martes, 10 de junio de 2014

El precio (aprecio)


Ni despacio ni de prisa aprendo, no tengo igual lenguaje, no merezco la chispa del glamour y no hay hechos para esperar ni abrazo que dar para quien sobran hombros que apretar. No hay necesidad si no se cree que hay un lazo de respeto infinito; uno que no se atreven a romper cuando no habría otra felicidad más que la semilla que dibuja la pureza de elegir cuidar y que no crece por tanta piedra que el muro derribó. Un lujo el construir en senderos lejos de nuestros testigos del infierno que aun sueñan cabalgando en el cielo. No hay vinos ni melodías del cielo, hay aire y brisa al respirar con aliento. Una y mil veces es atrapado por colectivos recuerdos, recuerda con nostalgia y no con la semilla que se ahoga sin brisa ni viento, adora encontrar más talento, no se puede pregonar la facultad de fecundar y toda tierra se puede anhelar y alentar para cultivar. Perspectivas en líneas, en cuentos, en poesía, en imagen, en pasión y lírica, no detenga la sonrisa si así es que siente bien estar. Volverse Benedetti o ser poseídos por algún otro Cortázar que se hacen detestables por el uso del público lector, en forma marchita de toda fama que en vida construyen para parecer cada vez ser más sensibles que otros que también poseen corazón… ¿Y el mejor gesto? Ver con los ojos del corazón, pero primero los besos y la pasión a tantos recuerdos y a lo tanto que queremos… Para cuando las tierras tienen obreros sin corderos cultivan con sistemas de riego, dirigir, ser capataz es trabajo de orientar, inútil para quien ve al obrero como un inútil y sucio con el deber de la tierra. Labrar que anda sudoroso, asqueroso para aquel que se baña más. Pero más importante es saber que de la semilla comerá para alimentar y no dar de comer tan sólo al alma, que aun ha de conservar algo de bondad… Porque el cuerpo se jacta con tanta personalidad al follar y follar que hasta se cree bello por saber follar y quizás, quizás es tan bello si es toda la verdad que se necesitase para vivir en gozo como esa felicidad que se ven en personas celebrando la fama de paz y solidaridad. Al abismo caía el abono que regalaban con la semilla y cabalgando lo vi pasar con riendas bien puestas y sin titubear volteó la cara y me dijo qué pensar pero yo debo continuar mi camino, no es un cuento es una realidad. El precio que se paga por vivir momentos inolvidables es extrañar y el precio que se paga por vivir momentos detestables es saber vivir como un ser extraño. El precio de la felicidad es ser importante para la vida de otros y ya el tiempo pudo ayudar a decir lo que con palabras se arriesgaba a sentir el aliento del fracasado, porque a sufrir no se viene, se viene a gozar de caricias tiernas y sonrisas que la semilla inocente que no se pudo dar por el abono que se perdió al caminar con tanta seguridad y poca; muy poca bondad por su tierra, que solo sirve para aparentar ser más, más que sólo un príncipe con el poder de concursar como justo y noble de la verdad. Madres pasaban pero no posaban, preguntaban, reían y sonreían; de cuando en cuando y ni un gracias recibían; cada día una lágrima caía. Día a día y a su concurrencia de rutinas…

viernes, 6 de junio de 2014

vintage III


Los Kalkitos eran una forma de entretenimiento, de niños se jugó mucho con ellos, los vendían en los Kioscos. Consistía en un grupo de figuritas, por ejemplo de La Guerra de Las Galaxias – yo las tuve – las cuales, se colocaban sobre escenarios que venían dentro del empaque. El placer estribaba en que para colocar el personaje sobre el escenario, había que tomar un lápiz y rayar por encima de la figurita durante cierto tiempo, hasta que la figurita pasara del molde al escenario, lo divertido era que podías colocar la figurita en cualquier parte del escenario, este último era de un papel especial – o así lo recuerdo – para que soportara las figuritas sin que se deterioraran muy pronto. Pudiera compararlo con pegar barajitas en un álbum, algo así, pero no sé si es por la nostalgia o porque fue parte de la infancia, pero era lo máximo…

No me imagino a un adulto de hoy tratando de transmitir el mencionado placer a su hijo, los Kalkitos no vienen para Tablets. Para nadie. Son algo muy vintage… 

En esta historia global, sin importar los espejos y el reconocimiento: todos somos uno y ese uno es general, pero es más bien generalizado, y habría que verlo con detalle porque si de cuando niño uno era varios por el espejo, hoy no hay varios sino unos, que se suman en pensares y costumbres, por ejemplo en la ropa: más allá de la moda, es uniforme y uniformemente, así es la moda... Mi esposa me dijo que todos nacíamos con la semilla, con la semilla de querer ser globalizados. De ser así – y aprovecho mi delirio – entonces los varios del espejo algo dejaron, posiblemente no se fundieron del todo, sino que más bien se agruparon, o se escondieron, esperando a lo mejor un estallido, o un colapso, y así por fin llegar a reconocernos. Pero por ahora y hasta el momento, por lo global nos dirigimos. Se nos muestra primero lo que después se nos sugiere para luego imponérnoslo y al final verlo como un precepto, la política por ejemplo, el hecho de opinar sin saber, porque es que no me cuadra, o sencillamente está mal, antes era mejor, bla bla bla bla bla… 

¿Quién siente miedo? Quien vio al Poder en su camino recorrido. ¿Y quién tiene Poder? Quien se hizo con el miedo en su recorrido y caminó… Pero lo último lo abordaremos en otro momento, por ahora nos quedamos con el niño que ahora es adulto y su dilema, uno de sus varios él no quiere ser pendejo…

lunes, 2 de junio de 2014

vintage II


Encontré que vintage es un calificativo que se usa para algo que fue, que se usó, que era de buena calidad pero que no ha pasado tanto tiempo como para se le llame antigüedad. Por lo que puedo decir que los treintones de ésta época y junto con los todavía mayores; tuvimos una infancia vintage y vintage es hoy todo lo que nos traslade a esos años… por eso hablar de una sala llena de espejos en un apartamento, así como jugar con kalkitos, es remontarse quizás a lo previo del posmodernismo, el cual a su vez es previo a la globalización… 

Si la moda de una infancia hoy se enmarca en lo vintage, la adolescencia de ésta se enmarca en la posmodernidad; y si este niño ha concebido en la duda, producto de ese intento de reconocimiento en una sala de espejos, un patrón de pensamiento y por ende de vida; cuando le nacieron tormentos propios de estar más cerca de hacerse adulto, se tuvo que hacer con pequeñas historias que se sumaban y restaban, quedando así disperso entre perspectivas y puntos de vista, y con eso, como insumo; construir sus sueños de generación equis… 

Fue entonces el momento de ir a la universidad, para ser alguien en la vida, pero también el de aprender a tocar un instrumento musical, para que en la vida, ese alguien, sea también para sí. Para no entregarse por completo y en bandeja de plata a lo que vendría: a la gran globalización… 

El niño siguió con sus fragmentos, todos esos que eran parte de él (todos los del espejo) y su forma de ser empezó a dudar partiendo del delirio; se es alguien, pero él se siente algunos, o sea, se siente que es más que un alguien, pero no contó con la característica, con lo global pues y descubrió que todos sus algunos se iban a fundir en un solo alguien, entonces entendió el precepto con el que creció: ser alguien en la vida no es sumar tus pequeñas historias, sino fundirlas en una sola historia global sin importar los espejos y el reconocimiento: todos somos uno y ese uno es general… 

¿Quién siente miedo? Quien vio al Poder en su camino recorrido. ¿Y quién tiene Poder? Quien se hizo con el miedo en su recorrido y caminó… Pero lo último lo abordaremos en otro momento, por ahora nos quedamos con el niño que ahora es adulto y su dilema, uno de sus varios él no quiere ser pendejo…