¿Qué es conceptualizar?
La primera artimaña del pensamiento inducido. Es la organización de las ideas
en conceptos, para así tener claros los argumentos que deberíamos enmarcar en
los mismos; algo así; algo así leí. Aquí despegamos con el delirio: todo pareciera
tener explicación, todo pareciera tener una palabra que lo defina. Entonces me
apunto – para conceptualizar – qué es empatía; una farsa, quién la siente,
nadie. Admitirla como sentir equivale a admitir la equivocación cuando en la
admisión misma yace la grandeza; eso es. Oye creo que me equivoqué, discúlpame,
por favor. Falso. Así como también; me pongo en tus zapatos, te comprendo. No.
Lo que se comprende es el reconocimiento a lo brillante que somos cuando nos
damos cuenta de que el otro debe estar padeciendo algo, y somos más brillantes
aún cuando lo recreamos, pero sin el pesar del sentimiento: eso lo llamamos
empatía. Entonces suponemos, para luego criticar creyendo que un ápice es una
gran historia; y qué es esto último: no hay que leer tanto para darse cuenta
que parecemos hacernos de pequeñas historias, y que estas pequeñas historias se
parecen mucho a las de muchos otros. Nos damos cuenta hasta por el color de la
ropa, o mejor, por la marca, y por la marca sabemos qué tal se habla la jerga,
y por la jerga sabemos más o menos dónde vive (o dónde le gustaría vivir porque
por ahí anda) y que por dónde vive (o quiere) sabemos su inclinación política,
así como la política alimentaria, o alimenticia, da lo mismo. Sumamos las pequeñas
historias y se nos revela el gran relato, el gran precepto que sin razón
aparente todos seguiremos. Como también seguiremos hablando de empatía, y de
ahí pues comprendernos. Pero no, no hemos comprendido, se trata de nosotros,
apenas hemos dado el primer paso que sería el haber reconocido en el otro, con
paciencia, y sin perder la compostura, que eso que lo acongoja puede también
llegar a nosotros y que cuando nos toque, también nos desesperaremos, y nos
desesperaremos más cuando sintamos que no se ponen en nuestros zapatos…
Blog dedicado a la redacción de escritos, en su mayoría originales. /Blog focused on original writings mostly
lunes, 21 de abril de 2014
lunes, 14 de abril de 2014
chofer con carro propio
Puente en construcción.
Así dice el anuncio que me topo cada vez que visito a Animus. Duermo para soñar y empiezo el camino, emprendo vuelo, pero
llego a una cueva, la cueva dice Pensamientos, pero debido a que su entrada es
muy baja, he de dejar de volar. Camino, los pasos no se afincan mucho ya que el
suelo es blando, pero desconozco si es arena, si es barro, desconozco de qué
está hecho. Puedo seguir el paso pero sin premura, el tiempo de los sueños es
paciente, busco con mis manos, percibo la textura y tomo un poco para
contemplar el material, gris, pero fuera de mi conocimiento, podría imaginar
que así es la arena de la luna, pero eso es producto de lo que traigo en mi
bolso – olvidé decir que al soñar, siempre cargo un bolso – suelo llenar ésta,
más bien mochila, de nombres, me gusta pensar que sueño con gente real pero que
en la realidad ignoro, o me ignoran, no he determinado el poder de mis deseos,
por ahora, sigamos adelante sobre este suelo gris y suave, neutro, sería una
mejor palabra, libre de prejuicios, sería mi interpretación, camino, veo
preguntas esparcidas y respuestas guindando, dudas de mi realidad, de la
certeza de mi futuro, el futuro no es incierto, inciertos son los hechos
sobrevenidos, y depende, porque hay veces en que el presente te va dejando
piezas para avisarte que parte de un todo habrá de completarse, y que el tiempo
de los despiertos es más emocional que el de los sueños, por lo tanto, la
impaciencia puede que venga de afuera, diferente a esta paciencia, que viene de
adentro, leo Cuándo, y sin tilde también: Cuando, leo Por qué, así como Porque,
pero de resto son puntos suspensivos…
Abro el bolso y saco
algunos pronombres, la primera pista para las preguntas. Por lo general es así,
la duda es como la oportunidad, ambas tienen que ver con gente, como los
nombres que traigo a mis sueños, pero no hace falta la pronunciación, la voz de
los sueños tiene su propia lengua, cualquiera que vea a otro dormir lo sabe
cuando el dormido habla, pasamos por el dialecto, sin traducción. Empiezo a
preguntar dentro de la cueva: ¿por qué ella? ¿Cuándo tú? ¿Por qué nosotros? El
viento sopla y empuja las respuestas, deduzco que un tú hacia mí es un yo,
entiendo entonces que la respuesta es conmigo, pero no se qué responder. Busco
en el bolso, pero me pongo nervioso, temo no sacar el nombre correcto, es raro
el azar del sueño, decido mejor quedarme con la duda y despierto…
Nada, un día lleno de
porqués y de cuándos, por ejemplo, ¿por qué tanto tráfico, tanta crítica y
tantos tontos fundamentos? No hay un solo porque para alguno de mis porqués,
pero bueno, esperemos a la noche…
Dicen que el amor se
refleja de distintas maneras, por ejemplo, una metáfora relativa al tiempo, a
propósito del amor, es cuánto tiempo se toma el ser amado en llegar a tus ojos
al saber que esperas a la entrada de su hogar. Pero, cuando el hogar es el
mismo, ¿aplica? – Supongo que aquí deberíamos poner más de un porqué, en una, y
en dos palabras – Las razones varían, por eso dicen lo que dije al principio:
el amor se refleja de distintas maneras. Corrí con suerte y volé un poco antes
de volver a entrar a la cueva y antes de escaparme de las preguntas viudas y
las respuestas huérfanas. Sigo adelante, abro el bolso, el animus es un puente,
un puente dentro de una cueva, me imagino. Así de grande es esta cueva y así de
muchas son las dudas. Despierto…
Olvidé decir que soy
chofer con carro propio, llevo para acá y llevo para allá, ven, búscame, y
justo cuando iba buscando, pum, choqué el carro. Otro día de porqués…
La arena de la luna
empieza a humedecerse, pero ya no son mis manos mi camino, estoy descalzo, uno
no sabe cómo va vestido cuando está soñando, percibo una orilla, un mar
plateado de poco oleaje, paso de respuestas a ventanas, ventanas sin transparencia,
parecen cuadros, una galería, pero de lejos lucen como estrellas, y como
estrellas iluminan, veo algo como mi rostro a través de las ventanas que
guindan, pero no me veo solo cada vez que me asomo, en una, por ejemplo; me vi
acostado acariciando las piernas de un nombre importante que siempre llevo en
mi bolso, es el nombre de mi presente, un presente que también es futuro. En
otra ventana me veo como si fuera un niño, en otra como si fuese un animal, un
animal desconocido. Hay una ventana que resalta, parece vieja, empañada, la
textura del clima es rara pero lo deduzco por un par de palabras trazadas con
un dedo, como si alguien hubiera estado aquí antes y se detuvo en una especie
de aburrimiento; se leen Silencio, y Olvido. Aunado a las preguntas, esto más
bien sería una reflexión, en el bolso cargo antagonismos, por lo que puedo
hacer conjeturas: ¿cuándo olvido? O ¿por qué del silencio? Porque el recuerdo
tú, y del ruido yo... Despierto…
Hay cierto alimento
para el despertar con mal humor cuando se duerme con dudas, algunos sueñan con
lo que no tienen, otros sueñan con lo que no comprenden. Eso explica los
reflejos de la mañana, esos instantes frente al espejo tratando de aceptarse, y
de resignarse a una afeitadora, o a un set de maquillaje, el día promete ser
igual, pero hoy no trabajo, ando sin carro, así que empiezo a caminar…
Curiosamente las dudas
se disipan con los pasos, distinto a los sueños, hay como un comprensión
mientras se lleva el ritmo en las aceras, o quizás sea sólo olvido y silencio,
para volverlo a recordar en el próximo sueño…
Una playa de noche es
más real, pero quizás esta playa queda en la luna y dentro de una cueva, con
ventanas, recuerdos y palabras, todo haciendo ruido mientras avanzo, ahora que camino
en el sueño, es extraño, pero sigo soñando lo mismo, es probable que los
pronombres no hagan tanta falta, porque siento que el único indicado es yo, o sea, soy yo: quien camina y duda
dadas las sensaciones e incertidumbres de la realidad del día. Ya no hay más
arena, ni mar para mis pasos, sólo un letrero al final de esta vía: Puente en
construcción…
jueves, 10 de abril de 2014
característica compartida
Podemos decir que la
búsqueda actual consiste en una danza de dedos sobre teclas obedeciendo tal vez
a cierta melodía del pensar. Esto nos lleva a ver notas entre palabras y de
ahí, instintivamente, hacemos de las frases unos cuantos acordes. La imaginación
es amplia, hubo quien bautizó estos lugares para buscar como una autopista de
información, también hubo quien percibió inmensidad, y bueno, para ésta, está
el mar. También ha habido galácticos, por eso van por el ciberespacio, pero en
fin, volando, corriendo, o bailando, al lugar se le llega con teclas, teclas que
son letras, y que fungen incluso de bloques, para que hablemos de edificar,
construir, y puede que también de erigir. Todo junto y al mismo tiempo, como un
sueño pues…
Conseguí dos palabras: putamen, lugar del cerebro que se ocupa,
en parte, del control motor del cuerpo, especialmente movimientos voluntarios. La
otra palabra es ínsula, también en el
cerebro, y aquí vale citar un poco: “Antonio
Damasio ha propuesto que esta región empareja estados viscerales emocionales
que están asociados con experiencia emocional, dando cabida a los sentimientos
de consciencia…” En mi delirio la
mente lamenta, y la inquietud por el cerebro es que en estos dos lugares, los
cuales se ponen intensos con el amor y el amar, se alborotan de la misma forma
con el odio; pero seguimos delirando, amar es necesario, así que supongo que
odiar también, entonces, quien no ha podido convencernos con amor, – de las tantas
cosas de que nos han querido convencer – puede ver en el odio una oportunidad;
y si éstas están ligadas a personas, ya tenemos además de algo, alguien a quien
odiar. Si por amor obedecemos, pues por odio también. Y eso me lleva a creer
que en la disidencia no hay otra cosa que otra forma de obedecer…
Nos mezclamos, a partir
de una característica compartida, el gusto por la música o el disgusto por el reggaetón,
por las películas que nos dejan pensando, o por los libros que nos han puesto a
suspirar, por la situación del país, de la región, por las ganas de vernos a
cuerpo entero, por los amaneceres juntos y solos, por una noticia y por quien
la dice, por lo que nos han hecho ver en los interlocutores, por la falta y la
sobra, pero sobre todo por la falta, porque llegamos a odiar lo mismo pero no
de la misma manera, porque nuestros odios se cruzan pero no se abrazan, y así,
como al amor – que se le confunde entre rostros y gestos – hemos segmentado al
odio también, y con la plena seguridad de estar claros, no estamos más que confundidos…
El
amor y el odio activan zonas similares en el cerebro:
viernes, 4 de abril de 2014
Sacar la piedra...
La palabra es el
testimonio de los hechos, más por lo que se interpreta que por lo que pronuncia…
nos hacemos intérpretes y como tal difundimos, usamos el lenguaje, las
imágenes, volvemos incluso y repetimos los hechos, la recreación de la palabra
pues… y reconocemos el ciclo; pero la cosa es cómo se cuenta, la voz del
tiempo: quién lo dijo y de dónde proviene, por ende, no debe ser lo mismo; esta
vez no es así…
Me contaban lo que no
quería escuchar pero tenía que calármelo – según Orwell eso es La Libertad – como
la voz se sentía libre, escuchaba – el que calla otorga – y mi silencio se
asume como sumisión mientras mi mente se bloquea, es así mi disidencia; cerco
mis opiniones, aíslo mis ganas de replicar…
La palabra es rebelde,
se ponen en guardia los insultos y las opiniones, se unen dentro de mi
silencio, voy a una cita y espero con ansias que termine en sexo… presumo de lo
que sé y de lo que ignoro, trato de sacar del cerco lo útil, lo halagador, lo
que necesito pues ante esta situación, me tardo, me pongo torpe, no doy con lo
que creo que debería, empiezo a sentirme inseguro, observo un esbozo de risa y
lo asumo como burla, ya mi cerco luce a barricada, me pongo grosero,
escatológico, y mi conciencia me dice que es por mi libertad. Y así entonces,
libremente, vuelvo a pasar la noche solo…
La palabra es el
trampolín del pensamiento, paso días ocultando en decires lo que grito en silencio, algo se escapa, pero no en el
oportuno momento, de pronto, mi habla no me obedece y pierdo la forma de
expresarme, no me queda de otra que asentir de los demás sus argumentos y, de
los pretextos de los otros, disentir. Como todos, en nombre de la lucha, la
misma que he perdido dentro mi cabeza. Ahora y sin vergüenza, me oculto la cara
y me expreso con piedras…
miércoles, 2 de abril de 2014
Evolution…
Tomé la imagen de una
película noventosa en la que el mundo
se salva gracias a un champú, quien la vio sabe qué marca es y de qué película
hablo. Es interesante el tema de los nombres, soy de los que cree – porque algunas
lecturas me han llevado a creerlo – que los hechizos pues, devienen de alguna
metáfora que abraza a la fonética. Puedo permitirme el atrevimiento, puedo
decir que un sentimiento – hablando de
fonética – es un sentir que miente, o que en un plácido ser, el placer se lee entre dos palabras, al igual que el deseo, que puede evocar al sexo. Una necesidad puede ser una necedad al
quitarle el sí, y un sí también es
una forma condicional. Todo eso le da sabor a la ensalada que nos preparamos en
el cerebro a la hora de pensar. Entonces, tomando lo último expuesto, puedo
también escribir que lo necesario
para unos estriba en una condición de necios, por lo que al exigir – producto de
la necesidad – puede interpretarse como mera malcriadez de unos cuantos
narcisos. Tal delirio puede navegar por las mentes – si no me creen, busquen
alguito de numerología, por ejemplo – y, como argumento, funge muy bien de
excusa, porque el poder necesita
pretextos vendidos en bolsas de ideología y en cajitas desechables de
convicción…
Quería imaginarme a un
personaje ficticio; un hombre sin mujer cuyo empleo consiste en sentarse en un
escritorio durante ocho horas y obedecer a ciertas asignaciones razón de su
puesto y de su sueldo, este hombre es de esos que se da cuenta del dominio
económico, político, comunicacional y armamentista del mundo, él quiere
llamarlos cúpulas, y como su delirio son los sonidos, sus cúpulas copulan. Esto
le da algunos hijos y algunas víctimas, nace el narcotráfico, el contrabando, la
delincuencia y la pobreza, entre otros. Hace unos años este hombre decidió
mudarse a un país de una sola cúpula, la política, una matrona cuyos hijos están
a su merced. Al hombre siempre le gustó Aristóteles y quizás por eso prefirió
estar donde la política controle todo. Pudo corroborar en esta nueva etapa de
su vida cómo la propaganda imponía al sugerir y cómo el dinero fluctuaba a
razón de las armas. Se dejó seducir por la palabra y empezó a ver necedades en
las necesidades. El tiempo pasó y volvimos a su presente. Ahora no le quita los
ojos de encima a su compañera de trabajo, un plácido ser que baila en sus ojos
con apenas caminar, un deseo de verla más allá de las palabras, quiere piel,
quiere cuerpo, se humedece los labios con el simple pensar, un sentir verdadero,
así lo llame sentimiento. Esta mañana despertó con su nombre, lo pronunció al
viento, lo susurró al humo del café, lo vio en su sonrisa frente al espejo. Le
habló al llegar y se derrumbó en gran descontento. Le comentó a modo de iniciar
un buen tema: la gente exagera en sus
inconformidades, y la mujer lo detuvo, lo calló, y a modo de desahogo dijo: ¿exagera? ¿Acaso crees que las necesidades
son una necedad? ¿Crees justo que todo se controle mediante el poder político?
¿Crees que en la actualidad hay algo de Aristóteles en la matrona? ¡Por favor!
Y por favor fueron las dos palabras que me recordaron la película del
champú…
jueves, 27 de marzo de 2014
La sublime reciclabilidad del pretexto…
Una palabra está mal
dicha hasta que es aprobada para que exista, eso nos pone a maldecir mucho
últimamente… se dice que el tabique está relacionado a la construcción y que,
como muchísimas palabras de la lengua, viene del árabe… y ya para concretar
materiales, pues nos sirve de apoyo para dividir espacios, pero sin la misma
calidad que un muro real precisa para llamarse como tal. El pretexto sirve para
tabicarnos, para crear divisiones débiles entre lo cercano y lo inminente, así
va pasando el tiempo, al cual llaman cíclico por poder regresar a un mismo
punto; y con un par de vivencias y un poco más de edad; es posible que nos
tabiquemos de nuevo. Muy usado por cierto… ¿pero por qué? Será para repetir el
ciclo, usando un poco de poesía; para prolongar el tiempo. Hay situaciones con
ópticas similares, por ejemplo mientras se espera en una cola, la cual es
siempre innecesaria y no obstante conveniente… ¿pero por qué? Porque prolongar
el tiempo justifica a los pretextos. Simbióticamente. Mutualmente… Sabemos que quien espera desespera tanto como
con la excusa, que quien explica confunde cuando no convence, que cuando no lo
logra ofende… ¿pero por qué? Porque prolongar el tiempo da poder así sea con
pretextos, porque pretextar prolonga al tiempo del poder, porque al poder, al
poder hay que prolongarlo y pretextarlo también…
lunes, 24 de marzo de 2014
Shukran
“
Palabra hermosa donde
las haya, aquí en nuestro mundo occidental y en todos los rincones del mundo.
Shirán me la nombró
hoy, junto a la parada del autobús, sentado como cada día allí estaba él, sobre
esa mantita raída que le apartaba del frio y la dureza del suelo, la mirada
triste, perdida, con ese cartel gastado por el aire y reseco por el sol, lo
mismo que su piel arrugada y curtida.
Hace un tiempo, observé
cómo un muchacho pasaba por su lado mientras fumaba un cigarrillo, acababa de
encenderlo y Shirán le miró con timidez y deseo, el muchacho entendió que ese
cigarro de mañana temprana lo había encendido para aquella persona y eso fue lo
que hizo, se lo entregó de su boca a la de él y éste agradeció el gesto con una
mirada cansada y al mismo tiempo casi feliz.
Se quedó grabado en mi
mente ese instante y hoy al pasar junto a Shirán, el hombre que anuncia su
pobreza en un trozo de papel, llamó mi atención, rebusqué en mi bolso y
encontré un paquete de tabaco con cuatros cigarrillos y un mechero junto a
ellos, me acerqué, estaba sentado sobre su pequeña manta y la cabeza inclinada,
sus ojos estaban cerrados, como si durmiese, como si meditara en lo cruel que
puede ser la vida en un país extraño, donde nadie te entiende y apenas te miran
al pasar… me acerqué y le toqué el brazo, le entregué el paquete con los cuatro
cigarrillos y él, mirándome, sonrió… sólo me dijo Shukran y agachó la cabeza levemente como signo de gratitud… vi
llegar mi autobús y le eché el alto como cada día, solo que hoy había sido un
día diferente, no sé si para Shirán, pero sí para mí.
Shukran
es gracias, una de las palabras más bonitas que existen en cualquier idioma, en
cualquier país… una de mis palabras favoritas con la que agradezco a la vida el
poder estar en ella y sentir.
Hecho real. A las 16.15
de esta tarde de lunes.
”
V. Jaramillo
lunes, 17 de marzo de 2014
Piece
Paz
en inglés también suena a pieza y pieza en español también es una canción, ésta
a su vez es parte de un recital y con letras incluso se espera ovación…
Queremos paz y queremos aplausos: la paz
es el camino, ¿no? Bueno; he ahí la cosa, que no sé si pueda fungir de
pieza, ¿hasta qué punto hablamos de paz y no de sumisión? Los organismos se
engrasan con estos aceites nuevos que se recitan en fotos y redes sociales, los
argumentos se han puesto muy resbalosos, de ahí que los líderes caen, quizás
por petróleo; la economía se basa en piedras de aceite, pero como pensamos
comestibles, la disidencia se avinagra… vienen tiempos de reciclaje y por lo
tanto todo sirve y se rescata, las tres erres para seguir pretextando. Toda
confrontación desea a un vencido, pero nadie tiene la valentía de no sentirse
ganador… Se pujan lombrices de inconformidad pero que sea otro quien se
arriesgue. La lucha se filtra por falta de mantenimiento en las vías, el
mensaje medio llega y medio se pierde; la confusión por lo visto convence y muchos
regresan a sus butacas a seguir viendo el show… Al final todos comentan,
aprueban; desaprueban, los tiempos perfectos incluso condenan: ha pasado, pero había podido no pasar… A
nadie le gustó el sumiso, ni el que se rindió, pero la paz eso – leí – aceptar que
no se tiene la razón…
miércoles, 12 de marzo de 2014
Ganado perdido
Sí, suavemente, así van
mis labios alrededor de tu cuello, oyes de cerquita mi respirar así como
también sientes mi corazón en tu espalda, sabes que acelero y qué acelera…
Disculpe, ¿qué número tiene? no, hoy no dieron números, orden de llegada y tengo
más de veinte adelante, ¿y cree que alcance? bueno, ya estamos aquí… Dónde me
quedé, ah sí, acelero y acelera, te das la vuelta, quieres decir algo pero
prefieres decirlo con tu cuerpo, levanto los brazos… ¿Tiene rato aquí verdad?
por qué lo dice, es que lo vi estirándose, Sí, si tengo… Es tu turno y ahí
empiezas a hacer de las tuyas con tus manos… Disculpe, veo que no me va a dar
tiempo si sigo aquí esperando, ¿me puede cuidar el puesto? Claro Señorita – y así
la imaginación se me fue cuando llegó la realidad que menos esperaba. Soñar no
cuesta nada y más mientras espero, ahora me tocará hablar con el señor de atrás
que desde hace rato quiere como buscar conversación – ¿Primera vez que le toca?
sí hijo, me llamó la atención que lo veía sonreír mientras la muchacha de adelante
se veía bastante estresada, sí, tenía otra diligencia aparte de esta cola,
quizás por eso es mejor cuando dan números, y sin embargo, con lo del número parecemos
ganado, bueno, de alguna forma de eso se trata el orden social ¿no? Haber evolucionado
para convertirnos en el ganado que explotamos, mire puede ser, y será por eso
que algunos abogan por el caos, lo irónico es que esto ya es bastante caótico.
Mala gestión, ¿y cuál fue la buena? dígame usted que ha vivido más, no sabría
decirle porque ahora que lo pienso, lo caótico, como usted dice, siempre ha
estado; posiblemente no por colas, pero sí por alguna otra razón, no recuerdo
época en la que no me quejara y no recuerdo pasado que no haya sido mejor, hay
un nombre para eso, sí, y por lo menos no es un número aún. Por cierto ¿en qué
pensaba? En que ojalá la imaginación se hiciese realidad de vez en cuando, en
que eso de que si lo puedes imaginar lo
puedes realizar no se me da muy bien, ¿y por eso se reía? No sabía que me
reía pero sí; luego de un choque con lo real y luego de aprender a causa de
ello, es mejor sonreír aunque el pasado haya sido mejor y aunque sepa que me
voy a seguir quejando. Hay quienes lloran, bueno, hay quienes el pasado no les
sonrió tampoco…
martes, 11 de marzo de 2014
Quinientos…
¿Qué es un ciclo? El portal
definición punto de lo define como cierto
periodo temporal que, una vez finalizado, vuelve a empezar. También se trata de
la secuencia de etapas que atraviesa un suceso de características periódicas y
del grupo de fenómenos que se reiteran en un cierto orden… eso a grandes rasgos…
dos amigos debatían como actividad lúdica que sugiere catarsis: antes aquello
para ahora esto, los podía que fueron
pude y que ahora son no puedo, el paso de la exigencia a la
petición; exhortamos, se dice mucho en estos días… paseaba una muchacha muy
bonita y la plática cambió de tema, hablaron más los ojos mientras el tongoneo
acontecía… volvimos al debate, grandes pensadores se nombraron, tanto análisis
para llegar a meras citas cuyo peso pareciera haber pasado, una versión light
de lo que fueron grandes estudios: escuelas económicas, hoy hay de todo un
poco, gente sin capital repudiando a un socialismo que quienes lo siguen,
siguen pensando a lo neoliberal, es aburrido, todo indica que nos limitamos tú
a ver todo mal donde yo quiero ver todo bien, al final nuestros líderes no se
pelean como acabamos de hacerlo nosotros, el café nos cayó mal por no haber
callado a tiempo, ahora sentados frente a frente, ya de regreso a la oficina,
decidimos por hoy no hablarnos… Me quedé pensando en la muchacha, falda larga,
atractivamente larga, raro, raro para nosotros que disfrutamos el desnudo. Retomando
el tiempo de los recuerdos y las referencias, el de nuestros abuelos fue duro,
si seguimos subiendo por las ramas del árbol familiar, con seguridad
encontraremos un inmigrante, somos un pueblo joven, hubo guerras de cuerpo a
cuerpo, y la dificultad fue legada a muchos de nuestros viejos, los últimos
trabajaron duro para que nuestro paso por la vida sea un tanto menos severo,
nosotros, que estamos tan al día con las globalidades, posiblemente haremos de
nuestros pequeños nuevos pensadores, los nuevos últimos serán como los antiguos
dandis, sabían mucho pero hacían poco, ya hay algo de eso actualmente, por eso
mi amigo y yo debatíamos, ambos asalariados con la misma tarifa; ambos
premiados por la obtención de un título universitario, que no es más que el
modo actual de lo nobiliario. De hecho, algo así leí por ahí; nobles sin fortuna
que se sientan detrás de un escritorio a cambiar el curso del mundo, la
república no es monarquía, pero sí que se mantienen aun esas Cortes… Pasó la
jornada, y con ésta también pasó la rabia, nos fuimos por unos tragos, y quién
sabe, también podríamos toparnos con otras faldas para admirar y fantasear…
jueves, 6 de marzo de 2014
La declaración del Presidente…
En vista de los tantos problemas y patrañas
que han venido surgiendo por parte de los partidos políticos, hemos decidido,
por unanimidad, convocar a La Asamblea Constituyente, para que delibere junto
con el pueblo la nueva propuesta de elección presidencial… luego de eso
llegaron los infortunios, se decidió acabar con las cúpulas, pusieron a la
voluntad de un programa computarizado la elección del Presidente, y así fue,
hace ya unos meses, después que me declararan el divorcio, esa misma tarde
mientras asimilaba la buena nueva muy pero muy mala, usted ha sido electo
Presidente de la República…
no sabía qué hacer, quería encerrarme en algún cuarto de esta casa a llorar, a
recordar, a hacer lo que muchos hacen cuando están tristes; cuestionarse, darle
una bofetada al orgullo, humillarse, llamar para que te traten mal, rogar y
arrastrarse y luego negarlo ante los amigos; eso quise, y estaba por empezar a
hacerlo, iba a comenzar por el teléfono, pero tenía demasiadas llamadas, tantas
que el aparato colapsó. Miles de felicitaciones, de apoyo desconocido que
según, siempre estuvo ahí. Hasta ese miembro de la familia que no me hablaba,
hasta ese – esa – me llamó… Me tocaron la puerta del cuarto, el timbre de la
casa, ya el callejón donde vivía estaba lleno de periodistas de todos los
canales, y bueno, así fue, el nuevo presidente del que habían recién
prescindido como amante, como compañero. Me pedían sonreír y me pedían unas
palabras, ya portaba unas pocas lágrimas que nunca pude terminar de llorar,
creían que era por la emoción, como si esto yo lo pedí, como si yo era de esos
ciudadanos comprometidos con alguna causa, no, yo estaba armando mi nuevo hogar
– el que nunca estrené – ése por el que pedí aquel crédito más aquellas deudas.
Me consiguieron un saco, entraron a la casa y me llevaron casi obligado. A
todos los conocía de vista, claro, eran los aun ministros y diputados, todos a
mi alrededor, hablando entre sí y conmigo, al mismo tiempo, yo ni entendía,
empecé a decir que si y que no según el tono en que lo preguntaban. Fui al
baño, obviamente no sabía donde quedaba, me senté un rato, le escribí a un
amigo, estaba en línea, pero no conmigo, no sé, siempre pensé que entre él y mi
mujer algo surgiría, eran como parecidos, eso me carcomía, pero me tocaron la
puerta, Presidente, hay que revisar los convenios… Empezó mi gestión,
curiosamente los malos no lo eran tanto, resulta que había muchos de esos:
memorandos de entendimiento, y sí, pues nos entendíamos muy bien con el
supuesto enemigo, con todo el mundo en realidad, la crisis, bueno, era
inevitable, todos aquí querían algo y presionaban por ello, al final tenía que
ceder, que si este está con no sé quién, que si aquel maneja tales consorcios,
este otro es el socio en secreto del que se la pasa criticando, y al final
pues, todo el mundo estaba conectado, como los seis grados de separación, así,
unos con otros, tal cual, entre todos, defalcaron al Estado… Yo me excluyo,
pero no por honesto, no, con los días empecé a darle trabajo a los amigos,
incluso a ése, al que se quedó con mi mujer, puse a muchos en muchos cargos,
pero a ninguno lo puse de jefe, eso sí lo tenía claro, si los quería ayudar, no
podían estar a la cabeza de algún instituto, habría caído en nepotismo. Viajé,
hice contactos, hasta traje al país la banda que tanto me gustaba, olvidé
decirles que era músico antes de ser Presidente, pero no viene al caso, ustedes
me están juzgando por otros cargos, yo no tuve la culpa, la culpa la tuvo el
Parlamento, fueron ellos quienes eligieron al presidente al azar – con un
programa de computadora – yo qué iba a saber, ese día me enteré que me
divorciaba, que me dejaban por un amigo… y bueno, ya destituido pues, no tengo
más qué declararles, estar repitiendo este cuento cada mes es fastidioso, como
fastidioso es también que la gente me señale, yo siempre quise ser famoso, pero
por músico, no por corrupto…
miércoles, 5 de marzo de 2014
La alegría y la tristeza pueden andar unidas, no son como el agua y el aceite…
“Las palabras son así,
disimulan mucho, se van juntando unas con otras, parece como si no supieran
adónde quieren ir, y, de pronto, por culpa de dos o tres, o cuatro que salen de
repente, simples en sí mismas, un pronombre personal, un adverbio, un verbo, un
adjetivo, y ya tenemos ahí la conmoción ascendiendo irresistiblemente a la
superficie de la piel y de los ojos, rompiendo la compostura de los
sentimientos, a veces son los nervios que no pueden aguantar más, han soportado
mucho, lo soportaron todo, era como si llevasen una armadura, decimos…”
“La consciencia moral,
a la que tantos insensatos han ofendido y de la que muchos más han renegado, es
cosa que existe y existió siempre, no ha sido un invento de los filósofos del
Cuaternario, cuando el alma apenas era un proyecto confuso. Con la marcha de
los tiempos, más las actividades derivadas de la convivencia y los intercambios
genéticos, acabamos metiendo la consciencia en el color de la sangre y en la
sal de las lágrimas, y, como si tanto aún fuera poco, hicimos de los ojos una
especie de espejos vueltos hacia dentro, con el resultado, muchas veces, de que
acababan mostrando sin reserva lo que estábamos tratando de negar con la boca.
A esto, que es general, se añade la circunstancia particular de que, en
espíritus simples, el remordimiento causado por el mal cometido se confunde
frecuentemente con miedos ancestrales de todo tipo, de lo que resulta que el
castigo del prevaricador acaba siendo, sin palo ni piedra, dos veces el
merecido…”
Fragmentos de Ensayo
sobre la Ceguera, de José Saramago
lunes, 24 de febrero de 2014
Relativo a los rótulos…
Cuando empezamos a
explorar el habla, descubrimos sonidos maravillosos, que asociamos a cosas, sin
estar previamente incluidos en la lengua de nuestra sociedad. Es así como
nuestros padres terminan repitiendo – porque es muy cuchi – los nombrecillos
con los que bautizamos ciertas cosas. Nuestra versión del mundo al que no hace
mucho hemos sido invitados. Cada uno de los presentes sabe y recuerda alguna
palabra, porque seguramente fue tema de conversación a lo largo del
crecimiento. Hay quienes aun no abandonan ese gusto bautista – yo al menos no –
A los niños les digo “ondónkiros” y a las mascotas “comuy”; no sé, me suenan
tierno, sí, probablemente existan como términos en otra lengua, e incluso
tengan significados perversos, lascivos y degradantes. Pero en mi mundo fonético,
la imagen que se forma a partir de este delirio es encantadora. Véanlo ustedes
mismos; niños y mascotas, inocencia, es perfecto. Pero el motivo de esta cita
no descansa en perfecciones, más bien se agota en contradicciones…
Tal como desarrollamos
esa facultad de crear palabras, también hacemos lo propio dándole significados
nuevos a las existentes, eso pasa en definiciones como camarada, que al parecer dejaron de compartir la recámara para volverse compañeros en ideología
política, pero no cualquiera, sino de izquierda,
en la derecha esa palabra sería un
sacrilegio… y pensar que todo empezó por dormir juntos, bueno, como los lados: girondinos y jacobinos, con esta gente, al parecer, empezaron los
posicionamientos en el parlamento, y de esto devino todo el rollo de las representaciones,
otra palabra buena ésta última, porque en el teatro también se usa, y así,
concatenando sin mucho raciocinio: el parlamento es una obra de teatro…
No pretendo criticar
escenarios. El motivo en desarrollo aquí – y esperando tal vez un debate – yace
en las etiquetas… hay acepciones, sí, pero no es eso exactamente. Venimos del
cuento de los varios significados. Me refiero a las ganas de etiquetar, como
vicio, y hasta peyorativo a veces según la dirección que hemos decidido
obedecer, inclinarnos por ahí, y con todos los complejos que arrastramos de jóvenes;
señalarnos unos a otros… lo digo otra vez: y así, concatenando sin mucho raciocinio:
el parlamento es una obra de teatro…
Sílabas actúan de malas
queriendo ser buenas, creando una especie de chocancia, o repudio, dependiendo
de las circunstancias en las que se mencionan. Algo parecido pasa con los
objetos, muchos terminan siendo símbolos, y entre estos y las etiquetas, nos
vamos perdiendo entre significados... bajo ese caldo ponemos a hervir nuestras
sensaciones, de libertarios opresores, de odiosos enamorados, de bondadosos
malvados, y quien sabe qué otra contradicción sugerida e impuesta, para que
luego se nos etiquete y así, como el parlamento, ser también una obra de teatro…
domingo, 23 de febrero de 2014
toilette
Tuve el malestar a
media noche, ya me ha pasado otros días; olor a vómito y un calor así como de
alcohol. Vengo soñando con algo que tenga que ver con sexo. Entonces despierto,
acelerado, tanteando lento porque de otra forma siento que me caigo. Vuelvo en
sí y empiezo a escuchar mi sinfonía crepuscular; un ventilador que gira y hace
un recorrido, de seis segundos, yendo cada vez hasta donde mis papeles apilados
y medio alborotando las primeras páginas en una suerte de danza, que va y viene
y cae, pero no termina de irse, ni de caerse, cada vez que la brisa regresa.
Eso le da como ritmo, o no sé si en este caso aplica eso del beat, porque según
los entendidos, ritmo es otra cosa… Vuelvo en sí y la orquesta se extiende;
escucho mi lavamanos mal cerrado: puede ser que esa gotita que suena, casi al
tiempo del ventilador, tenga algo que ver con el sueño, o pesadilla, bueno, con
lo que me hace no seguir durmiendo. En algún lado leí algo sobre las formas y
las sombras y cómo se graban en nuestras mentes, cosa de que cuando cerremos
los ojos se nos proyecten cual plantillas, para recrear así a las escenas
oníricas. Luego se le da rienda suelta a lo que dijimos durante el día y con
más ahínco a lo que callamos, entonces resulta que vemos personas con nombre y
apellido y en lugares conocidos… Vuelvo en sí y me acerco al baño, enciendo la
luz y desde la poceta – ya sentado – veo mi cuarto oscuro junto con los papeles
que el ventilador hace que remueve; vuelvo en sí y pienso, recuerdo, doy
interpretación a lo que siento… no estoy incluido en el sexo del sueño, soy más
bien un espectador que no quiere serlo, no estoy viendo la escena, la he construido
a partir de unas voces, pero no, tampoco hubo voces, las voces también las
inventé, hice el momento a partir de palabras, eso es, algo le leí a alguien –
como lo de las sombras y los sueños – una promesa de placer, pero de uno que a
mí me amarga. Ya sé que no soy yo, pero tampoco es mi ex con su actual, será
que pienso en ella, o será que pienso en mi mujer; la pareja es siempre el
primer sospechoso, se dice en el Derecho, pero no, no tengo mujer, tuve, por
eso la llamo Ex…
Volví en sí. Ya era
hora de ponerle pasta de dientes al cepillo y hacer lo propio para quitarme la
careta de insomnio, esa con la que todos me ven y asumen que estuve de
parranda, o de marcha, como los españoles. A esa escenita le tengo siempre la
misma sonrisita que no afirma ni niega, con la que se conforman para seguir
asumiendo y para no seguir preguntando tanto. El trabajo es el mismo todos los
días: un lote de actas y transcribirlas, una por una, hasta que llega la hora de
irme y volver a mi casa, a mi cuarto con baño privado, a ver las noticias, a
ojear y a hojear también…
Aun sin volver en sí,
veo que pasó la media noche, la amargura de ese sexo del que no soy partícipe, ahora
con gritos, que no son de placer, pero algo tienen que ver conmigo, sí, los
gritos sí son conmigo, como si alguien que me he inventado dormido me apurara
por volver en sí y yo le digo que no, pero es intimidante, esta vez las gotas
caían más rápido que la vuelta del ventilador…
Hubo una noche en la
que sin haber vuelto en sí, me dispuse a contemplar fotos de mi ex, con algunas
sonreía y con algunas otras, pues,
obviamente me entristecía. Siempre es triste ponerte los hubieras en la frente y darte cuenta que no dispones de los hubieses. Suelen ser crueles esas dos
palabras cuando se trata de pasados que ya no son presentes: si yo hubiera yo hubiese, si tan solo
hubiera y no hubiese, pero bueno, eso no es todo el tiempo, eso fue esa
noche…
No podía volver en sí,
me costó despertarme y no quería seguir durmiendo, quizás los zancudos, quizás
los gritos, pero no solamente era sexo, gritos e insectos. No. Había una
ilusión, unas sonrisas, esas no eran conmigo, ni yo las provocaba, yo era ajeno
a esa alegría, y bueno, sí, hay alegrías que amargan, que te ponen mal pues, no
siempre quieres que el resto esté contento cuando tú no lo estas, o no quieres
estarlo. La alegría puede llegar a ser un tema convicción y no de consecuencia, pero el punto es que no
era por mí ni conmigo. Me dio hambre, pero sólo tomé un vaso de agua…
Anoche, anoche tuve el
malestar, no volvía en sí, ya que como me dijo el actual de mi ex, había bebido
demasiado cuando la llamé y la insulté, y es que ese día los vi y el día
anterior había visto sus fotos, las nuestras, cuando yo todavía no había leído los
mensajes que ellos se escribían el uno al otro, hablando de mí como se habla de
un tercero, con los verbos de lejos y ajeno. Los leí y sin embargo ahí seguí,
me aferré a la estupidez aquella de preferirla compartida y bueno, el actual
siempre quiso ser primero, y único. Cosa que no sé si fui alguna vez y sé que
en un momento no era. Por eso la despertaba cada media noche con mi insomnio,
porque no soportaba la idea de que durmiera conmigo tan tranquila después de lo
que ya yo sabía de ella, porque desde entonces, yo no he logrado volver en sí…
jueves, 20 de febrero de 2014
¡qué difícil ser fácil!
Lo malcriado en
nosotros pudiese considerarse como un cuadro viral con el que nos acostumbramos
a vivir: eso está dando. Es típico. Y se le atribuye en un
principio a una interpretación errónea de los amores primarios. De ahí quizás
lo morfológico del término. Con el pasar del tiempo se pasa a la inconformidad,
para luego enrumbarse en una incansable búsqueda hacia el temor. Finalmente; el
objetivo yace en la admiración. Así pues solemos creer que mejor nos admira
quien nos teme que quien nos ama. No dejamos de evocar a la infancia. Algunos
estudiosos le dicen depresión, porque a lo mejor en ello se esbozan atisbos de
inseguridad, puede ser, pero si deliramos un poco, y nos creemos el cuento de
que nuestra personalidad se forma de capas; cual cebolla, la inseguridad se
pela primero y por pelarse mal, además de llorar, en este caso nos deprimimos. Llegamos
a la rabia, a la envidia, y confundimos todo eso con infelicidad. De ahí
pasamos a las pastillas y a las prescripciones de químicos. En eso nos
mantenemos, especialmente si descubrimos un buen vicio que nos justifique algún
trastorno. Es que yo soy así. Pero el
tiempo no deja de ser perfecto, y no es sólo el de Dios, por lo que dejarán
algún día de temernos – quien sea que nos tema – y esa derrota nos la
desquitamos con el amor. ¡Qué fácil ser difíciles! ¿no? O mejor dicho: ¡qué difícil
ser fácil! Por eso el conflicto es una especie de paz y por eso la paz; siempre
anda en conflicto…
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