Qué
podemos respondernos, me pregunto. Deambulamos inconscientes en conciencias
ocupadas, hay que economizar argumentos. De lo que antes se ahondaba ahora se
orilla, pero ya va, sin ser orilleros pues no nos hace falta gritar: la procesión
va por dentro y por dentro la reflexión ya no se profesa… nos dan dos
versiones, dos versiones palíndromas y por eso seguimos igual, por estar en el
medio y desde el medio nos quedamos con algunas frases, las que más se repitan,
para luego adoptar ese nihilismo burgués que, con una muy en boga cara de
aburrimiento, aseverar que dichas frases no nos las creemos… y es que creer,
así como tal, no se estereotipa tan bien como lo escéptico, creer es más bien
religioso, y ahora a todos nos dio por ser agnósticos: algo nuevo para el
catálogo de respuestas: puro pop con música indie
de fondo, porque así nos logramos
elevar… entonces: qué podemos respondernos, me pregunto. Nada; nada que no
salga en el catálogo de respuestas. Consulte, consulte a ver qué le presta más
a usted; si la rebeldía pro-gobierno, si la disidencia pagada por padres
pudientes, si el curso foráneo porque aquí ya no hay vida, si la vida en otra
parte para añorar lo que acá se tenía, si beber en lugar de luchar, si luchar
por creer tener, quién sabe, si opinar por redes sociales desde la oficina, si
hablar del caos mientras se contempla alguna vitrina, si esperar el estallido
social viendo televisión, si estar en la calle para correr y fotografiarse, el
catálogo crece pero… de lo que antes se ahondaba ahora se orilla…
Blog dedicado a la redacción de escritos, en su mayoría originales. /Blog focused on original writings mostly
viernes, 4 de diciembre de 2015
jueves, 3 de diciembre de 2015
Oda a la cola…
Allegro:
Gente que no trabaja y
gente que pide permiso en sus trabajos para poder hacer la cola, para esperar,
según el terminal de su cédula, qué y cuánto comprar para abastecerse, abastecerse
a base de regulaciones pero; a quién no le gusta esa golilla, algunos exclaman;
bueno, a ver, algunos otros han aprendido con el pasar del tiempo que el valor
de ciertas cosas supone un cierto esfuerzo, pero no por el mero hecho de
esforzarse, no, es más bien por el esfuerzo a futuro, en este caso, a pasado;
digamos: algún sacrificio para poder ahorrar, para lograr hacerse con un grado
académico, horas extras en la organización para subir un poco el ingreso, todo
previo a una idea, que con un poco de drama llega a ser una meta, o ilusión,
dependiendo de lo que ésta sea, pero ya no importa, ahora (y literalmente,
ahora) es inmediatez: a la calle, a las tiendas, tempranito, para esperar un
poco menos que los que están a la espalda…
Minueto:
Conversaciones,
la gente empieza a conocerse, a intercambiar testimonios, a reírse (si, a
reírse) la molestia en esta sinfonía ha de tener lugar en otro momento;
anécdotas de la crisis: sueldos que no alcanzan y los encargados de los
almacenes comienzan sus danzas. Bailamos, buscamos coincidencias, mermamos la
angustia al verla colectiva; todos más o menos estamos en lo mismo: igualdad
social, pues; una bandera por la que tanto se ha declamado…
Ronda:
Sin disfraces, sin
música, casi al pie de la letra (y esto último si es un tanto más metafórico)
Da chance de ir a otro lugar, ya alguien en la cola dijo que lo que no hay
aquí, puede haberlo en el negocio que está más adelante, por ende, nos
vamos; para volver a la ronda, porque normalmente se va a más de un sitio para
abastecerse…
Sonata:
Ya
después de haber hecho varias colas y con un par de bolsitas en cada mano,
adquirimos la licencia de la victoria, esa que nos permite ciertas
premoniciones sobre el futuro político del país y cierta jerarquía para juzgar
a quienes no fueron parte de la sinfonía de hoy, además; también nos entra el
fresquito de que conseguimos lo que otros no han podido, porque así es ahora,
lo cotidiano se volvió especial: finalmente los libros de autoayuda lo
lograron, se encontró el placer en lo rutinario…
sábado, 28 de noviembre de 2015
Hoax
Palabra
interesante ésta: costumbre, que según algunas fuentes, viene de consuetudo, es
decir, del hábito, pero más interesante es incluso hacer de este presunto
hábito un verbo, una acción: acostumbrarse y, a eso vengo: nos hemos acostumbrado.
Nos hemos acostumbrado a que creer es como pensar y a que soportar es así como
una forma de aceptar… Escuchamos, o leemos, sea cual fuere el medio: percibimos
un hecho noticioso y pensamos (no, creemos) que eso se debe a cierto mal manejo
de algunos dirigentes, entonces nos topamos con el sobreprecio y lo soportamos
(lo aceptamos) por eso la queja termina siendo una especie de retórica, quizás
dialéctica, o parábola, o alguna palabrita que nos lleve a aceptar (aquí si,
aceptar) que lo difundido por los medios tiene su punto y por ende, esa debe
ser la verdad. Una verdad creada, no resultante, una verdad que debe ser creída
(si, de creer) pero entonces cuestionamos: si al final la vamos a creer, no
necesitaría ser una verdad, pero resulta ser un argumento suficiente, y
suficiente nos basta para ponernos a pensar, pero… si pensar es creer… bueno…
que nos difundan lo que sea… al final, de cuestionarnos, lo vamos a hacer los
unos a los otros, dialéctica pues, pero sin filosofar…
jueves, 26 de noviembre de 2015
Una suerte de capricho eso, eso que llamamos convicción…
Cosa
sublime ésa de creer para sí lo emanado de alguien, mas, cuando ese alguien se
refería a alguien más. Así de ilusas son las convicciones, o los caprichos,
quién sabe. El Caribe, o el mar, ha hecho de nuestros puertos nuestra forma de
percibir las cosas, y pareciera que en cada cabeza hubiese un puerto, distinto
al refrán ése: cada cabeza es un mundo. Pues no, podría ser más bien: cada
cabeza es un puerto… y el mar nos trae, y del mar recibimos… luego; luego
aprendemos; pero en ese proceso se pasa un tiempo, no es rápido, o instantáneo,
al contrario: hay que sumar muchísimos instantes para que, de los patrones que pudiéramos
establecer, poder pensar, reflexionar... pero mientras, mientras esperamos qué
nos trae el mar: izquierda, derecha, dictadura, desamor con democracia, qué se
yo, yo apenas me hago mi propio muelle, a ver si soy capaz de entender algo un
poco más allá de lo que puedo leer… y puede que en las palabras esté la cosa,
porque no sé cómo explicar lo que siento, pero percibo algo; y es que ese algo,
alguien: puede que no tenga que ver conmigo, o con nosotros; si es que tú
piensas lo mismo, pero uno se empecina, uno no espera que lleguen a su muelle,
uno empieza a pegar gritos a cuestas en las costas… y gesticula: deformamos el
rostro en muecas que ni entendemos: a éste qué le pasa… todo porque vemos que
el mar algo trae, algo asoma y queremos llegue primero a nosotros, a mi muelle,
luego corremos a tierra firme, más bien al valle, a exhibirnos unos a otros lo
que el mar prácticamente nos trajo a todos pero sólo a algunos les llegó al
muelle, así empezamos a envidiarnos, porque es así: cuesta reconocer el
esfuerzo de un individuo. Estamos acostumbrados a recibir del mar… cosa sublime
ésa, creer para sí lo emanado de alguien…
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