tantos arbustos abandonados. Se comen la pasta y luego trabajan el pasto, el puerto no alberga la puerta ni se usa la correa para amarrar el correo. Se acabó la cera para pintarle el cero a los barcos, el ramo ahora sin la rama y las arcas ya no se dejan bajo los arcos. Se comen las pasas y se descuentan los pasos, se deshizo la barra por usar mal el barro. Comercian las fundas para llevarlas a los fundos, no ponen cuidado con el filo; en la fila hay mucho desorden. Muy tarde les dieron el plazo para terminar la plaza, el fallo de la falla; les dicen. Bebieron el tinto y olvidaron la tinta para identificar la punta con el punto característico. Ratas a ratos, otro tema de muelles y bares y terrenos y barcos. La nada que visita en la noche y el nado en el día con los muchachos. No interesaban los libros más que las libras, hay que adaptarse a las mercancías; el medio de la media, muchos decían. La conducta por el conducto en construcción, el cejo que ya no levanta la ceja. Otro día de pueblo que dieron la sal y el sol a las orillas de las tierras…



viernes, 3 de agosto de 2012

Angustia tormento…



Se han caído los gritos callados. No hay voces que alcen las quejas cuando la espuma está tan llena de lamentos. Bebamos y olvidemos. Nos queda poco para ahogar los vacíos. Disfruta la paz que produce el tormento, pon música; imagina, los problemas no desesperan por esperarte, así que no te desesperes con los problemas. Piensa ahora, ya sabes que existes y qué no hiciste; se te olvidó reaprender a escapar: ya no eres capaz. Entiéndelo y no lo intentes. Cae y calla, la nada no da más…



jueves, 2 de agosto de 2012

¡Ni qué ocho cuartos!



No vale un centavo una pregunta de cincuenta mil lochas cuando se le desestima con ocho cuartos. Ocho cuartos dijiste sin el dos que dejaste: así vale lo valorado. Barato que abunda pero a cada quien le toca caro; costoso quizás por pagarlo sin cumplirlo, no obstante; lo buscamos. Lo encontramos en respuestas falsas, ciertamente, ya abunda la incertidumbre en venta; nadie hace la pregunta nueva por creerse antigua y obsoleta: nos hemos visto vastos de repetidoras y repetideras. Ayer te hallé y Ay porque no hay: hubo sin haber. Pasó; y eso que antes no pasaba: pesaba tanto y el tinto nos manchaba, no, no te marchaste, y no por querer quedarte; sino para poder quererte y nuevamente te quejaste…

¡Qué reencuentro ni qué ocho cuartos!




jueves, 26 de julio de 2012

Sinsentido terapéutico…



Suelo pagarle al terapeuta para que me ilumine con mentiras nuevas. Hoy me decía, decía; la verdad. Discutíamos sobre lo bueno que no está bien y sobre lo malo; por qué peor pudiera ser. El discernimiento, dijo, está condicionado por pasiones, y las pasiones, por razones; éstas, las últimas, son impuestas por condiciones: así creemos terminar lo que no sabemos dónde empieza. ¿Quién impone las condiciones? El clamor, por colectivo y por popular, este endulza a las ganas para las tortas que nos ponen; bien sea con cifras no concisas o con argumentos de mentira. Es un tema de esperanzas secas, como el papel mojado, que igual poco queda. Se consumen las críticas por repetidas y por estar en venta: hay que ocupar la mente en lo que los demás quieran; por eso caemos en hablar de lo mismo, como lo mismo nos vemos con cada ropa nueva. Yo veo que te gusta la moda, como a mi; y a todos, pero no está de más darse cuenta; no es tan malo saber que pagas mucho por lo que vale poco, y ni siquiera poco; tú no sabes cuánto cuesta: tú eres público, como todos los perfiles restringidos. Nos ilusionan y por eso pagamos, pero hay paganos que no rinden cuentas, claro; por eso esos no cuentan. ¿Tú sí cuentas? Depende de cómo seguimos la cadena. Yo sólo quiero ver caderas. Esa ha de ser tu condena. ¿Cuál? Seguir, más no alcanzar. Pero me puedo alzar. Ni que fueras precio, ni que fueras preso; yo aprecio el contexto, pero ya es hora de terminar…