miércoles, 11 de septiembre de 2013

Cólico…


Por qué nos agradará, por qué lo seguiremos albergando. Las pequeñas molestias se suman y no se sanan. Los malestares cuando no se desplazan se reciclan y empezamos, una, dos y tantas veces; vasos que ya no se desbordan porque no se llenan y vacíos que se desconocen porque no se acaban. Luego pensamos y nos creemos tontos, pero no se trata de tonterías, el pesar chiquito no acongoja y por lo general, siempre suele haber un malestar presente por el cual hay que preocuparse, constantemente; y entonces la vida nos la descontamos a sorbos a gritos y jalones; así le protestamos al cuerpo para llegarle al alma. Rezamos a una deidad Moda que nos otorga nuevas infelicidades por las que hay dejar el fruto del trabajo (el propio y el de otros) Nos ocupamos persiguiéndonos; creyendo alcanzar círculos, el tiempo sigue su marcha y las pequeñas molestias crecen, pero ya no las reconocemos y entonces reclamamos estupideces. Se lamen los lemas y se importa la sapiencia; pensamos, para creer creyendo al argumento como una buena idea… Idealizamos, para decepcionarnos con los resultados, para hacernos adictos u obsesionados; obstinados quizás para discutir y apasionarnos en un problema que no conocemos bien pero lo vemos mal. Es posible que el amor se trate de eso, de dejar pasar pequeñas molestias, para luego no entendernos y así mejor excusarnos, como cuando vamos al baño: nos sentamos buscando luego sentirnos mejor…


viernes, 6 de septiembre de 2013

Just a Thought...


Hay, digamos; dos posturas en una pareja – para no caer en eso de que si el hombre es tal y la mujer es cual – una, cuyo fin básico estriba en medios complejos, y otra; cuyo fin complejo estriba en medios básicos… ¿Cómo? Bueno. Tomemos aquello que hace uno de los dos para tener sexo. Así es. En cuanto al otro; utiliza ese sexo para conseguir algo ulterior…

@OrlanSilva ;-)

viernes, 30 de agosto de 2013

Uno y unos...


Uno empieza a ver sabiduría en la locura cuando lees lo que piensas a través de escritos de otros. Así pues nos sumamos locos y nos volvemos sabios. Luego cambiamos los unos por el uno y en unidad nos constituimos: una voz, un clamor, una forma de percibir. Simultáneamente otros locos o alienados se agrupan también, ya que la diversidad en las ideas conduce a la competencia de ideales y  de esta forma todo lo ideo toma lugares entre las palabras, vehículo conductor de los pensamientos. Idiosincrasia, ideología; necesitamos idealizar y los locos se nos mezclan, se nos dividen y todo el mundo recuerda qué pasa cuando al uno se le quita: volvemos a los algunos que ahora son ceros, - o sinceros - pero con la idea de ser sabios, ya que ahora nos negamos la locura. Pasa el tiempo, se repite todo, casi siempre de la misma manera y por ende con locuras nuevas…